Por Miguel Pastrana de Almeida
Hoy seré especialmente prolijo en enlaces a Medios Informativos que constatan, corroboran, cuando voy a decir. En estos tiempos de «modernidad líquida» -que así la llaman personas expertas-, conviene diferenciar opiniones en abstracto, de hechos constatables.
Lo primero, «lo debido», es lo que ya anuncié en mi anterior comunicación, e inclusive en la previa (las personas de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» siempre cumplimos, siempre… otra cosa es cuando no tenemos medios, posibilidad): la grabación completa del acto que bajo el título «Soberanía de España, República, OTAN», organizamos con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» del Ateneo de Madrid el pasado 26 de diciembre. Aquí está la edición completa del vídeo, cortesía de nuestro compañero Luis Miguel Rico Quintana:
Recoge las intervenciones de: Miguel Pastrana («para servirles» y quien escribe; ese suele ser mi papel habitual; el abrir los actos. El otro día con razón de Carlos París fue algo excepcional cerrarlo). Pedro López López, Profesor universitario. Manuel Ruiz Robles, Capitán de Navío (R) de la Armada española. Laureano Recio Crespo, Docente. Y Pedro García Bilbao, Profesor universitario y Presidente de Honor de la Agrupación.
Estaba prevista también la intervención de nuestro amigo, Manuel Pardo de Donlebún, también Capitán de Navío (R) de la Armada española. Finalmente, por razón de salud pasajera, no pudo asistir. Pero aquí está su aportación:
Otros materiales escritos y publicados sobre el acto, pueden consultarse aquí:
Somos todas personas socias ateneístas, añado. En otros tiempos no fue tanto así. Pero ahora, cuando el modo social del Ateneo de Madrid peligra en favor de uno corporativo y empresarial, estamos haciendo preferentemente así para significar nuestro compromiso.
«Hasta que pase el peligro» -el cual persiste aun cuando lo hayamos derrotado ya por dos veces seguidas en las urnas; octubre de 2022 y mayo de 2023-, estamos haciendo, con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», preferentemente y salvo algunas excepciones, así: intervenciones, desde la Mesa, todas de personas socias del Ateneo madrileño. Por esto también seguimos animando a quienes les sea posible, a hacerse socio, a hacerse socia del Ateneo (y hay personas quienes sabemos no pueden. Pero otras sí que pueden, sí…).
Conviene recordar que la sociedad «Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid» (su nombre oficial), no es una dependencia de ningún gobierno del Estado, ni tampoco de ningún grupo empresarial: es y siempre ha sido una Asociación gestionada por sus propias personas integrantes.
Abierta siempre a la Sociedad, por supuesto. Pero independiente y «gobernada» por sus propios asociados, asociadas. Así ha sido siempre en su Historia de ya 204 años (salvo cuando incautaciones por Dictaduras en el país), y así queremos siga siendo los hombres y mujeres; las mujeres y hombres, «de Negrín» en el Ateneo.
Quienes somos también los/las de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», formada junto a Carlos París en 2010.
(No todas las personas «de Convergencia» son «de Negrín», muchas veces lo he dicho. No hace falta ser ni republicano/a ni marxista para identificarse con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». Solamente, con la idea social de Ateneo que tenemos y fue la que defendió Carlos París. Cuanto digo ahora, es que todas las personas de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» -como también de algunas otras Agrupaciones del Ateneo de Madrid-, estamos en Convergencia).

Hay quienes creen que la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» la creamos durante el «Gobierno de Convergencia» del Ateneo, y -por así decirlo-, «aprovechando». Pues no, craso error. Se creó antes (23 de abril de 2009) e inclusive antes de Carlos París volver a la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo. Puede constatarse aquí:
Carlos París ganó las elecciones a la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo un mes y pico después, véase aquí:
De hecho, la constitución de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» -que es actualmente una de las más antiguas las cuales se mantienen en el Ateneo de Madrid-, «prefiguró» de alguna forma el regreso de Carlos París a la Presidencia del Ateneo en 2009 (había sido Presidente entre 1997 y 2001, cuando fue derrotado por José Luis Abellán). Véase, por favor, lo que la noticia sobre la constitución de la Agrupación Negrín dice, y es -¡ojo!- abril de 2009:
«Muchos interpretan la mayoría lograda por Pastrana para constituir la Agrupación Juan Negrín como signo de un inminente giro social y republicano en el Gobierno del Ateneo de Madrid»
Pues eso, en efecto; pues eso…
Algo curioso: en la noticia sobre el triunfo electoral de Carlos París a finales de mayo de 2009, además de constatarse su compromiso con el Reglamento histórico -y vigente-, del Ateneo «recuperado» en 1984 (que no «hecho» en ese año; en eso siempre se confunde mi amigo, rival, y actual Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo, Luis Arroyo), se señalan los votos que tuvo entonces: 143 votos. Curiosamente, es el mismo exacto número de votos los cuales he tenido en las más recientes votaciones a Presidencia de Junta de Gobierno del Ateneo, mayo de 2023, puede verse aquí:
Por delante, con holgada ventaja -innegable-, quedó Luis, y por detrás de mi persona, quedaron otras dos respetables personas ateneístas, cuyos votos «sumados» sin embargo, no llegan tampoco a cuantos se me dieron. Por eso reivindicamos a «Convergencia» como la «segunda opción electoral» del Ateneo de Madrid actualmente (la primera entre 2010 y 2015), solamente por detrás hoy de la opción del «Grupo 1820».
Luego, por supuesto y además, respetablemente, hay otras opciones, que van cambiando de nombre, de siglas… según las circunstancias. Su denominador común es su vinculación al ex-Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo (junio de 2019-mayo de 2021), Juan Armindo Hernández Montero, «el inmediato antecesor» de Luis Arroyo en el puesto, y quien fue por él «barrido» electoralmente (254 votos de Arroyo Martínez, por 80 de Hernández Montero; la mayor derrota electoral de un Presidente en ejercicio en toda la Historia del Ateneo).
Armindo Hernández-Montero actualmente no se presenta ya a elecciones a Junta de Gobierno (tal fue la «paliza» -en términos electorales-, la cual le propinó Luis Arroyo en mayo de 2021). Pero es quien sigue llevando, objetivamente, esos otros grupos electorales del Ateneo de Madrid que no son el «Grupo 1820» ni «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo».
Son, esencialmente, esa «Oposición Ruidosa», de la cual tanto habla mi amigo Luis Arroyo, pero a la vez, tan conveniente le es, tan conveniente, para «victimizarse». Lo entiendo: Luis no es tonto y juega a lo suyo. Por ello, objetivamente, «le conviene» que la figura de Armindo Hernández-Montero «no desaparezca».
Le viene bien, por un lado, para recordar el penoso Ateneo de Madrid inmediatamente anterior a su llegada (la de Luis), y le sirve, por otro lado, para tener ahí una «Oposición de Pega», gesticuladora y faltona, la cual en nada le inquieta y en cambio «le sirve» para reafirmarse ante su propio «Grupo 1820».
Es una estrategia inteligente, lo reconozco. Resulta legítimo, por supuesto. Mi amigo y rival en las urnas (y en algunos aspectos ideológicos…), no es en absoluto esa «caricatura» la cual de él dibuja -precisamente-, esa «Oposición de Pega», como también de mí la dibuja, por lo demás.
Prosigo.
En mis palabras públicas -y filmadas por partida doble…-, del 31 de enero de 2024 con razón del X aniversario de la muerte de Carlos París en su puesto de Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid y con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», tendí una mano «desde la izquierda» -así lo dije…-, al actual Presidente de la Junta y con el «Grupo 1820», Luis Arroyo Martínez. Ello fue reproducido en «Diario 16 plus» en su edición del 5 de febrero de 2024.
Entiendo que ello haya dado que hablar y causado un cierto «revuelo» en algunos sectores del Ateneo… comprendo cómo quisieran una Convergencia «echada al monte» y centrada en la simple descalificación «ad hominem» de Luis Arroyo, sin el más mínimo interés, ninguno (o tal vez, incapacidad para hacerlo…), en analizar la naturaleza de lo sucedido en el Ateneo de Madrid desde finales de 2019, sus ramificaciones, su calado… la responsabilidad del Gobierno del Ateneo entonces todavía existente (el del ya citado Juan Armindo Hernández Montero), la responsabilidad de un número no desdeñable de ateneístas de esos/as quienes se dicen «de toda la vida», en un sonrojante «chaqueteo» tan pronto Luis y su «Grupo 1820» ganaron las elecciones de mayo de 2021 (cuando eran, muchas de esas mismas personas, quienes querían hasta negarles el derecho a ser socios/as del Ateneo); todo esto -que son hechos los cuales todo el mundo, informado/a, dentro del Ateneo, sabe; cuestión distinta es que se reconozcan, pues son hechos ciertamente incómodos-; todo esto, yo entiendo haya nulo interés, en esos sectores y pequeños grupos que no son el «Grupo 1820» ni «Convergencia», en analizarlo; en tenerlo en cuenta. Al fin y al cabo, ya sabemos que los aledaños falangistas desprecian todo cuanto consideran «política».

Naturalmente, tampoco quieren tenerlo en cuenta esas personas «adheridas» por puro oportunismo al «Grupo 1820» (pues las deja en evidencia).
Yo entiendo todo eso… pero entiéndase de la misma forma, que «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», por ser -en cuanto a la política interna del Ateneo de Madrid respecta-, un grupo serio y un grupo coherente; un grupo el cual no en vano fue Gobierno del Ateneo entre 2010 y mediados de 2015; «Convergencia» sí tenemos el deber de analizar y tener en cuenta todo eso.
Como creo -me permito opinar-, deberían hacer también todas las personas serias y responsables del «Grupo 1820» (por ello siempre «diferencio» -a este respecto-, entre las personas «de verdad» de dicho Grupo, y las personas «adheridas» por puro interés, puro medro, y siempre prestas a volver a «cambiar de chaqueta»).
Es desde esa perspectiva, y sólo desde esa perspectiva, que yo, desde un sentido de la responsabilidad bien formado en mis años de Gobierno ateneísta junto a Carlos París, he formulado, explicitado… mi propuesta de «Pacto Integral para la Estabilidad» entres las dos mayores opciones electorales del Ateneo de Madrid, el «Grupo 1820» y «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». Que entre ambas suman casi el 85% en términos de votos en urnas.
Un Pacto que excluye el neoliberalismo en el Gobierno del Ateneo, naturalmente.
Yo entiendo y respeto que el «Grupo 1820» sea una fuerza electoral, objetivamente, situada «a la derecha» de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». No pretendo cambiar eso yo… pero sí es evidente que cualquier acuerdo con «Convergencia», excluye al neoliberalismo en la Dirección del Ateneo.
Y quiero precisar a qué me refiero exactamente con esto: no significa que una persona, en su derecho, neoliberal, si alguna Sección o Agrupación temática la invitar a dar una conferencia, lo haga, naturalmente. Esa es la Libertad de Expresión la cual siempre ha habido en el Ateneo de Madrid (salvo cuando las incautaciones) y «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» y yo mismo, desde luego, defendemos.
Pero yo hablo aquí, y hablo claro y públicamente, como siempre he hecho en mi trayectoria ateneísta (a otras personas, en cambio, les encanta estar en pequeñas intriguillas oscuras y a espaldas); hablo, de las personas quienes estén al timón de las grandes decisiones –internas y externas-, del Ateneo de Madrid.
Ahí, ya digo; ahí -reitero-, un Acuerdo Institucional con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», es incompatible con el neoliberalismo.
Porque -mucha atención, por favor…-, el neoliberalismo es incompatible con el espíritu social histórico del Ateneo madrileño. El que, justamente, consagra su Reglamento aún en vigor; su Constitución.
Es por eso que he dicho y digo, cómo hay personas conservadoras -y no escasas-, quienes apoyan a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» (y muy bien hacen), pero no las hay neoliberales.
Y es -digo una vez más…- en ese marco, y solamente en ese marco (hipotético, bien lo sé); el de que el «Grupo 1820» aceptase prescindir, en labores directivas, de sus elementos neoliberales, y procurar acuerdos con la izquierda social ateneísta que representa, históricamente, «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo»; es entonces -he dicho y digo-, cuando «Convergencia», y basándonos justamente en Carlos París en 2013, estaríamos dispuestos/as, -con seriedad y rigor; en Comisión Bilateral de trabajo-, a considerar estudiar…, algunos aspectos del Reglamento vigente del Ateneo, por si cabe -y es sólo un suponer…- su mejora, siempre en términos sociales.
No corporativos ni empresariales.
Esto es cuanto he dicho y digo. Quien no lo entienda, es su problema. Yo lo respeto.
Si yo tuviese el 51% de los votos, digo igual de claro que no cambiaría nada del vigente Reglamento del Ateneo. Me parece realmente bueno como ya está. No en vano es obra de quienes es…
Pero, democráticamente, es algo más del 21% cuanto tengo, hoy.
Así las cosas, y como alternativa (mucha atención, por favor) a las fuertes tentaciones/presiones del sector neoliberal junto a -también-, los elementos oportunistas que ya estaban en el «Ateneo de antes», yo le ofrezco a Luis Arroyo y a su «Grupo 1820» (insisto siempre en mi precisión: a los/las «de verdad»; no a quienes adheridos/as por exclusiva conveniencia personal y que ya estaban en el Ateneo «de antes»); les ofrezco de manera pública y abierta, un Acuerdo Íntegro con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» -dentro del mutuo respeto a cada grupo socio-electoral; ninguno desaparecería, claro está-, como alternativa por la izquierda a esa actual dependencia (así lo creo yo, sin ánimo de ofender) del «Grupo 1820», del neoliberalismo y de los individualismos y mini-grupos oportunistas «del Ateneo anterior».
Que a mí no me cabe duda, animan y presionan a Luis Arroyo, para un tercer intento de poner un Reglamento corporativo/empresarial para el Ateneo de Madrid. Animan…
(Me recuerdan, salvando las distancias, a aquel también socio ateneísta quien lo fue -aunque no pagaba-, Alfonso XIII, cuando animaba al ya de por sí temerario general Silvestre, en su marcha hacia el Desastre de Annual: «Ole los hombres valientes»).
Que se cuide, por favor, mi amigo Luis Arroyo, de los «Alfonso XIII» y los «taurófilos» a su alrededor. Si Luis se estampa una tercera vez con el Reglamento, no serán esas personas -oportunistas sempiternas (ya digo)-, quienes lo sufran, sino él.
Al contrario, las personas oportunistas aprovecharían para ganar posiciones ante tamaño revés, tal vez incluso la suya propia; la posición de Luis. Yo sé de lo que hablo y Luis, seguro, también.
Cuanto le estoy ofreciendo, es una alternativa fiable éticamente y sólida socialmente. No es poco, creo yo.
Como resulta lógico, excluye -ya digo-, el poner ese Reglamento Corporativo/Empresarial que se ha intentado ya por dos veces, y fracasado en las urnas las dos (por más diferencia en la segunda, atención). Estaríamos hablando ya de algo netamente distinto.
Que no afecte, y en términos anti-sociales, a la arquitectura histórica (profundamente democrática y participativa) del Reglamento también histórico del Ateneo de Madrid; el Reglamento vigente.
Y es el Reglamento -nadie lo olvide, por favor…-, con el que trabajaron bien, por ejemplo, estos grandes Presidentes ateneístas: Cánovas del Castillo, conservador. Manuel Azaña, republicano. Fernando de los Ríos, socialista. Carlos París, comunista.
Por ejemplo…
Puede que a mi amigo Luis, yo lo entendería, le sepa a poco mi propuesta. Pero debería considerarla seriamente, y sus amistades de verdad (no las oportunistas, repito), junto a él. Yo estoy ofreciendo algo serio, sólido, y fiable (reitero).
Por supuesto, siempre se puede seguir al albur del neoliberalismo, y del oportunismo individualista. Por supuesto. Si se está mejor así, entonces yo no he dicho nada, discúlpeseme…
Pero sí me permito decir y, sinceramente, «sin actitud», (parafraseando a nuestro reciente consocio ateneísta, Felipe González); decir, que es mejor cuanto estoy ofreciendo, que ser recordado como el Presidente quien por tres veces fracasó en las urnas del Reglamento del Ateneo de Madrid.
Piénsese; reflexiónese serenamente sobre ello, por favor.
Porque, eso sí, nadie dude -y digo, nadie-, que «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», no teniendo -hoy-, fuerza para ganar las elecciones (pero sí la segunda fuerza), la tiene sin duda, y yo la tengo, para derrotar electoralmente cualquier nuevo intento de poner ese Reglamento Corporativo/Empresarial como Reglamento del Ateneo de Madrid. Tenemos fuerza para impedirlo democráticamente. Si alguien lo duda, que lo intente, por favor, que lo intente…
Olvidan algunas personas, a veces, que la fuerza de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» (no en vano, las siglas electorales con continuidad más duraderas en toda la Historia del Ateneo y también, todavía, las de más éxito; cinco victorias completas a Junta de Gobierno, y seis parciales -algunos puestos-, entre 2010 y 2020. El «Grupo 1820» lleva una buena racha, innegable, pero aún le queda un poco para igualar a «Convergencia», aún le queda…); se olvida a veces que nuestra fuerza -iba yo diciendo-, es como la de ciertas rocas ancladas en la tierra; visible una parte, y mayor la que no se ve; profunda.
La efeméride de Carlos París nos ha permitido recordar la razón de nuestra fuerza; nuestra razón moral, nuestra energía ética.
Siempre la hemos esgrimido, aun a riesgo de ser objeto de burla por esas personas, supuestamente pragmáticas, quienes en realidad, y como vengo sosteniendo, son oportunistas sin un ápice de rubor, de «remordimiento». Eso, ya digo, no es pragmatismo: es puro interés individual, insolidario y egoísta.
En «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», a lo largo de nuestra historia ya de catorce años, hemos demostrado ya capacidad de ser realistas; de tener los pies en la tierra y ser capaces de no perdernos, ni desaparecer, en escenarios muy distintos, muy cambiantes.
(A diferencias de tantas otras siglas ateneístas, y sus personas, subsumidas).
Por eso digo, que somos una fuerza moral, pero no moralista. «Firme», pero no «inflexible». Cuestión distinta es que las personas oportunistas sempiternas del Ateneo a lo largo de todos estos años, nos quieran ver así y quieran vender de nosotros/as esa imagen. Pero es sólo por el reflejo de sus propias carencias, con perdón lo digo. Es normal que quien se vende (en términos morales), desarrolle una especial aversión, una particular antipatía, por quien no lo hace.
Y ya he dicho que en «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», podemos y queremos llegar a acuerdos razonables, éticos y públicos. Siempre ha estado ello en nuestra propia filosofía (por eso nos llamamos, precisamente, «Convergencia»). Y conscientes -digo de nuevo-, de nuestra capacidad según los votos en cada tiempo.
Ahora bien: cuanto nunca hemos hecho y nunca haremos, es renunciar a nuestros principios, «venderlos», y subsumirnos y «desaparecer». Eso, no, no.
No es «patriotismo de siglas», como tantas veces se dice en otros contextos, y también como frase huera, significante vacío; no, no.
Nuestro nombre, por ejemplo, nació con Carlos París. En nuestro nombre hay ideas y hay principios («Convergencia» «Estabilidad» y «Democracia»). Y por ello, aunque varias veces a lo largo de nuestra historia ateneísta, hemos combinado este nombre en virtud -¡precisamente!-, de acuerdos, de alianzas… y hemos ido como «Convergencia y…», cuanto nunca hemos hecho -ni haremos-, es desaparecerlo, borrarlo.
No tenemos ese derecho. El nombre -y alguna vez he escrito que lo pergeñé yo mismo con París-, ya no nos pertenece solamente a nosotros/as. Es parte ya de una Historia del Ateneo de Madrid y de una Historia que reivindicamos; de la cual nos sentimos orgullosos/as.
Entiendo que quienes, ¡precisamente!, cuanto quieren es camuflar su propio pasado, para así poder -como vengo explicando-, reconvertirse mejor; más oportunistamente… comprendo que a esas personas -quienes son «del Ateneo de antes» y no vinieron, precisamente, con el «Grupo 1820»-; a esas personas, les moleste y les soliviante nuestra permanencia; nuestra resistencia a desaparecer, siquiera nominalmente. Pero si Borges escribió que «el nombre es arquetipo de la cosa», ello resulta particularmente cierto en nuestro nombre, en el cual está nuestra idea, nuestro ideal.
Y por tanto, perder nuestro nombre es lo mismo que perder nuestros ideales (¡tantas veces la Historia demuestra esto!). Entiendo que a quienes no los tienen, estas cuestiones les importen poco o nada y puedan, por consiguiente, ir cambiando de nombre tan fácilmente a lo largo de su trayectoria ateneísta. Lo respetamos, ya digo. Pero nosotros/as, no somos así. Y por ello, por más que podamos, hipotéticamente, acordar, cuanto nadie espere, por favor, es que «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», desaparezca. Eso no va a pasar.
Pero iba yo explicando, que como fuerza moral y ética (además de «política» -en lo que a la política interna del Ateneo de Madrid se refiere-, «social» -el Ateneo sigue siendo una asociación-, y «electoral», pues nos presentamos a todas las elecciones desde nuestra formación en 2010); como fuerza así «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», no admitimos -sus personas integrantes-, que nos vengan con cuentos supuestamente «esencialistas», personas quienes son del «Ateneo anterior» al Grupo 1820. Pues…
– Nosotros/as hemos visto hacer lo que hiciese falta, con tal de impedir en el período 2015-2021, que «Convergencia» recuperase el Gobierno del Ateneo. Lo que hiciese falta. Recuerdo ahora, por ejemplo, cuando trajeron a Pedro J. Ramírez para competir frente a «Convergencia». Ver aquí (y especial atención -por favor- a este documento Mediático muy poco conocido pues es especialmente revelador de la Historia del Ateneo de Madrid post-Gobierno de “Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo”. Es un documento Mediático que demuestra el «Pentapartito» y las maniobras neoliberales contra «Convergencia». Véase, por favor, véase):
https://www.labarandilla.org/pedro-j-ramirez-un-salvador-para-el-ateneo-de-madrid/
– Nosotros/as hemos visto a personas quienes, aquellos pomposos escritos, aquellas fatuas reuniones con el título de «El Ateneo en la encrucijada»; hemos visto a personas quienes decían ser más defensoras del Reglamento que nadie; a personas quienes negaban el derecho a constituir la «Agrupación 1820», e incluso trataron de negarles el derecho a hacerse socios y socias del Ateneo..; nosotros/as hemos visto a esas personas, muy de estar bajo un arco; las hemos visto luego ponerse -«adherirse» oportunistamente…-, bajo las siglas «Grupo 1820». Y natural y oportunistamente, ser las más fervientes partidarias de quitar el Reglamento histórico del Ateneo de Madrid.
Naturalmente, estas personas volverían a cambiar de opinión tan pronto volviesen a cambiar las fuerzas. Esto Luis lo sabe perfectamente, perfectamente… ya he dicho que «tonto» no es.
Es aquí cuando algunas amistades -ya sé que no con mala intención-, me dicen: «Miguel, no seas tan duro con esas personas, por más oportunistas y chaqueteras que sean, que ya sabemos lo son, pero el día de mañana puede que las necesitemos; sus votos…». Yo entiendo este razonamiento, pero…
… esas personas nunca van a obrar -por tanto, tampoco a votar-, por afinidad, ni tampoco «empatía» (o «antipatía»), ninguna. Solamente por su exclusivo interés (el «suyo propio») y del momento. Así pues y objetivamente -conozco bien a esas personas…-, da igual cómo las trate yo dialécticamente, si «bien» o «mal», porque no va a ser ese nunca en absoluto el factor de su posicionamiento. «Nunca». Será, ya digo, su exclusivo interés particular del momento. «Nada más».
Y así, me apoyarán si les conviene en un momento aunque yo las «desprecie», a esas personas, en términos dialécticos y morales e, inversamente, no me apoyarán si no les viene bien para algo, aunque yo mañana me deshiciese en elogios hacia ellas. Conozco a esas personas, ya digo. Luis, también.
Por ende, hay otros dos factores: uno, que su número, aunque no despreciable, es desde luego sensiblemente menor al de «Convergencia» (eso se vio, por ejemplo, en las Elecciones de mayo de 2021). Y el otro factor, sobre todo -mucha atención aquí, por favor, pues esto resulta revelador…-, es que esas personas, oportunistas y «de chaqueteo» impenitente, ya digo, me necesitan (una paradoja, sí), pues de otra forma, no tendrían nada que «venderle» a mi amigo y rival en las urnas, Luis Arroyo. «Nada».
Por eso, objetiva y paradójicamente, esas personas «me necesitan» y en cambio yo a ellas –sin acritud lo digo-, no. Mucha atención a los buenos entendedores, a las buenas entendedoras, por favor.
Así -iba yo explicando…-, cuídense mucho, por favor, algunas personas, en pretender dar lecciones a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», sobre qué hacer y sobre qué no hacer en relación al «Grupo 1820» en general, y su cabeza actual, Luis Arroyo, en particular.
Como se comprenderá, a nosotros/as, quienes -incluso, algunas de esas personas «del Ateneo de antes», diciéndose «muy socialistas» (sic)-, miraron hacia otra parte, y callaron, cuando el acto de Falange de las JONS, solamente para «no ponerse a malas» con el entonces Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo (quien autorizó aquel acto), Juan Armindo Hernández Montero; esas personas de entonces quienes se reparten, actualmente, entre el «Grupo 1820» -algunas-, recolocadas en puestos menores en Secciones-, y otras quienes siguen junto a Armindo Hernández Montero; ninguna de ellas, de esas personas -digo-, puede pretender dar lecciones a «Convergencia» de nada. Precisamente, cuando fue «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» el único grupo electoral entonces (octubre de 2019); el único -digo-, que condenó de manera pública e inequívoca, el alquiler del Gran Salón de Actos (hoy, «Cátedra Mayor») del Ateneo de Madrid, a Falange de las JONS. Ver, por favor, aquí:
Ningún otro grupo del Ateneo lo hizo entonces, ninguno… Es cierto, que el «Grupo 1820» no existía entonces. Llegó al Ateneo, precisamente, un poco después (atención).
Sé que a los «seguidores» y a las «seguidoras» (en su derecho) quienes aún le quedan a Armindo Hernández Montero, bien que pocos/as, les solivianta sobremanera que yo recuerde «lo» de Falange de las JONS. Es, en fin, lo de siempre: miran «al dedo» pero no a «la luna» (parafraseando a Confucio). Nada que hacer, desgraciadamente, con personas así. No importa cuántas evidencias se les pongan ante los ojos, no importa… es algo más allá de la razón.
Y entonces, nada podemos hacer, con esas personas, nosotras las de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», por cuanto nosotros/as sí procuramos obrar conforme a razón; hacer «por» y «con» buenas razones.
Y así, a quienes no les sea indiferente la verdad, los hechos objetivos, documentados, y públicos; para esas personas -quienes sigo pensando son la mayoría también en el Ateneo de Madrid y no quienes cierran los ojos a la realidad por la sola causa de que les incomoda-, yo debo seguir recordando algunos hechos. Bien documentados, públicos.
(Y nadie tema, pues no dejaré de recordarlos cuantas veces sea preciso)
Sobre el acto de Falange de las JONS aprobado por la Junta de Gobierno presidida (octubre de 2019) por Juan Armindo Hernández Montero, ver (hay muchísimo en los Medios, claro está), por ejemplo aquí:
Y aquí:
https://diario16plus.com/el-fascismo-vuelve-a-invadir-el-ateneo-de-madrid/
Y aquí (esto fue una iniciativa popular de protesta contra Armindo Hernández Montero por el acto de Falange de las JONS. Recogió casi 3.300 firmas):
Y ver también aquí, que es donde Armindo Hernández Montero, trata de «justificar» el acto de Falange de las JONS que él y su Junta de Gobierno aprobaron, diciendo que era un acto (sic) «privado». Además, echan la culpa a una «conspiración de los Medios» (sic), todo el revuelo causado. Impagable Armindo, impagable… Ver, por favor, aquí:
Pero además -y esto, atención, nos devuelve al Asunto del Reglamento histórico y vigente del Ateneo de Madrid; ruego atención…-; además, es que está también documentado y también público, el desprecio y el ataque, la descalificación de Armindo Hernández Montero, cuando era Presidente de la Junta de Gobierno, al Reglamento social, histórico y vigente, del Ateneo de Madrid.
Yo sé que recordar esto causa también enorme irritación entre las personas quienes, por los motivos que fuere (siempre respetables, conste), siguen en ese pequeño grupo en torno al ex-Presidente Armindo Hernández Montero; recordarles que cuando fue Presidente abogó públicamente y en Prensa, por modificar el Reglamento del Ateneo de Madrid y en un sentido -¡atención!-, muy parecido -por no decir idéntico-, al de Luis Arroyo.
(Por eso éste -¡precisamente!- más de una vez, se lo ha echado a la cara, la incongruencia, en Junta General. Todo el Ateneo ha sido testigo).
Yo sé que quienes, en su derecho, siguen en ese pequeño grupo menguante -se mantiene, en verdad, por la «vida asistida» que le da el propio Luis, luego lo explicaré-, se irritan conmigo por decir esto. No se irritan en cambio –que es lo que deberían-, con Armindo Hernández Montero por decir esto y siendo entonces Presidente, véase por favor:
Hago un extracto, para que quede aún más claro:
«El endiablado sistema para elegir a los dirigentes del Ateneo aparece como un gran escollo (…) Hernández (Juan Armindo Hernández Montero, nota mía) subraya que este reglamento, en apariencia más democrático, impide la planificación a medio y largo plazo. No obstante, la reforma de estos estatutos tan obsoletos, inspirados en prácticas del siglo XIX, nunca se ha planteado en serio o al menos no ha prosperado»
Esto es, noviembre de 2020, por cuanto abogaba Juan Armindo Hernández Montero, cuando tenía poder directivo en el Ateneo. Más claro agua. Y sin embargo, seguirán algunas personas a su alrededor (es su derecho, insisto), creyendo que defienden el Reglamento histórico del Ateneo y creyendo -también- que defienden la República.
(Ya mostré antes en la Prensa cómo Armindo Hernández Montero, cuando fue Presidente del Ateneo, autorizó y justificó el acto de Falange de las JONS en la Cátedra Mayor del Ateneo de Madrid).
Pero ya se sabe que no hay mayor ciego que quien no quiere ver… yo no me molesto ya en escribir para esas personas, no: escribo para otras. Sí les digo, a las primeras, que recíprocamente, por favor, ni se molesten en intentar condicionarnos; en decirnos qué tenemos y qué no tenemos que hacer, a cuáles Juntas Generales ir o no, cómo tratar a Luis Arroyo y al «Grupo 1820».
Sencillamente, no tienen autoridad moral para decirnos nada. No quienes condescendieron con Falange de las JONS y quienes, además, cuando fueron Gobierno del Ateneo querían el mismo cambio de Reglamento que luego ha pretendido el «Grupo 1820». Aquí están las pruebas, aquí… Las he dejado.
Pero, obviamente, absténganse personas «ciegas por voluntad y por destino» (parafraseo al poeta Luis Rosales, precisamente), y personas sin razonamiento ni ganas de tenerlo. Yo escribo para otras personas, ya lo he dicho.
Sí hago esta comparativa, por favor, véase, aquí:
Hago también aquí un extracto, para que se vea:
«Yo llegué a la Junta de Gobierno en tiempos de crisis; me considero en estas labores, si no suena mal el decirlo, una persona de tiempos de crisis; la derivada de la general. Entiendan, por tanto, que soy el primer interesado en que salgamos de ella. Pero no de cualquier forma. Eso no es necesario (…) Poner en peligro un sistema institucional que garantiza los derechos de todos»
Esto es, junio de 2012, por cuanto abogaba yo cuando tenía poder directivo en el Ateneo. De hecho, acababa de ser reelegido por tercera vez consecutiva (lo fui un total de cinco, hasta que dejé de presentarme al cargo) para una de las Secretarías de la Junta de Gobierno y siendo Coordinador de la Comisión de Actos del Ateneo.
Creo que cualquier lector, lectora, inteligente, verá claramente la continuidad y coherencia entre lo que yo decía hace doce años y desde el Gobierno del Ateneo, y cuanto digo ahora y no estando ya desde hace muchos años en ese Gobierno. Pero aunque procuro ajustarme a las circunstancias, es claramente perceptible mi continuidad de pensamiento, de ideales… compárese, por favor, compárese… con la completa divergencia entre lo que decía Armindo Hernández Montero cuando estaba en el Gobierno del Ateneo, y lo que dice después de que Luis Arroyo le sacara de él triplicándole en votos.
Y esto, atención, tiene mucha importancia en términos éticos, morales. Porque -mucha atención, lo ruego-, es lo parecido entre lo que una persona dice y hace teniendo poder, y cuanto dice y hace no teniéndolo, lo que define una coherencia y una honestidad en términos políticos. Mucha atención a esto, por favor…
No significa que uno, una, sea exactamente igual en una posición, que en otra. Yo no digo esa simpleza. Yo, con perdón, no soy «tonto». No he sido el directivo más veces consecutivas elegido para una Secretaría de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid en toda su historia por ser yo «tonto», no… sé muy bien que las distintas posiciones, significan distintos condicionantes. Cuanto digo sin embargo, es que uno, una, aunque en distinta posición, y sus condicionantes, debe seguir luchando por los mismos ideales, los mismos principios, los mismos valores. No cambiarlos por el hecho de cambiar de posición. Que es, lamentablemente, lo que tantas veces pasa en el Ateneo de Madrid y también fuera del Ateneo de Madrid. Yo estoy hablando claro. No entienda quien no quiera entender.
Digo por tanto -y ello es lo más importante en esta parte-, que a las personas de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», no pueden pretender darnos lecciones de defensa del Reglamento del Ateneo de Madrid, quienes han abogado públicamente por sustituirlo, ni tampoco quienes, en su momento (mayo de 2019) apoyaron a esas personas para directivas del Ateneo. Lo siento mucho, nadie se ofenda. Pero lecciones de eso, a «Convergencia» precisamente, no, no.
Fue iniciativa (atención), de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», iniciativa nuestra -repito-, crear en el otoño de 2021 lo que fue la alianza electoral «En Defensa del Reglamento». Luego se vio que varias personas -actualmente, ya en el «Grupo 1820» (atención)-, se sumaron a ella solamente para mantener sus puestecitos en Secciones. No por ninguna convicción, no por ningún principio.
Cuando -tras unos éxitos electorales iniciales-, ello ya no estuvo garantizado, se pasaron al «Grupo 1820» para seguir manteniendo esos puestecitos. Esa es la verdad objetiva y todo el mundo en el Ateneo la sabe, aunque muchos disimulen (es su derecho).
Luego, para otras personas – precisamente, las del entorno del ex-Presidente Armindo Hernández Montero-, la alianza «En Defensa del Reglamento» fue solamente un vehículo para una «caza singular» contra Luis Arroyo. Sin más consideraciones; sin entrar a las cuestiones de fondo, al análisis de conjunto… a nada, más que a la inquina personal.
(Además, y por supuesto, de seguir acusando a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», de esto y de lo otro).
Y ahora yo veo claro el motivo; yo quien -lo admito-, tuve esperanzas en la alianza «En Defensa del Reglamento» y por ello la impulsé con todas mis fuerzas. Pero la razón del fin de esa alianza, está claro: no se puede defender el Reglamento social del Ateneo, con quienes, en el fondo, no creen en ese Reglamento y -como el Sr. Armindo Hernández Montero-, bien claro lo dejaron en su momento.
Pensé que cambiarían. Me equivoqué. Fue en la superficie. No en el fondo (que «cambiaron»). Yo también me equivoco (a veces…). Pero ahora ya sabemos a qué atenernos.
(Pero señalo esto, también, para quienes siguen proyectando de mí una imagen «inflexible». Ya he dicho que soy «firme», no inflexible).
Hay otros factores, y no pequeños, los cuales asimismo llevaron al final de la alianza «En Defensa del Reglamento»:
– Una parte neoliberal en directa coordinación con la parte neoliberal de arribistas del «Ateneo anterior» adherida al «Grupo 1820», pero quienes ya están pensando en el futuro post-Luis Arroyo (mucha atención a eso, por favor).
– Otra parte catastrofista y directamente abonada al «no hay nada que hacer» salvo el «ir a los juzgados». El propio Armindo Hernández Montero y no casualmente (atención), fomentó del todo adrede ese derrotismo, esa absoluta falta de fe en las urnas del Ateneo de Madrid (muy falangista eso de no creer en las urnas, por cierto…), cuando dijo en una reunión de «En Defensa del Reglamento», que la votación sobre el Reglamento del Ateneo de Madrid que se iba a hacer en mayo de 2023, «estaba perdida». Lo dijo literal. Bastantes personas testigos de cuanto afirmo, hay. No me importa cuánto de «abducidas», o no, estén. Si aún no han olvidado lo que significa decir la verdad, lo admitirán.
Sólo «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» sostuvo entonces que la votación del Reglamento de mayo de 2023, podía ganarse para el Reglamento social e histórico, el vigente, del Ateneo de Madrid. Sólo -como grupo organizado, digo-, «Convergencia». ¡Y se ganó!
Y se ganó, precisamente, porque, a partir de esas declaraciones de Armindo Hernández Montero, «Convergencia» resolvió dejar la alianza «En Defensa del Reglamento», a pesar de haber sido su creadora. Y no es casual que, tan pronto salió «Convergencia», esa alianza dejó de existir.
Repito la razón: porque a una parte de ella -de esa alianza-, nunca le interesó realmente defender el Reglamento social del Ateneo (sólo, eso sí, para «Cuestiones de Orden» en las Juntas Generales, y hasta saturar. ¡Ah! Eso sí, eso sí…). Sólo le interesó, a esa parte, el «ataque ad hominem» a Luis Arroyo.
¿Y mi amigo Luis, mientras tanto? Pues encantado, naturalmente, encantado. También yo lo estaría en su lugar, también… cuando -en lugar de una argumentación seria y de fondo-, cuanto hay es un montón de ocurrencias incidentales y de detalle «ad absurdum».
«Ahí» han querido llevar a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». Ahí siguen deseándola llevar algunas personas, todavía. Desengáñense para siempre, pues no la llevarán ahí jamás. No nos llevarán.
(Y conste que eso es también cuanto le gustaría a mi amigo-rival Luis Arroyo, yo lo comprendo, conste. Pero no, no… ya lo he dicho).
Esto enlaza, justamente, con cuanto ya he enunciado: que ese «3er grupo» electoral, nucleado fundamentalmente en torno al ex-Presidente Armindo Hernández Montero (aunque en las elecciones de mayo de 2023 no dio la cara. Pero la dio María Teresa Pedraza por él, yo lo lamento…), goza de buena consideración material por parte del actual Presidente, Luis Arroyo, especialmente tras de su fracaso (el de Luis), en la votación sobre el Reglamento de mayo de 2023. ¿Es casual que ese junio la Junta de Gobierno por él presidida, aprobase una «Agrupación Republicana Ateneísta» presidida -precisamente-, por Armindo Hernández Montero? Es legítimo. Pero no casual.
Y así, junto a la «Tertulia Republicana» -que gestiona actualmente y desde hace ya unos siete años, el grupo de Armindo-, tiene ahora -dicho pequeño grupo-, también esa «Agrupación Republicana Ateneísta». Es todo reglamentario, yo no lo pongo en duda, bien claro lo digo. Pero igual de claro digo, que como a las personas «de Negrín» y «de Convergencia» -precisamente, justamente, por ser también las de un filósofo como Carlos París-, la ética y la moral nos importan, y nos importa lo que significan las cosas y no simplemente el tenerlas como sea (ya lo he dicho); por eso precisamente, por eso…, digo, que quien quiera ese tipo de «republicanismo» (sic) del Ateneo; el «republicanismo» (sic) que trajo y justificó a Falange de las JONS en octubre de 2019 y atacó en Prensa al Reglamento social, histórico, y republicano (añado) del Ateneo de Madrid; quien quiera todo eso lo cual ya he probado documentalmente líneas arriba y aún así lo quiera; con todo respeto yo le digo a esa persona o personas, que se olviden entonces de nosotros/as, las personas «de Negrín» en el Ateneo de Madrid. Mejor que se olviden.
Pues, en estos casos, la ignorancia no exime. Y quien algo quiera de un lugar como el Ateneo de Madrid, tiene como mínimo el deber de documentarse un poco, de leer un poco, de saber un poco. Lo afirmo con toda conciencia.
Entiendo que para no pocas personas, el Ateneo de Madrid sea esencialmente «cuatro paredes y un techo». Pero para nosotros/as, las personas «de Negrín», y también las personas «de Convergencia», es mucho más. Quien no entienda eso, mejor que no nos busque. Lo digo con la mejor de las intenciones, conste.
Iba yo explicando, que ese «3er grupo» (en términos electorales), le es útil -a efectos de su propia propaganda-, al «Grupo 1820» encabezado actualmente por Luis Arroyo. No es ofensa lo que digo. Señalo una estrategia política interna. Como tal estrategia, legítima. Pero -moralidad aparte-, creo que el tiempo la va a ir revelando errónea. Ya hay signos de eso, para quienes sepan ver.
Sin duda, que las Juntas Generales periódicas suelan convertirse en campo de rifirrafes y demasiadas veces en torno a minucias, en vez de ser un ámbito de serena exposición de argumentos incluso cuando sean contrarios; eso -digo-, favorece en apariencia, en un primer momento, el relato el cual -al menos hasta ahora (puede que esté cambiando; ojalá. Aún no pude analizar a fondo)-, ha sostenido el Presidente Luis Arroyo: una victimización evidente (no sin ninguna razón cuando la hace. Pero también interesada) «frente a veinte socios vociferantes» (sic). Y derivado de ello -lo más importante-, la «necesidad» (sic) de sustituir el Reglamento social del Ateneo de Madrid, por un Reglamento de espíritu corporativo-empresarial.
Ese ha sido, hasta ahora, el rédito político interno que el Presidente Luis Arroyo ha sacado de ese «3er grupo electoral» que no es el «Grupo 1820» ni «Convergencia para la Estabilidad Democrática». Y sin embargo…
… me aventuro a señalar que, aparte el hecho objetivo e incontestable de que no le ha sido suficiente para implementar el Reglamento corporativo-empresarial que ya por dos veces ha intentado; aparte eso -digo-, la fórmula (la de «usar» a ese «3er grupo» como «justificación» para la «reconversión» del Ateneo de Madrid), empieza a mostrar síntomas claros de agotamiento. Por más que las personas de ese «3er grupo», en su «ignorancia» (algunas), en su «juego» (otras), sigan prestándose a la maniobra con fruición digna de mejor causa.
Y a la postre, vaticino que esa estrategia le irá mal a Luis Arroyo. Mal en términos ateneístas. Mal en términos institucionales. Yo estoy, en esta parte, tratando de hacer un análisis ponderado; «considerando en frío, imparcialmente», que escribiera el peruano universal César Vallejo (estuvo en la España republicana y en el Ateneo de Madrid en los años 30 del pasado siglo).
Hechos recientes los cuales ya he señalado en anteriores artículos (como el asunto de la subvención de 100.000 euros de la Comunidad de Madrid o el asunto de Alicia Delibes como Presidenta -yendo con las siglas del «Grupo 1820»-, de la Sección de Ciencias de la Educación del Ateneo de Madrid), a mí me parece que indican un aumento de la presión del sector neoliberal -el cual tiene consigo conscientemente Luis Arroyo-, sobre el Gobierno del Ateneo.
Y Luis -buen «domador de fieras», lo reconozco-, pienso sin embargo que yerra si cree poder domeñar al neoliberalismo con sus fuerzas actuales. O con las del «3er grupo». Esto porque -a un lado el tamaño objetivo de ese grupo-, recuerdo una vez más que dicho «3er grupo» tiene también una parte neoliberal. Y no pequeña, dentro de sus proporciones. Cuestión distinta es que “no les caiga bien» Luis, por razones las cuales solamente a esas personas incumben. A mí no.
A mí no se me escapa -lo he dicho al comienzo de este escrito-, que la gran tentación/presión para el «Grupo 1820» en general (recuerdo siempre: hablo de sus personas «de verdad», no de las adheridas oportunistamente del «Ateneo de antes»), y para Luis Arroyo en particular, va a ser ese «Gran Pacto Neoliberal» (atención) sobre la base -por supuesto-, de un tercer intento de Reglamento corporativo-empresarial para la asociación Ateneo de Madrid.
Ya hemos demostrado documentalmente, en la Prensa Pública, que Armindo Hernández Montero quería algo idéntico o muy similar (sucede, que lo quería «siendo él el Presidente». ¡Toma, claro!). Y es ahí donde entrarían en juego personas «ateneístas de siempre» (sic) adheridas hoy por oportunismo al «Grupo 1820», pero a quienes les fue bien durante la exigua Presidencia (junio de 2019-mayo de 2021) de Armindo. Pues por la debilidad política interna de éste (resultó elegido con un total de apenas 117 votos, el menor número de una Presidencia electa del Ateneo en siglo y medio), aquello fue -digámoslo así-, «una fiesta» y una «barra libre» para los peores oportunismos dentro del Ateneo. Prefiero no entrar en detalles ahora… sólo reafirmo, que resulta comprensible que Arroyo le triplicase en votos en la primera ocasión cuando Armindo tuvo que intentar revalidar su Presidencia, y hasta yo mismo casi le duplicase. Normal, normal…
Pero vengo a decir, que para toda una parte oportunista sumada al «Grupo 1820», el tiempo del ex-Presidente Armindo Hernández Montero, no fue un mal tiempo. Y en un muy hipotético escenario con Luis Arroyo y su «Grupo 1820» ardidos, les iría bien volver al hoy casi inexistente grupo de Armindo. A estas personas les iría bien. Al Ateneo de Madrid, seguro, le iría mal. Pues si en solamente dos años de mandato, puso a Falange de las JONS brazo en alto y con la camisa azul (literal, búsquense fotos…) en el Gran Salón de Actos del Ateneo de Madrid, imagínese de qué no sería capaz Armindo Hernández Montero con más años en la Dirección del Ateneo. Imagínese…
Pero esos tiempos, aunque a algunas personas (legítimamente, sí), les gustaría que volviesen, no volverán. Eso podemos aseverarlo las personas de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». No volverá aquel Ateneo que alcanzó entonces «su punto más bajo» (palabras literales… de Luis Arroyo. Le damos, en esto, la razón).
Tampoco volverá el Ateneo «de Carlos París», lo sé igualmente, y lo lamento. Pero el Ateneo «de Armindo», seguro, no, nunca. Parafraseando a nuestro ilustre consocio ateneísta, General Prim, «jamás, jamás, jamás».
Y sin embargo, lo que sí pueden venir, son tiempos en que el neoliberalismo -que ya ha «clavado bandera» visible-, se haga con el Ateneo de Madrid. Y destruya, no sus paredes, pero sí su espíritu.
Luis -repito-, cree que puede «navegar». Pero yo creo que no puede. No es cuestión de «aptitud» o «ineptitud». Son otras cosas. Cosas la cuales Luis tal vez cree que controla, pero no controla.
(Cuestión distinta es que le «importe un bledo» qué será del Ateneo de Madrid en unos años. Yo no creo eso; yo no quiero creer eso…).
Por ello -atención, pues ya voy terminando-, al «Gran Pacto Neoliberal» que se le ofrece, yo le ofrezco como alternativa un «Gran Pacto Social». El cual sería apreciablemente mayor en número y muchísimo mayor en solidez.
Y es en ese marco, y solamente en ese marco (repito), cuando desde «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», podríamos estudiar, considerar…, alguna posible mejora de alguna parte del Reglamento del Ateneo de Madrid. Porque -mucha atención, por favor-, solamente nosotros, nosotras, quienes -como grupo-, hemos sido los únicos, las únicas, quienes hemos defendido el Reglamento en todo trance; tanto desde el Gobierno del Ateneo, como fuera de él; solamente nosotros/as -digo-, podemos garantizar (sí: «garantizar»), que si hubiese alguna modificación del Reglamento ateneísta, ésta no afectase en nada a su profundo componente social, participativo, e igualitario. Como ya he escrito, a su arquitectura histórica.
Ahora tal se vez se entienda del todo (menos, ya digo, para quienes nunca quieren entender nada), se entienda… mi «mano izquierda tendida».
Que no es ni puede ser «una mano sin condiciones». Que es -justamente-, una mano para que Luis Arroyo y su «Grupo 1820» no tengan excusa para «cogerse a una mano derecha» (como hay intereses los cuales empujan a ello). Y es -la mía y la de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo»-, una mano difícil, lo sé. Pero por eso, también, es la correcta.
Yo estoy haciendo una propuesta social, seria, democrática y de izquierdas (repito). La estoy haciendo pública y abiertamente (reitero). La estoy haciendo desde la responsabilidad para con el Ateneo de Madrid (para mí esta Asociación no es «un juego»; es una responsabilidad histórica y también personal, por cuanto le he dedicado nueve años seguidos de mi vida como directivo de Junta de Gobierno, y veintitrés como socio hasta hoy). Y la estoy haciendo -la propuesta de Convergencia-, desde la consciencia de no ser parte mayoritaria -actualmente-, del Ateneo (y a bastante distancia por detrás de la mayoritaria). Pero con igual consciencia de ser la segunda mayor parte y también a buena distancia por delante de otras partes.
Valórese entonces; valoren quienes deban.
Y viene, por último, la «gran pregunta» que en estos días se me hace: ¿crees que Luis Arroyo considerará tu propuesta? Con sinceridad -procuro siempre ser sincero…-, veo pocas posibilidades, alguna hay, eso sí. Pero intuyo –y veo signos-, que la «gran tentación» (prosigo con ese nombre), es a pequeños acuerdos con la «miríada derecha». Es lo aparentemente más fácil. Sería también, de confirmarse, realmente un gran error. Tanto para Luis, como para su «Grupo 1820» (para «los/las de verdad», siempre especifico), como para el conjunto del Ateneo como entidad social. Pero, en fin, ya somos personas adultas, todas. Yo, como ya escribí en «Diario 16 plus», considero que ya he cumplido -con mi conciencia ateneísta-, al hacer esta propuesta.
No quiero dejar de recordar, que Luis Arroyo Martínez, cuando era entonces todavía un candidato a la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo, quizá, tal vez, un poco más idealista que hoy, no tuvo problema en reconocer la época de Carlos París con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», como -son sus palabras literales…-, «el último momento un poco notable». Ver, por favor, aquí:
Luego, ya presionado -en mi opinión-, por el sector neoliberal y el oportunista de personas adheridas tras su victoria electoral (que son, operativamente, el mismo sector); luego -digo-, Luis Arroyo dejó de señalar en Medios lo notable de la época de Carlos París con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». Dejó de hacerlo. Y no fue, seguro, casual.
En cualquier caso, lo que resulta seguro es que Luis Arroyo va a tener que elegir para el futuro:
Acordar con quienes mantenemos los valores éticos y sociales de Carlos París, o acordar con quienes pusieron a Falange de las JONS en la Cátedra Mayor del Ateneo de Madrid en 2019 y -no olvidemos…-, con quienes entonces miraron hacia otro lado, y callaron.
No sé si la elección es sencilla. Pero sí sé que es, le guste o no, la que más pronto que tarde va a deber hacer Luis Arroyo. Él personalmente, desde luego. Y colectivamente, el grupo socio-electoral del Ateneo de Madrid el cual actualmente él encabeza, el «Grupo 1820, también va a tener que hacerla; esa elección.
En «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» siempre confiamos en lo mejor. Pero también siempre estamos preparados, preparadas, para lo peor. Así se ha conformado también nuestra historia ateneísta de catorce años ya.
Hemos visto en este tiempo quienes estaban -y siguen-, con nosotros/as por principios, y quienes -en su derecho, conste-, sólo estaban con nosotros/as porque éramos, entonces, el Gobierno del Ateneo de Madrid. Reconozco que es una experiencia enriquecedora esa; nos «curte».
Muchas gracias a quienes han confiado y confían en nosotros/as. No importa si no siempre lo hicieron; si antes no lo hicieron. Importa que lo hacen ahora.
Nuestro compromiso es que el Ateneo de Madrid, en su modo social, muy democrático, igualitario, participativo y plural, no desaparezca. Y no sustituido por una entidad -en la práctica-, corporativa y con ánimo de lucro. Eso, mientras exista «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», no sucederá. Repito: «no sucederá».
Nuestra fuerza y nuestra energía, por ser fruto de convicción, no decaen, no merman. Antes bien, se aceran y aquilatan, se fortalecen.
Ya lo he dicho y lo repito: Luis puede -y aunque no lo quiera, va a tener que-, elegir: inestabilidad por la derecha, el neoliberalismo, y el oportunismo individualista, o estabilidad por la izquierda, el compromiso social, y la altura de miras.
A nosotros/as se nos puede razonar. Pero no hay nada cuanto se nos pueda «dar», ni nada que se nos pueda «quitar», para convencernos de algo en lo cual nos creamos.
Nosotros/as solo «funcionamos» con buena razón y buena fe. La filosofía de Carlos París reconcilia ambas, precisamente.
Somos conscientes de la enorme importancia de cuanto está en juego en la asociación Ateneo de Madrid; la importancia material, moral y simbólica. Un gran espacio en el corazón de la capital de España. El poder basado en el lucro o el que basa en el altruismo mutuamente enriquecedor. Una asociación con más de doscientos años y fundamental en la Historia de nuestro país en ese tiempo.
Somos conscientes de la enorme desproporción de Medios. No sabemos si nuestra peripecia tendrá Memoria. Pero si la tiene, será también la de quienes, con todo en contra, nos ayudaron. Nosotros/as no les olvidaremos, no.
Nosotros/as, «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», pequeño grupo social, transmitimos un gran mensaje: no todo está escrito. No todo el dinero lo puede, el Capital.
En octubre de 2022, se nos dijo: «No tenéis nada que hacer, perderéis vuestra Estatuto asociativo; vuestro Reglamento». Pero lo mantuvimos. En mayo de 2023, se nos volvió a decir: «Ahora es con más fuerza, ahora seguro lo perderéis». Y lo volvimos a ganar y con más fuerza (nosotros/as).
Volveremos a ganar, si se nos fuerza.
Yo estoy intentando evitarlo. No porque tenga «miedo». Quien sepa leer, verá mi confianza en cada artículo. Si quiero evitar esa batalla, aunque sea democrática, es porque sé el enorme coste de energías que supone, lo sé…
Pero si hay que volver a darla, volveremos a darla.
Yo estoy ofreciendo una alternativa razonable. Ojo también quien intente «tomarnos el pelo». No se ignore que por algo somos el grupo electoral más veterano, más constante, más permanente… del Ateneo de Madrid.
El tiempo es infinito… nuestra mano izquierda tendida, no. Y si el «Grupo 1820» no la valora (es su derecho), encontraremos entonces -seguro-, quien la valore. Y nadie podrá pedirnos responsabilidades morales entonces. Por mantener el Ateneo social que defendimos con Carlos París haremos, en términos democráticos, lo que sea necesario.
Somos de ética radical, por Carlos París. Pero nuestras formas son moderadas. En otras personas del Ateneo, es justo lo contrario (en su libre albedrío, claro).
Termino pues hoy, citando a Carlos París, su último libro publicado en vida, «Ética radical (los abismos de la actual civilización)», primera edición año 2012 (cursivas mías):
«Al llegar al humano, la gran novedad es que la actividad recreadora se ha despojado de los determinismos que guiaban las transformaciones físicas, vegetales, biológicas, y se ha convertido en un proceso selectivo entre múltiples posibilidades. Decidir entre ellas no es sólo un problema de economía y de eficacia técnica, tal como clásicamente se ha creído; es una cuestión que concierne a nuestra moral (…) Estas decisiones no pueden estar guiadas por meros imperativos de eficacia. La responsabilidad y la ética, como iremos viendo, ingresan en el mundo de la realidad técnica (…) El afán de beneficio inmediato, a corto plazo, está devorando nuestro desarrollo y devorándose a sí mismo. Estamos en la civilización de la inmediatez y del oportunismo (…) Frente a tales maniobras conceptuales, mantengo la superioridad radical del altruismo (…) en la perspectiva de su racionalidad, que puede ser demostrada (…) Y demostrar la inferioridad, no sólo del capitalismo, sino de todas la sociedades basadas en la división en clases»
Dicho queda, no por mí, en este caso (aunque lo suscribo, ciertamente), mas por un filósofo con un poco de poeta, según ya escribí.
Y decidan bien, sabia y éticamente, a quienes corresponda, ahora, decidir.
Sobre esto, hace ya tiempo que yo tomé mi decisión.
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