Actualización del 2 de marzo de 2023:

Actualización de 2 de marzo de 2024:

Notas sobre Carlos París como filósofo comunista» (publicado hoy en Diario 16+)

Pulsando en este enlace…
 
 
… puede leerse mi texto.
 
Aquí en twitter:
 
 
En esta ocasión no trato para nada la política interna de la asociación Ateneo de Madrid y sólo hay un par de referencias a la entidad, como contexto.
 
Lo demás es cuanto se enuncia en el título: una exposición mía del pensamiento político-filosófico de Carlos París, con quien estuve en la Junta de Gobierno ateneísta entre junio de 2009 y el 31 enero de 2014 (cuando falleció).
 
Reelaboro algunos materiales escritos que hice en torno al décimo aniversario. También una parte nueva. Pues ahora, tras algunas reuniones políticas mías (de «política general», hablo; no de la interna del Ateneo. Ahí, como ya escribí, estoy en un «compás de espera» el cual durará algún tiempo), he estimado pertinente hacer y publicar este texto.
 
Por el importante momento que se vive en cuanto hasta ahora se ha considerado, aquí en España, izquierda más «alternativa» (y en la cual yo siempre me he ubicado, al igual que Carlos París se ubicó desde mediados de los años cincuenta y hasta el final de su vida).
 
En el momento actual; en el profundo debate político, cultural, social e ideológico, creo que es importante «volver» a Carlos París. Pues su análisis y su propuesta, siguen vigentes. No olvidemos que el último libro que escribió, lo publicó en 2012. Se refiere del todo a nuestro mundo de hoy.
Además, a mi parecer (y no sólo el mío…), ese libro -«Ética radical»-, es muy posiblemente el que mejor define el pensamiento de Carlos París. Un pensamiento -como él nunca ocultó-, comunista.
 
Así pues, para contribuir yo (también comunista) al debate de la izquierda actual, comparto este pequeño trabajo que he hecho.
 
Además de lo político, puede servir también, quizá, para animar a conocer la obra de quien ya es por derecho -se esté de acuerdo o no con sus ideas, que yo lo estoy, como ya he dicho-, una cima en nuestro país de la filosofía contemporánea.
 
Gracias por la atención. Agradezco también difusión.
 
Miguel Pastrana de Almeida
 

Artículo original de 31 de enero sobre encuentro homenaje a Carlos París:

Por Miguel Pastrana de Almeida.Militante de base del Partido Comunista de España en Madrid (el PCM). Secretario en la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid (2008-2017). Coordinador de Actos del Ateneo (septiembre 2009-junio 2015) con la Presidencia de Carlos París, fallecido el 31 de enero de 2014

ACTUALIZACIÓN DE 31/1/2024: Cordiales saludos.

En el largo texto que escribí con razón de Carlos París, dije cómo solía referir cuánto le llamó la atención, en la América Latina de los años 80, la imagen de un soldado de un país con un Gobierno, revolucionario, guardando una humilde escuela aldeana de los ataques de la Contra-revolución (financiada por el Gobierno de los Estados Unidos). Esto a C. París no se lo contaron, lo vio él, y lo contaba, como ya escribí.

He recordado luego yo una grabación donde C.Parìs lo cuenta, puede verse pulsando aquí, por favor:

Sus palabras son las primeras. Repárese en cómo C. París lo eleva a metáfora -tal en otras notables personas de la Filosofía, hay también Poesía en su obra, ya lo escribí-, de defensa de la Cultura Popular frente al Capitalismo. De hecho, C. París, en esa corta intervención, lo explicita, al señalar como el mayor peligro de nuestro tiempo en el campo de la Cultura, su apropiación por los intereses del Mercado; el mercantilismo, el capitalismo (en fin).

Y esto, «no lo digo yo» -que también-, lo dice el propio Carlos París, véase en este corto vídeo, por favor.

Yo, en esa época, sobre todo, escuchaba y aprendía (sí: el de pelo y barba negros -entonces-, quien aparece entre los oyentes, es quien ahora escribe).

De lo que habla C. París, lógicamente, atañe a una asociación de tanta envergadura, y significación en la Cultura -también, en la Política-, de España desde principios del siglo XIX, como el Ateneo de Madrid.

Esta tarde, a las siete y media, en el Ateneo, «sí me toca» hablar a mí de todo esto, y junto a personas, también del Ateneo, a quienes aprecio y admiro: María de la Paz González, Carlos Hermida, Pedro García Bilbao…

Sirvan estas líneas entonces, también, de recordatorio por mi parte. Es un acto público de entrada libre, recuerdo. Sala «Ramón y Cajal» del Ateneo de Madrid.

Por cierto y hablando de Poesía, mientras redactaba yo esto, he recibido una invitación, por parte de quienes organizan – personas ateneístas veteranas, aunque ahora estén (por supuesto, siempre en su derecho), bajo las nuevas siglas «Grupo 1820»-, una invitación, digo, a recitar un poema en el acto el cual también hoy, a partir de las 18:00 hrs, tiene lugar en la sala «Cátedra Mayor», con razón del 90 cumpleaños del ateneísta Federico Mayor Zaragoza. Agradezco de veras la invitación, que viene por parte de personas a quienes nunca he dejado de llamar amigas, aunque ahora sus posiciones sobre el Ateneo sean muy distintas a las mías.

He contestado que, si el organizar el acto con razón de C. París, me permite estar un rato antes en el acto con razón de F. M. Zaragoza, lo haré con mucho gusto. Aún no puedo aseverarlo. Depende de cómo avance en mi tarea hoy respecto al otro acto.

Ya escribí que, aunque le he tratado poco, mi relación con Mayor Zaragoza es buena. Apoyó por escrito la candidatura que encabecé en 2022, por ejemplo. Pero sobre todo, es que su Pensamiento social y ateneísta, creo está próximo al de París, por consiguiente (y sin compararme), también al mío.

Me he comprometido, en esa invitación que se me ha hecho -y la cual agradezco, reitero-, a no hablar de Política, ni ateneísta tampoco. Lo entiendo y lo respeto. Se me ha invitado a recitar un poema por el cumpleaños de Federico. Así lo haré, si puedo estar a tiempo. Yo siempre cumplo aquello a lo cual me comprometo, eso en el Ateneo todos lo saben.

Sí transmitiré igualmente la felicitación a Federico en nombre de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», pues me consta que F.M.Zaragoza tiene gran estima a la figura de Negrín.

Por lo demás, no «teman» quienes me han invitado a participar en el acto: de Política, y ateneísta también, yo ya hablaré a partir de las siete y media y en la contigua sala «Ramón y Cajal».

Como ya he escrito, y contando además con que mi propia intervención será la última, invito cordialmente a quienes deseen del acto homenaje a F. M. Zaragoza, cuando éste finalice, a incorporarse si gustan al acto con razón de C. París, aunque sea en sala más pequeña. Confío no quedarán defraudados…

Sobre política ateneísta y con el «Grupo 1820», servidor -como «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», siglas más antiguas y las cuales formamos con Carlos París-, yo ya he escrito varias veces, que sólo hablaré, trataré…, con las personas quienes formaron «originalmente» ese Grupo (Luis Arroyo, etc.) y llegaron al Ateneo a partir de 2020.

No hablaré de política ateneísta, por más que pueda seguir llamándolas personas amigas, entiéndaseme, con quienes luego y dejando anteriores convicciones (si las tuvieron), se les han incorporado por ser, dicho «Grupo 1820», actualmente, el Gobierno del Ateneo de Madrid.

Respetable decisión, ya he dicho. Pero también lo es la mía: yo sólo hablaré -en términos serios de política ateneísta-, con las personas «originales», repito. Nadie «tema», pues, si finalmente me da tiempo a intervenir en el acto de la sala «Cátedra Mayor» del Ateneo esta tarde. Agradezco en cualquier caso la invitación, reitero.

Agradezco asimismo la asistencia al acto en la sala «Ramón y Cajal» también del Ateneo, a partir de las 19:30 hrs (mi propia intervención será, en este caso y poco frecuente, la última, ya he dicho).

Ahí sí hablaremos, «y hablaré», de Política, y ateneísta, cultural, también. Ahí sí…

Muchas gracias. Invito ahora a ver el vídeo -es corto-, y la intervención de Carlos París, primavera de 2011.

El miércoles 31 de enero de 2024, se cumplen diez años de la muerte de Carlos París siendo Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid.

Ese día, la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» organiza un acto público a las siete y media de la tarde en la sede social (del Ateneo).

Mediante este artículo, el cual escribo para «Neuronas Rojas y animando a difundir, invito a asistir al acto. Aunque de organización modesta, es de significado profundo.

Miguel_Pastrana_sobre_Carlos_Paris

PARTE PRIMERA

(Adenda: en el tramo final de esta escritura, he visto anunciado igualmente en la Web del Ateneo, para ese mismo día 31, en la «Cátedra Mayor» -antes, el gran «Salón de Actos»-, un merecido evento con motivo de que Federico Mayor Zaragoza, cumple noventa años el 27 de enero. Ese acto ha llegado luego a la programación del Ateneo. Esto, ni resulta infrecuente, ni es -al menos, no por mi honesta parte-, censurable. Si refiero ese otro acto el mismo día, es porque, por su hora de comienzo -las seis de la tarde-, creo que quienes asistan a ese acto, pueden luego acercarse al que hacemos a Carlos París. Y esto lo digo por una principal razón: porque Mayor Zaragoza -y está por escrito y en fecha tan reciente como la primavera de 2022-, es un ateneísta quien cree que el Reglamento -los Estatutos-, del Ateneo de Madrid vigentes -que son los de tronco común histórico-, son buenos y perfectamente viables. Lo ha defendido. Por esta razón, creo que al menos una parte de quienes asistan a ese acto, tienen buenos motivos, cuando termine, para acercarse «al de Carlos París», que empieza -ya lo he dicho-, a las siete y media. No estamos en absoluto tan distantes -no ya en espacio, mas en ideas-, con quienes realmente estén con el pensamiento de Federico. Ha defendido la vigencia de los Estatutos históricos del Ateneo, reitero. Ignoro si mis consocios y amigos Daniel Pacheco y Pedro López Arriba -quienes organizan/presentan ese acto-, dirán algo al respecto. Es cierto que, en su pleno derecho, se pasaron a las siglas «Grupo 1820» -luego referiré…-, las cuales, a diferencia de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», han preconizado la necesidad -en su opinión-, de un cambio profundo en los Estatutos. Pero ese cambio ha sido rechazado por dos veces en 2022 y 2023 en la urnas. Yo quiero creer que el «Grupo 1820» ha hecho reflexión democrática sobre ello. Confío -y uso la palabra en puridad…-, que tras esas votaciones, con la toma de posición clara de Federico Mayor Zaragoza, mis consocios ateneístas, y amigos, López Arriba y Pacheco, sean consecuentes, y diplomáticos, si les da por referir algo sobre ese Reglamento del Ateneo; el histórico, el vigente. Por supuesto, es su potestad cuanto digan o no digan en ese acto. Pero también, es su responsabilidad, en un momento importante para la asociación Ateneo. Yo confío, otra vez lo digo, en que respetarán las ideas sobre el Reglamento del Ateneo de Madrid que ha manifestado varias veces, y por escrito, Mayor Zaragoza. Y las cuales son poco distintas de las ideas que tenía París. Por eso, y porque hay poca distancia, animo sinceramente a quienes asistan al acto sobre Federico Mayor Zaragoza a las seis de la tarde, a que asistan también, si gustan, al acto sobre Carlos París a las siete y media. Y por supuesto, muchas felicidades a mi consocio ateneísta, y también amigo, Federico).

Con razón de Carlos París, hablaremos de marxismo, republicanismo, y ateneísmo.

Ha habido muchos homenajes, merecidos, a Carlos París. Otros muchos espero haya. Este, específico, es el nuestro.

Hablaremos de su figura, por supuesto. Pero además y esencialmente, de Marx, de Lenin, de la Segunda y la Tercera República españolas, del Ateneo de Madrid… la gran entidad de nuestro país la cual tiene los Estatutos más democráticos que ninguna; su Reglamento histórico (y felizmente y gracias a casi 800 socios y socias quienes votamos en las urnas en mayo de 2023, vigente).

De todo eso hablaremos el 31 de enero de 2024, porque todo eso forma parte de la figura, inmarcesible, de Carlos París. Y nuestro mejor Homenaje -¡justamente!-, es proseguir los ideales que él defendió.

Cartel del acto de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» con motivo de Carlos París (imagen, Ateneo de Madrid)

Hablará María de la Paz González López, socia ateneísta buena conocedora del Ateneo de Madrid de las más recientes décadas.

Hablará Carlos Hermida Revillas, socio ateneísta, profesor e historiador especializado en marxismo-leninismo.

Hablará Pedro Garcia Bilbao, socio ateneísta, profesor de sociología; una de las personas referenciales del republicanismo en la España de hoy digno continuador de la II República. Estuvo en la Junta de Gobierno del Ateneo con Carlos París en 2011-2014.

Y hablaré, finalmente, yo, quien para los datos referenciales de este escrito, digo que soy un obrero, mecánico especialista de calderas navales de formación, y como escritor tengo varios premios. Estuve en la Junta de Gobierno del Ateneo con Carlos París en 2009-2014.

Hoy, además de lo que escriba, pondré varios enlaces de Internet, los cuales remiten a fuentes informativas digitales que amplían y profundizan cuanto ahora voy a contar. Pido que, con tiempo, se entre también en esos enlaces, además de leer este propio texto (gracias de veras).

El acto público del próximo 31 de enero, ya lo he dicho, tiene una parte de Homenaje de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» (formada en el Ateneo de Madrid el 23 de abril de 2009) a Carlos París.

Uno de los primeros grandes actos públicos que hizo cuando volvió a la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo en junio de 2009 (había estado entre junio de 1997 y mayo de 2001), fue justamente con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín». En él participamos, entre otras personas, Julio Anguita, Oriol Bohigas, Rosa Regás, Miguel Jordá Tarragó, Ludivina García Arias… Pedro Garcia Bilbao y yo. Fue a finales de octubre de 2009. Más información, por favor, pulsando aquí:

Julio Anguita, Pedro García Bilbao, Miguel Pastrana y Carlos París en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid, marzo de 2012 (imagen, Carlos Melchor)

Y otro gran acto público en el cual iba a participar, estaba anunciado, pero murió muy pocos días antes, también fue con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín». Estuvimos en su lugar, Pedro Garcia Bilbao y yo. Más información, por favor, pulsando aquí:

https://www.publico.es/actualidad/intelectuales-iii-republica.html

Fue, como puede verse, la presentación del «Manifiesto de Intelectuales por la III República». Fue a mediados de febrero de 2014. Menos de cuatro meses después, abdicaba el Rey Juan Carlos I. Por desgracia para España, ello no supuso la República todavía. Habremos de esperar más. Pero no inactivos, no: haciendo.

Entre medias de esos dos grandes actos públicos con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», hizo otros muchos con nosotros y nosotras; con nuestra Agrupación. Por eso digo que este es «Nuestro Homenaje». Porque Carlos París fue «uno de los nuestros». De la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín». Y lo sigue siendo.

De mi labor en el Ateneo de Madrid junto a Carlos París y en la «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» -que se formalizó en 2010, y perdura-, puede saberse en varios artículos publicados en medios digitales. Ahora rescato este de mediados de 2012. Más información, por favor, pulsando aquí:

https://www.unidadcivicaporlarepublica.es/index.php/opinion-actualidad/noticias/4764-elecciones-ateneo-de-madrid-miguel-pastrana-hay-cosas-que-no-tienen-precio-como-la-libertad-la-soberania-y-la-independencia

Ese mismo año, Carlos París me hizo un autógrafo en la primera edición de «Ética radical»; en el acto de presentación del libro el cual, a lo postre, sería el último que publicara en vida. Dice su rúbrica:

«Para Miguel Pastrana, poeta y gran camarada, además de eficaz colaborador en el empeño de sacar adelante nuestro Ateneo»


Dedicatoria manuscrita de Carlos París en «Ética radical» (imagen, Miguel Pastrana)

El miércoles 31 de enero, hablaré sobre ese último libro de Carlos París. También, sobre el Ateneo de Madrid de entonces y el de ahora.

Ha sido noticia en muchos medios escritos, la reciente polémica entre la Comunidad de Madrid (actualmente presidida por Isabel Díaz Ayuso, del Partido Popular) y el Ateneo (actualmente presidido por Luis Arroyo Martínez, del Grupo 1820) a cuenta de una subvención de 100.000 euros y su forma de materializarse; nominativa o finalista.

Al respecto, escribí un artículo donde, a pesar de las diferencias de criterio que tengo con Luis (lo cual no obsta para que nuestro trato personal sea cordial; amistoso), le doy todo mi apoyo y en nombre de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo -hoy, las segundas siglas más votadas en las elecciones del Ateneo; las primeras entre 2010 y 2015-; todo nuestro apoyo, para resolver en la mejor forma para el conjunto de la asociación Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid (tal es su nombre completo), la polémica con el Gobierno regional, cuyo criterio -así lo escribí y lo mantengo-, no me parece justo.

También, recordé que al Ateneo, cuando lo presidió Carlos París (de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo), se le quitó bastante más subvención, aunque hubo notablemente menos repercusión mediática. Cierto, que eran los más duros años de la Crisis económica nacional e internacional.

También le señalé a mi amigo pero rival en las urnas (y en unas cuantas ideas…), Luis, que sus dos intentos consecutivos (octubre de 2022 y mayo de 2023) de cambiar substancialmente los Estatutos del Ateneo, duplicando duración de los mandatos directivos y reduciendo a menos de la mitad el número de Juntas Generales de socios y de socias; la pretensión -en fin-, de cambiar el modelo asociativo histórico del Ateneo por uno corporativo, no había hecho ningún bien a la entidad, ninguno. Aunque finalmente y gracias a la fuerza social de «Convergencia para la Estabilidad del Ateneo», los dos intentos fracasaron (luego ampliaré). Pero esa tensión innecesaria, ha debilitado al Ateneo de Madrid.

Por último -pero importante-, escribí que el sector claramente neoliberal el cual hay en el Grupo 1820, supone claramente un problema para el Ateneo como asociación independiente y democrática, y claramente ningún beneficio, como la polémica con la Comunidad de Madrid ha demostrado. La facción neoliberal que hay en el «Grupo 1820» y yo creo influye grandemente en Luis Arroyo (a quien, no obstante, no tengo por neoliberal); esa facción, digo, no ha sido sin embargo capaz de evitar el problema con el Gobierno madrileño presidido por la Sra. Ayuso. Por ello y como alternativa, tendí la mano a Luis para un acuerdo general-institucional entre el «Grupo 1820», la primera fuerza más votada actualmente en el Ateneo de Madrid, y «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», la segunda fuerza más votada. Y que se sitúa, como todo el mundo sabe, a la izquierda del «Grupo 1820» (no en vano la encabezó electoralmente un marxista, Carlos París, y la encabeza otro, quien esto escribe).

Para esto que he sintetizado; para ese artículo reciente, más información, por favor, pulsando aquí:

https://diario16plus.com/sobre-ayuso-arroyo-ateneo-de-madrid-carta-abierta/

Veremos…

Escribí antes, y ahora amplío, que los dos intentos de Luis Arroyo de cambiar hondamente el Reglamento (así es como se llama a los Estatutos), fracasaron. Por mayor diferencia el segundo (tómese nota). Votaron, sobre el Reglamento, casi 800 ateneístas en mayo de 2023. Y Convergencia para la Estabilidad Democrática fue, en aquellas urnas, la fuerza decisiva para que se mantengan los Estatutos históricos del Ateneo de Madrid. Más información, por favor, pulsando aquí:

https://www.abc.es/espana/madrid/luis-arroyo-gana-elecciones-ateneo-dividido-cuitas-20230530205832-nt.html

¿Debe sorprender? Creo que no: «Convergencia» tuvo el Gobierno ateneísta entre 2010 y mayo de 2015, como ya he dicho. Y no usó ese poder para tratar de cambiar el Reglamento a su conveniencia. Antes bien, lo usó -ese poder-, para preservar el Estatuto social del Ateneo de Madrid. Así hicimos Carlos, Pedro, Eliseo, Victoria, yo…

Carlos (París) -no se olvide, por favor-, es alguien quien llegó a participar, junto a Carmen Martín Gaite, en una «sentada» colectiva de socios y socias ateneístas, en protesta por el intento que hubo también en 1997, de cambiar en el mismo sentido (menos democráticos, menos participativos, menos sociales…) que en 2023, los Estatutos -el Reglamento-, del Ateneo de Madrid. Más información, por favor, pulsando aquí:

https://elpais.com/diario/1997/06/10/madrid/865941875_850215.html

Yo quisiera, sigo esperando… que el «Grupo 1820», -actualmente encabezado por Luis Arroyo-, entienda razonablemente, de la mejor manera, que el problema del Ateneo no está en sus Estatutos, los cuales -de espíritu hondamente republicano-, son en verdad muy buenos; obra no en vano de algunos de los mejores intelectos de la Historia de España.

Y además… ¿no le está permitiendo ese Reglamento histórico del Ateneo, al «Grupo 1820», dirigir, gobernar… la Casa a su estilo, como gusta. y se ha ganado -en efecto-, el derecho en las urnas, que yo lo reconozco? (hay otros grupos que no lo reconocen, pero «Convergencia», sí).

¿No le está permitiendo acaso eso, el vigente Reglamento del Ateneo, al «Grupo 1820»? ¿Traer, encender…, la luz, como tanto les gusta decir, su lema? ¿Dónde está el problema entonces?

Yo creo radica, sinceramente, en que algunas grandes corporaciones, y también, intereses neoliberales (que estos no vinieron de fuera con el «Grupo 1820», sino que ya estaban dentro del Ateneo), presionan -sí, presionan-, también a Luis Arroyo (¿podrá resistir por fin la presión? Veremos…), para esa reforma del Reglamento ateneísta en un sentido -precisamente…-, corporativo y neoliberal.

El «Grupo 1820», desde sus mismos inicios hasta hoy mismo, ha sido clarísimamente apoyado por el Grupo PRISA. Pero también por otras corporaciones, tales «Unidad Editorial» y «Atresmedia». Es su derecho, naturalmente. Pero lo señalo, porque hablamos de corporaciones muy poderosas. Y capitalistastodas, por supuesto (¿alguien lo duda?). Un ejemplo en el mismo inicio, «El País» y el «Grupo PRISA», más información, por favor, pulsando aquí:

https://elpais.com/espana/madrid/2021-03-15/un-grupo-de-intelectuales-se-une-para-sacar-al-ateneo-del-letargo.html

Por cierto, que en ese enlace, de marzo del año 2021, ya se menciona a Alicia Delibes Liniers -Viceconsejera de Educación en el Gobierno madrileño de Esperanza Aguirre-, como integrante e intelectual del «Grupo 1820». Esto lo señalo, para quienes se sorprendieron cuando ahora en octubre de 2023, en las votaciones a las Secciones temáticas del Ateneo, Alicia Delibes fue la candidata del citado Grupo a la Sección de Ciencias de la Educación. Y ahora es, en efecto, quien lleva principalmente ese tema en el Ateneo de Madrid, ahí es nada…

Nosotros/as, «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», seguiremos apoyando, lógicamente, la candidatura del profesor Jaime Ruiz Reig. No porque sea una candidatura con las siglas de «Convergencia» (las de Alicia Delibes Liniers sí lo ha sido con las siglas de «Grupo 1820»), mas porque Jaime -quien siempre ha concurrido sin siglas ningunas-, ha dirigido bien esa Sección, además de ser persona amiga de Carlos, de Pedro, de Eliseo, mía…

(El próximo 23 de febrero de 2024 la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» hará un importante acto -presentado por el profesor Eliseo Sánchez Caro-, sobre Memoria democrática; republicana, y con Jaime Ruiz y otas destacadas personas de la materia. Informaremos más de ello, naturalmente).

Pero vengo a decir ahora, que ninguna sorpresa, por favor, con la irrupción de Alicia en la política interna del Ateneo de Madrid y dentro del «Grupo 1820»: ya estaba desdeel principio en dicho grupo, a la noticia del enlace remito. Hay que leer las cosas, por favor. ¿Se puede querer algo de una entidad como el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, si ni siquiera nos tomamos la molestia de leer, no digo ya de escribir?

Hay otra cosa muy importante (atención, por favor) en la noticia de ese enlace a «El País», marzo de 2021, el cual he puesto: lanza ya el argumento principal que va a usar, incluso machaconamente y hasta hoy, el «Grupo 1820: que el Ateneo de Madrid estaba -cito literal del artículo del diario «El País»-, en una «decadencia insultante».

Conviene detenerse, por favor, un poco en ciertas cosas, como bien nos enseñaba Carlos París. Veamos:

Cuando se escribe ese artículo, es Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo, Juan Armindo Hernández Montero (de «Red Ateneísta»). De hecho, se le menciona.

La última Presidencia del Ateneo de Madrid hasta ahora, de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», terminó en mayo de 2015. Es decir, casi seis años antes de escribirse ese artículo (atención). Y es cierto que cuando se escribe, el Ateneo está muy mal; ha tenido su punto más bajo en octubre de 2019, siendo precisamente Presidente el citado Juan Armindo: autorizó personalmente el acto público de Falange de las JONS de octubre de 2019 y en la sala más grande del Ateneo.

Escrito por el Director de «Diario 16+», más información, por favor, pulsando aquí:

https://diario16plus.com/el-fascismo-vuelve-a-invadir-el-ateneo-de-madrid/

Se entiende entonces que, en las elecciones de mayo de 2021, Luis Arroyo, siendo aspirante, arrasara en las urnas -más del triple de votos-, a quien tenía el título de Presidente, Juan Armindo. Que cosechó el peor resultado en toda la Historia de dos siglos del Ateneo de un Presidente optando a la reelección. Nunca se vio igual.

Y Armindo -quien además nunca defendió de verdad el Reglamento ateneísta-, desapareció en la práctica como actor relevante en la política interna del Ateneo de Madrid.

(En junio de 2023, precisamente, la actual Junta de Gobierno del Ateneo le ha autorizado al Sr. Armindo una «Agrupación Republicana Ateneísta». Es conforme a norma, sí. Pero reconozcamos el sarcasmo de que presida una Agrupación pretendidamente «republicana» en el Ateneo de Madrid, quien autorizó a Falange de las JONS a hacer un acto con el brazo en alto, la camisa azul, y el «Cara al Sol», en el espacio público más grande de todo el Ateneo; el llamado casi siempre en su Historia, y entonces, «Salón de Actos», y a veces y ahora, «Cátedra Mayor»).

Retomo: exponía yo, que la «decadencia insultante» -así; en genérico…-, del Ateneo de Madrid, se esgrime, desde el principio, como razón de origen (el revertir dicha decadencia), del «Grupo 1820» como fuerza socio-electoral (Nota: mi amigo Luis Arroyo dice ahora que «Grupo 1820» son solamente unas siglas electorales. Pero incluso aUnque pueda llegar a creérselo, eso nunca es del todo así: en el Ateneo de Madrid, como en cualquier otra organización humana, unas siglas representan algún tipo de afinidad o interés común, sean cuales fueren. Y que, racionalmente, son previas a un proceso electoral, y posteriores también. O sea: que no desaparecen una vez concluida la votación. En el Ateneo, doy fe, los grupos –con o sin siglas, pues siempre los ha habido también «sin»…-, no se esfuman tan pronto se cierran las urnas, no. Y es normal, ojo; es humano. Pues representan al fin y al cabo, los grupos, algún tipo –cualquier tipo-, de empatía, entre quienes los integran y/o apoyan).

Pero iba explicando yo, que acabar con la «decadencia» del Ateneo de Madrid, es la razón constitutiva-así lo dicen-,del «Grupo 1820», a finales del año 2020. Luego veremos a qué causa principal achacan esa decadencia. Ahora, he admitido que, sí, el Ateneo estaba en un muy mal momento. Pero también he precisado -y la precisión es algo importante en cualquier cosa seria…-, que «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» había dejado de ser el Gobierno del Ateneo desde seis años atrás.

Seguía con fuerza social. Pero era -¡precisamente!- la alternativa. No el Gobierno.

He señalado también un claro ejemplo de la decadencia del Ateneo, el acto enorme acto fascista autorizado porJuan Armindo, de «Red Ateneísta», y Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid entre junio de 2019 y mayo de 2021 (cuando lo arrolló Luis Arroyo).

He observado además, que en el verano de 2023 – justo al poco de que «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» obtuviera un 21% de votos y fuera la clave (por segunda vez…)de que el «Grupo 1820» no lograra cambiar los Estatutos históricos del Ateneo de Madrid; entonces, la Junta de Gobierno del Ateneo (completa del «Grupo 1820»), dio el «placet» a una agrupación «republicana» presidida -¡precisamente!-, por el ex-Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo, Juan Armindo.

Todo esto he dicho… guste o no. Lo he dicho, porque son hechos. Cualquiera quien no sea indolente puede comprobarlos si lo duda.

Prosigamos entonces: otro hecho, poco recordado actualmente, es que una persona tan mediática como Pedro J. Ramírez, fue entre julio de 2016 y mayo de 2017, uno de los Vicepresidentes del Ateneo. Lo fue con la Presidencia de César Navarro, quien había estado en Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo pero rompió con ella en la primavera de 2015.

Tras la fallida Presidencia (de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid) de Enrique Tierno Pérez-Relaño, entre junio de 2015 y mayo de 2016, quien dimitió y con parte de su equipo (por ejemplo, el Vicepresidente, D. Antonio Chazarra) a mitad de mandato, Navarro se presentó formando «tándem» con Pedro J. Ramírez.

No quiero dejar ahora de señalar, que el Presidente Tierno Pérez-Relaño -quien fue, objetivamente, la persona que quitó a «Convergencia» el Gobierno del Ateneo-, nunca preconizó modificar los Estatutos. Mi trato personal con Tierno fue siempre bueno, la verdad. Me ofreció incorporarme a su proyecto. Es algo que otras personas, respetablemente, han querido luego también; en otros proyectos.

Si señalo esto, no es por inmodestia. Es para explicar -con todo respeto-, que a mí a no se me ficha en términos ateneístas: conmigo se puede llegar a acuerdos -y de hecho se ha llegado varias veces-, que son con y para toda Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo.

Tierno Pérez-Relaño, en su pleno derecho, encabezó una alianza electoral (por supuesto, legítima) de todos los demás grupos internos, que superó en las urnas a «Convergencia» en mayo de 2015. Desde entonces y hasta la llegada del «Grupo 1820», el fenómeno se repetiría, con ligeras variantes, en casi todas las elecciones, en una especie de remedo (para que el lector, la lectora, con más memoria histórica lo entienda mejor), del Pentapartito italiano frente al PCI.

Las consecuencias, en el Ateneo madrileño, fueron que, aunque esas alianzas (legítimas, insisto) frente a «Convergencia», consiguieron, en el período 2015-2020, ganar por márgenes cortos, no lograron luego gobernar cabalmente, por la naturaleza demasiado variada, dispar -y en varios casos…-, demasiado oportunista, de sus componentes. Eso fue, por ejemplo, cuanto arruinó la Presidencia de Enrique Tierno a menos de un año. Fueron -dicho claro-, sus supuestos apoyos de derecha.

Al poco de dimitir, y junto a él, por lealtad personal, una de las Vicepresidencias (D. Antonio Chazarra) y una de las Secretarías, Tierno Pérez-Relaño me invitó a almorzar a «Casa Lucio». Ha sido la única vez en que he estado yo en el conocido restaurante, hasta ahora.

Allí, Enrique Tierno me refirió cuanto había sucedido realmente. ¿Por qué a mí, quien no me había pasado a su proyecto, pese a serme propuesto más de una vez, y seguía yo entonces -como sigo ahora-, leal al proyecto de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo? Creo fue, justamente, porque valoró que no había sido yo oportunista; que «Convergencia» en su conjunto tampoco lo había sido.

Cuanto en ese almuerzo, solamente los dos y el cual abonó él, me explicó, queda, al menos por ahora, para mí. Sí refiero -pues es perenne enseñanza…-, que especialmente en el Ateneo, son los oportunismos descarnados; quienes están «contigo» (en genérico) sólo porque «eres», en ese momento, el Gobierno; es eso -digo-, cuanto suele dar al traste con los proyectos, por sólidos que parezcan.

Es, entonces, la actitud y la ética de las personas. No es, entonces, que los Estatutos del Ateneo estén mal hechos. Se comprenderá así que esto lo cual explico (un poco más adelante volveré sobre ello…), resulta importante y guarda, además, mucha relación con la figura de Carlos París; su pensamiento, su legado también ateneísta. Luego explicaré más…

Es inmediatamente después de que agotaran a Enrique Tierno Pérez-Relaño, cuando piensan en César Navarro y -sobre todo-, Pedro J. Ramírez. Sobre todo, para que «Convergencia para la Estabilidad Democrática» no vuelva a ser Gobierno del Ateneo de Madrid.

¿A qué me refiero cuando uso, reiteradamente, esta expresión: «ser Gobierno»? Sobre todo, a la Presidencia.

Alternativamente, a -sin tener la Presidencia-, sí estar en una entente con quien la tenga.

Ninguno de estos dos ha sido el caso de «Convergencia» desde junio de 2015.

Así, en efecto, la candidatura de César Navarro y Pedro J. Ramírez, ganó -por poco-, a «Convergencia para la Estabilidad Democrática», que quedó segunda. Navarro revalidaría la Presidencia en mayo de 2017 (la Presidencia que ganó en 2016, era solamente de un año por la ya mencionada dimisión de Tierno) y estaría hasta mayo de 2019, cuando ganaría -también por muy poco-, el ya citado Juan Armindo, a quien Navarro apoyó, por cierto, para lograr el puesto.

Llamativamente, Pedro J. Ramírez, quien había sido sin duda el fichaje estrella de Navarro, no repitió como candidato en mayo de 2017(también su mandato de 2016 era solamente de un año, en vez de dos, en su caso por ser la vacante de Vicepresidencia tras la ya referida dimisión de D. Antonio Chazarra, junto con Enrique Tierno). Las razones por las cuales Pedro J. no cuajó en el Ateneo de Madrid cuando había sido -dicho sea sin acritud…-, una operación planificada, realmente sólo pueden saberlas quienes la concibieron.

Sobre la candidatura de Pedro J. Ramírez a la Junta de Gobierno del Ateneo a mediados de 2016, más información, por favor, pulsando aquí:

https://www.lavanguardia.com/vida/20160621/402661584186/pedro-j-ramirez-candidato-en-las-elecciones-presidenciales-del-ateneo.html

Constatamos así -especial atención en esta parte, por favor…-, que el «miedo» a Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo; el «miedo» a «los comunistas» –sinécdoque con la cual sus adversarios definían a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» a sabiendas de que no todas sus personas integrantes, ni siquiera la mayoría, lo son, aunque Carlos París y quien ahora escribe, sí, por ejemplo-; el «miedo», iba yo explicando, a «los comunistas», motivó toda una serie de Gobiernos del Ateneo muy inestables (cuatro Presidencias distintasen seis años; entre junio de 2015 y junio de 2021: Tierno Pérez-Relaño, Navarro, Armindo y, finalmente y hasta hoy, Arroyo).

Pero -atento lector, atenta lectora-, sépase que Carlos París estuvo cinco años seguidos (2009-2014), truncados sólo por su muerte en el puesto. José Luis Abellán -recientemente fallecido, lo cual lamento-, estuvo ocho años (2001-2009) en la Presidencia, hasta que decidió no presentarse para el cargo. José Prat, siete años también continuados (1987-1994), a los que puso final, como en el caso de París, nada más que el deceso.

Se demuestra entonces que la «inestabilidad», argumentada por el «Grupo 1820» para haber querido por dos veces quitar el Reglamento histórico del Ateneo, no es ni mucho menos una constante en el devenir de la asociación. No lo es, véase.

La «inestabilidad» ha sido en un período muy concreto y por causas igualmente concretas. La principal, ya lo he dicho, esa consigna desde 2015 hasta 2021, de «todos contrala Convergencia», como única forma de ganarle en las urnas, aunque por poco.

Pero nunca forma de poder gobernar el Ateneo de Madrid. Pues se trataba, objetivamente, de excluir al, entonces, mayor grupo interno por sí solo del Ateneo. Actualmente el segundo mayor,únicamente por detrás del «Grupo 1820», esencialmente constituido -dicho nuevo grupo-, externamente al Ateneo, como puede constatarse en la noticia dada por «El País» sobre su formación; noticia que ya adjunté como enlace.

¿Adónde quiero llegar así? A que la causa de la «inestabilidad», luego la «decadencia», del Ateneo de Madrid, de la cual tanto ha hablado el «Grupo 1820» en general, y su cabeza -Luis Arroyo-, en particular, no es en modo alguno por culpa de sus Estatutos históricos, como hasta ahora han argumentado, y para intentar quitar esos Estatutos.

Yo quisiera; sigo intentando…, todo el esfuerzo pedagógico del cual soy capaz, para que esto se entienda; para que lo entienda Luis; para que lo entiendan quienes han venido en estos últimos tres años al Ateneo. No me refiero, pues, a oportunistas quienes ya estaban de antes y se les han uncido por puro medrar, pero son personas quienes en verdad no creen en nada más que en su propio interés, y son -a mi entender-, las más neoliberales (que no conservadoras) y quienes más presionan para quitar los Estatutos históricos del Ateneo madrileño.

Precisamente, porque son muy sociales y muy democráticos, esos Estatutos. Y además, porque consiguiendo, esas personas, quitar los Estatutos históricos de la sociedad, creen que así asestarían un golpe mortal a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», precisamente por ser la fuerza social ateneísta más significada con esos Estatutos históricos ateneístas, y también –ojo-, una fuerza social interna de sólida base ética y moral (justamente porque aprendimos de Carlos París, según explicaré), la cual pone en evidencia -no como algo buscado, pero sí resultante-, a quienes tienen poca o ninguna (ética, moral).

Carlos París sostenía sin cansancio la importancia de la ética y la moral al servicio de lo público. La sostenía desde el marxismo. Muy alejado pues del fariseísmo capitalista. Y también -atención-, de determinadas interpretaciones más maquiavélicas, que marxistas.Para Carlos París, no todos los medios son «justificados» por la supuesta finalidad. Precisamente, porque para Carlos París -por dialéctico profundo, marxista ético-, medios y fines,no son algo distinto; se entrelazan en la casuística del ser humano y su Historia específica. Más adelante volveré un poco sobre esto… Ahora, mayor información sobre el fuerte componente ético y moral del Pensamiento marxista de Carlos París, por favor, pulsando aquí; son sus propias palabras:

Iba yo comentando, que mi propósito es que quienes de verdad crean en la estabilidad y en la potencia (el opuesto a la decadencia) del Ateneo de Madrid como asociación democrática; que esas personas -con independencia de que se identifiquen en las urnas con las siglas «Grupo 1820»-; esas personas –entre las cuales me gustaría pensar está el propio Luis Arroyo-; esas personas -quienes por tanto no pueden ser las sempiternas oportunistas medradoras de todos los tiempos también en el Ateneo, los «indiferentes» (a quienes Juan Negrín -integrante de la Junta de Gobierno del Ateneo brevemente en 1930-, tildaba de «materia deleznable e inerte que a nosotros políticamente y desde el punto de vista de Gobierno, ni aquí ni allí nos interesan»); a quienes no son de esa forma, y yo sé que están en el «Grupo 1820», como también en «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» y en otros grupos internos con o sin nombre, yo quiero seguir esforzándome, y voy a seguir esforzándome, en explicarles que el problema del Ateneo de Madrid, no está y nunca ha estado en sus Estatutos -que son, repito, muy buenos-, sino en las personas quienes, en cada momento, han tenido responsabilidad:

La de respetarlos bien, en el caso de las personas socias. La de -además de respetarlos-, aplicarlos bien, en el caso de las personas -además de socias ateneístas-, directivas.

La cuestión, por tanto, es esencialmente -además de sobre la capacidad técnica-, sobre la ética, la moral… los valores y los principios (solidarios o insolidarios). Todo esto -lo explicaré, líneas abajo, un poco más-, es también Carlos París. Esto nos enseña, también, Carlos París. Por eso yo aquí estoy hablando todo el tiempo, incluso cuando no lo parece, también de Carlos París.

Por ejemplo, en su taxonomía, la técnica -ya nombrada-, es algo no inferior a la ciencia, y por tanto, algo que tampoco puede estar desprovistode ética y moral. De otra forma, nos abocamos a la opresión y a la injusticia por medio de la industria (también, de la industria cultural, una expresión muy presente en toda la obra de París), y al fin, nos abocamos al crimen industrializado. Lo hemos visto en el pasado siglo XX y lo estamos viendo en este XXI.

Y que esta argumentación de base moral, ética y filosófica – que es la propia de Carlos París, y por tanto, de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo»-, no cae en saco roto, no cae… lo corrobora, lo demuestra…, el hecho empírico de que ese Reglamento histórico ateneísta, ha sido mantenido por más apoyo en el segundo intento -en menos de dos años-, de quitarlo, que en el primero.

Prueba, que no se habla al vacío, que no se escribe para nadie; que se hace para el prójimo.

Y sin embargo, yo no me contento todavía con eso: me gustaría que aún en mayor grado y empezando por el propio Luis, entendiesen que los Estatutos del Ateneo, son realmente buenos. Pues entendido y asumido eso, es entonces y sólo entonces, cuando yo creo que sería posible estudiar alguna mejora la cual no lo desvirtuarse, a ese Reglamento. Terminaré este escrito hablando de eso…

Lo que lógicamente no puede ser -no con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo»-, es cuanto se ha pretendido; un Reglamento del Ateneo de Madrid corporativo y al servicio preferente de las empresas, en sustitución del Reglamento social y al servicio preferente de las personas. Esto es: el Reglamento que siempre (salvo cuando dictaduras en el país)hubo en el Ateneo desde -¡precisamente!-, el año 1820. El Reglamento que hay hoy, mejorado en lo susceptible de mejora desde 1820. Pero no desvirtuado.

El Reglamento del Ateneo de Madrid, recuperado tras larga batalla en 1984 (por eso lleva esa fecha en su portada), es realmente el de 1932, con la II República española (no casual), y con Azaña, Clara Campoamor, Fernando de los Ríos, Luis Jiménez de Asúa, Jose Antonio Balbontín (el primer comunista con carnet quien formó parte de la Junta de Gobierno del Ateneo), Carmen de Burgos, el propio Negrín…

Azaña, quien llegó a simultanear la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo, con la del Consejo de Ministros de la República, es sabido -lo puso por escrito-, que acabó muy molesto con muchos ateneístas, pues estos pretendían que el Presidente del Gobierno del país, como tal, respondiese a sus designios, por ser también -en ese tiempo-, el Presidente del Ateneo. Algo muy errado, sin duda. Azaña lo criticó duramente.

¿Hubo en ello -está por escrito, en su obra, ya digo-, alguna crítica al sistema histórico del Ateneo, a su Reglamento, a sus Estatutos…? Ni una sola. Puede comprobarse, por favor.

Azaña, como el gran intelectual y el gran político quien fue, comprendió perfectamente que una cosa es lo «bueno»que tienen unas normas, y otra cosa, lo «malo» que pueden tener unas personas concretas, aunque estén con las mejores normas (mucha atención a esto, por favor).

Fernando de los Ríos y José Prat, grandes presidentes socialistas del Ateneo, también comprendieron esto. Por ello, por mucho que alguna vez pudieran cansarles las actitudes de algunas personas del Ateneo (eso siempre ha existido. Y digo, siempre), nadie encontrará tampoco ningún escrito de ellos diciendo o sugiriendo que se cambiasen los Estatutos ateneístas. En cambio, por ejemplo (atención, amigos y amigas socialistas…), está por escrito que José Prat se quitó de la candidatura liderada por Fernando Chueca Goitia, cuando supo que éste iba a intentar poner un Reglamento del Ateneo muy parecido, por cierto, mucho… al que intentó Luis Arroyo en 2022 y 2023.

Chueca Goitia -quien llegó a afiliar al Ateneo a ochocientas personas…-, también fracasó en ese propósito en 1982.

Y es que, amigo y, de momento, rival en las urnas, Luis: es un propósito errado (el intentar cambiar el Reglamento del Ateneo de Madrid en un sentido corporativista y empresarial). Por eso fracasa, por eso… Comprende que no es necesario para mejorar el Ateneo.

Estaba yo diciendo, que estos grandes Presidentes republicanos, socialistas, y hasta llegar al comunista Carlos París, sabían que los problemas del Ateneo de Madrid no están en sus Estatutos, sino en quienes los entienden -o en quienes los aplican-, mal. Es decir, y otra vez volvemos al quid: en la ética, en la moral, en la filosofía, y en la técnica.

Hay otra cosa sobre la cual ahora es importante llamar la atención, por favor: el propio Luis Arroyo, muy pocos días antes de lograr su primera Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid, pero ya en plena campaña electoral por el puesto, dijo, y cito literal:

«El último momento un poco notable fue con Carlos París. Falleció y el Ateneo no ha hecho más que caer porque, a mi parecer, no ha habido un proyecto cultural serio».

Las cursivas las he puesto yo, pero las palabras son del propio Luis Arroyo el 27 de mayo de 2021. Cuatro días después era elegido, con la candidatura del «Grupo 1820», Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid.

La entrevista resulta relevante para toda persona interesada. en el Ateneo de Madrid. Se cuentan algunas cosas de la historia del «Grupo 1820». Luis da su opinión de entonces sobre el Reglamento del Ateneo -la ha cambiado en alguna cosa, como las listas abiertas-, y dice -también literal-, «hay que abrir un debate sobre una posible reforma del Reglamento».

Luego, como se sabe, vinieron sus dos intentos -octubre de 2022 y mayo de 2023-, de un nuevo Reglamento. Otro asunto de gran interés en esa entrevista, es que Luis pone – como elemento a favor del cambio de Estatutos del Ateneo (concretamente, el alargar mandatos de la Junta de Gobierno. Recordemos que finalmente intentó duplicar la duración), las negociaciones con las empresas.

En la respetable opinión -la de entonces, repito-, de Luis Arroyo-, sin alargar esos mandatos de los cargos directivos de la Junta de Gobierno del Ateneo, no se puede ir a negociar con empresas. En su opinión de entonces, la periodicidad electoral que lleva más de doscientos años en el Ateneo, genera «inestabilidad». También, la periodicidad de las Juntas Generales de socios y socias.

Más información (de lo que decía Luis Arroyo hace dos años y ocho meses), por favor, pulsando aquí:

https://www.eldiario.es/madrid/luis-arroyo-ateneo-madrid-instituciones-analogicas-elitistas-debe-ajustarse-tiempos_128_7973265.html

Bien, yo debo -en torno a esa entrevista a Luis-, señalar algunas cosas, sucintamente y con buen talante:

– Calificar como («último»), momento «un poco notable» (la expresión es de Luis Arroyo) el período de Carlos París que conoció Luis y fue el período de Gobierno de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», pues tiene una parte innegable de «un poco» de elogio suyo hacia aquel Gobierno. Y como yo formé parte de él y en la labor de Secretario y Coordinador de Actos, pues agradezco también -con perdón-, por la parte que me toca.

– Es curioso que, pese a decirlo entonces, en otras entrevistas y escritos suyos posteriores, ya como Presidente, no volvió a decirlo, aunque siempre ha mostrado buen respeto por la Presidencia de Carlos París, sin duda. Es verdad que tampoco tenía por qué ir repitiendo elogio cada cierto tiempo. Pero, viendo que luego va ir Luis alargando el período de la -siempre, según su respetable opinión-, «decadencia», sin mencionar la Presidencia de Carlos París como excepción, creo -puedo equivocarme, es sólo mi teoría…-, que los elementos más oportunistas actualmente allegados al «Grupo 1820» (y que estaban en el Ateneo antes de la llegada de Luis y su grupo), los más neoliberales, y quienes más han empujado a los dos intentos fallidos de sustituir el reglamento social histórico por un corporativo, han empujado también a que el propio Luis ya no señale como período «notable», aunque sea «un poco», el del Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo.

Ya se sabe: a «los comunistas», pues «ni agua». No digo esto por Luis, conste. Sigo pensando que él no tiene tantos prejuicios o que puede liberarse de ellos. Pienso más bien en personas adheridas, ya digo; personas -por otra parte-, nada nuevas en el Ateneo de Madrid.

Sin embargo -atención, por favor-, resulta que la tradición de comunistas en el Ateneo de Madrid (de socialistas, también. Sobre todo, cuando el socialismo en España era estatutariamente marxista: Luis Jiménez de Asúa -uno de los redactores principales del vigente Reglamento del Ateneo de Madrid-, Fernando de los Ríos, Victoria Kent, Julio Álvarez del Vayo, Negrín, José Prat -quien no casualmente fue Subsecretario en el Gobierno de la II República española encabezado por Negrín-, José Luis Gómez Llorente…); la tradición de comunistas en el Ateneo -explico-, es una tradición comprometida con los Estatutos democráticos de la entidad.

Recuerdo algunos nombres ya dados, añadiendo otros: José Antonio Balbontín, María Teresa León, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Antonio Buero Vallejo, Eloy Terrón Abad, Manuel Ballesteros, Carlos París, Pilar Flores, Sagrario Losada, Raúl Marco… No están ya con su presencia, pero sí con su Pensamiento. Y en cuanto al Ateneo de Madrid, fue -ese Pensamiento-, que sus Estatutos están bien.

Justamente, por muy democráticos y participativos. En una palabra: por republicanos -los vigentes Estatutos del Ateneo de Madrid-,y en el sentido más social del concepto.

Hace no mucho, mi amigo, ateneísta, Carlos Mendoza -quien recientemente posó fotográficamente, y habló, para un artículo de «El País» digital junto a otras dos personas ateneístas de generaciones más jóvenes; personas socias más nuevas-; mi amigo Carlos Mendoza -refiero-, me decía que «José Prat no estaba a favor del Reglamento». Yo, con todo respeto, pido que se me dé alguna línea escrita, una sola, donde Prat diga eso. Porque hablamos, además, de personas -Azaña, París, Prat, De los Ríos…-, quienes escribían mucho y bien. ¿Por qué no hay entonces una sola línea escrita suya donde digan: «Pues yo cambiaría esto del Reglamento del Ateneo, quitaría esto, pondría esto otro…»? Pero no.

Como ya expliqué, estos gigantes podían criticar, y criticaban a veces, comportamientos en el Ateneo de Madrid. Pero no su modelo de organización democrática.

Yo entiendo y respeto que mi amigo, socio ateneísta veterano, Carlos Mendoza, quien se sumó al «Grupo 1820» -Mendoza tiene gran tradición de sumarse y de restarse a los grupos de Gobierno del Ateneo según vayan mejor o peor los vientos; es igual en eso que nuestros comunes amigos, Daniel Pacheco y Pedro López Arriba, yo sé que no se molestan en absoluto por yo señalar esto con toda ternura, están ya muy curtidos…-; digo, que entiendo y respeto que a Carlos Mendoza, no le guste el Reglamento histórico –y vigente-, del Ateneo de Madrid.

De hecho, es la única de las personas quienes salen en la entrevista y en la foto (en la sala de La Cacharrería del Ateneo) del diario «El País», quien habla en contra del Reglamento ateneísta. La única.

En cambio, las otras dos personas, bastante más jóvenes, no lo hacen; no hablan del Reglamento. Esto -bien reciente…-, me llama la atención, y debo confesar que no para bien: Carlos Mendoza -con toda su sapiencia; con todos sus ya unos cuantos años…-, parece no entender, o no querer aceptar, que el cuerpo social ateneísta, ya por dos veces en votación masiva, ha rechazado -sí: rechazado-, y por más diferencia la segunda vez, que se ponga ese Reglamento corporativista y propio de una entidad comercial el cual, respetablemente, le gustaría al propio Carlos Mendoza.

Pero yo no he visto por ninguna parte que es cuanto quisiera D. José Prat. ¿Dónde está escrito eso? ¿Dónde? ¡Ah…!

Y si es lo que quería Prat -como cree Mendoza-, aunque por alguna extrañísima razón no escribiera nada al respecto… ¿por qué no trato de llevarlo a cabo? Con toda la autoridad moral que tenía Prat, quien además de Presidente en la Junta de Gobierno del Ateneo en 1987-1994 (cuando murió), había sido también Secretario en 1932-1933, con la II República, le habría sido fácil. Como a Carlos París.

No lo intentaron, porque no lo estimaban necesario, positivo. Sencillamente…

Pero yo entiendo y respeto que a los ateneístas -ya de amplia trayectoria y muchas siglas en su haber-, Carlos Mendoza, Daniel Pacheco, Pedro López Arriba…, Presidentes de Secciones temáticas del Ateneo gracias a haberse colocado -en su perfecto derecho-, las siglas «Grupo 1820», les guste mucho la idea de un Reglamento corporativo del Ateneo de Madrid el cual, entre otras cosas, les duplique la duración de sus mandatos. Comprensible que insistan con la idea, aunque mi también amigo Luis Arroyo se estrelle, en esa idea, en las urnas. Es él quien lo sufre, al cabo; el desgaste. No ellos.

Pero deseo ahora concluir algunos datos sobre el Gobierno de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» con Carlos París, al calor, como ya expuse, de cuando Luis Arroyo lo definió como «la última» época «un poco notable» (antes de llegar su propio Gobierno y con el «Grupo 1820», se entiende):

– En efecto, fue una época «un poco notable». Por ejemplo, en aquel Ateneo de Madrid tuvo lugar el acto donde se presentó la manifestación del 15 de mayo de 2011, origen del «15-M». Más allá de cuanto opinemos cada cual -Carlos París lo vio con simpatía, pero también señaló sus contradicciones e insuficiencias, luego lo digo…-, está claro que el 15-M ha sido fenómeno de enormes repercusiones.

También en aquel Ateneo, tuvieron lugar las grandes convocatorias en defensa de la Sanidad y la Educación Públicas, especialmente atacadas en aquellos años.

Por último, tuvo lugar algo interesadamente olvidado hoy: la convocatoria de las Marchas de la Dignidad, que por un breve período supuso la convergencia de los indignados, con el movimiento obrero.

Todos estos actos -y yo lo sé bien, pues era el Coordinador de Actos con el Gobierno de Convergencia del Ateneo-, tuvieron lugar entonces, en efecto. Fue, en efecto, un «poco notable».

– Es importante precisar, que el Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, no acabó con la muerte de Carlos París el 31 de enero de 2014. Prosiguió hasta la ya mencionada Presidencia de Enrique Tierno Pérez-Relaño en junio de 2015. Y en ese año y medio, tuvieron lugar eventos igualmente notables. La ya citada presentación de las Marchas de la Dignidad, por ejemplo, fue a finales de febrero de 2014. Finalmente, en mayo de 2015, vio la luz el primer tomo de una gran iniciativa puesta en marcha por Víctor Olmos: la Historia completa del Ateneo de Madrid.

Como en sus mismas páginas de recoge, se inició en la primavera de 2012 y se concluyó en el verano de 2019. En la primavera de 2015, en el último mes de Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, se editó el primer tomo de los tres que componen la referencial obra (luego volveré sobre ella). Se dio gratuitamente, ese primer volumen, a toda persona del Ateneo quien lo quiso, por cierto.

– Creo poder afirmar con fundamento, que el trabajo ateneísta de Carlos París, se extendió más allá de su muerte en enero de 2014. Prosiguió en ese año y medio más de Gobierno de Convergencia, y prosigue en la misma Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo. Es cierto que ahora no tenemos igual número de amistades que cuando fuimos el Gobierno del Ateneo. Pero tenemos las suficientes. Justamente por no estar ahora en cuanto se entiende como «el poder», es que los perfiles éticos, morales, sociales y filosóficos, de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» (y ahí está Carlos París, naturalmente), aparecen hoy más nítidos, más.

Lo digo de otra forma: hoy sabemos quiénes eran solamente «amigos del Presidente París» por «el poder», y quiénes eran y siguen siendo amigos de Carlos París por lo que su Pensamiento representa y también para el Ateneo de Madrid.

– Con el Gobierno de Convergencia, cinco años y medio, se subió la cuota solamente tres euros, a pesar de ser años de terrible crisis económica nacional e internacional. Se quedó en 54 euros. Ahora está en 81 euros Ha subido veintisiete euros en ocho años desde el final del Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo. De esa subida, nueve euros han sido en dos años y medio del actual Gobierno del «Grupo 1820».

– Con el Gobierno de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», en su último año y a pesar de la crisis económica nacional e internacional, había 2.300 socios y socias. Ahora el Ateneo está cerca de volver a ese número. Es cierto que con el Gobierno del «Grupo 1820» se han recuperado, desde el momento más bajo en la Historia moderna, con el Gobierno de «Red Ateneísta» y Juan Armindo (1.800 socios/as, el Ateneo entonces, cifra dada por el propio Luis Arroyo en una entrevista a «El Mundo»).

– Con el Gobierno de Convergencia, se lograron las subvenciones públicas que permitieron la rehabilitación del edificio a lo largo de los años. Cuestión distinta, ha sido el criterio estilístico de esa rehabilitación. Eso ya fue cosa de otros Gobiernos del Ateneo de Madrid.

– Con el Gobierno de Convergencia no se despidió nunca a ningún trabajador, a ninguna trabajadora, empleado/a. A pesar -reitero-, de ser los más duros años de la crisis económica nacional e internacional.

– Con el Gobierno de Convergencia se cuadruplicaron los ingresos derivados por actividades propias del Ateneo (actos, cafetería, mecenazgos…). Una prueba -por cierto e importante…-, de que no es menester quitar el Estatuto social para lograr ingresos de fuentes privadas. El Gobierno de Convergencia es una prueba fehaciente de que no hace falta. Si se quiere quitar; si hay quien sigue empeñado en querer quitarlo, es porque se pretende así un Ateneo de Madrid, donde la dirección ya no sea social, sino empresarial y corporativa. Es decir, un Ateneo neoliberal.

– Con el Gobierno de Convergencia, no había política de dos velocidades en el Ateneo de Madrid, como se pretendió luego y al neoliberalismo le encantaría hoy, vía su «reforma» del Reglamento histórico: una vía -una «velocidad»-, para pretendidas élites, con las mejores disponibilidades. La otra, para el resto; las peores disponibilidades, lo que quede.

Eso, por supuesto, no sucedió nunca con el Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, donde hubo igualdad real de oportunidades a la hora de programar.

Y ello no fue casual en modo alguno, cuando en la Presidencia había un marxista, y en un puesto tan clave como la Coordinación de Actos, había otro. Ahora veo claro que París no confió en mí para ese puesto de manera casual, no.

Además, estaba alguien -el profesor Pedro García Bilbao-, quien encarnaba -y sigue encarnando-, el republicanismo de verdad; no el apropiarse de la palabra «República» para apuntalar la Monarquía llamada «constitucional». A continuación veremos lo que opinaba París de esa Monarquía «constitucional», veremos…

Vengo a concluir ahora, sencillamente y sin demérito de nadie (conste), que las coordenadas ideológicas -pues hablo de ideología, moleste a quien moleste-, del Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, se basaron en ese triángulo, naturalmente compatible:

Ateneísmo popular, republicanismo de verdad, y marxismo con su sentido anti-elitista.

Esto lo desarrollaré un poco más a continuación, cuando dé unas pinceladas sobre el pensamiento de Carlos París. Condenso no obstante ahora su visión socio-cultural del Ateneo de Madrid:

«Creo que una revolución tiene que tener una dimensión cultural en un sentido amplio. De aquí, que el Ateneo pueda ocupar en la cultura un lugar que no tienen otras instituciones. Si analizamos su historia y el origen de su creación nos daremos cuenta que está inscrito en una tradición popular (…) Siempre fue un lugar de debate y encuentro, menos formal que el que puede representar la Academia» (Entrevista en «Mundo Obrero», diciembre de 1997)

«Soy crítico con la idea heredada de la ilustración que incide en la ingenuidad de creer que basta con la educación y el desarrollo de la ciencia para cambiar la sociedad. Desde mi punto de vista es necesaria e imprescindible la política. Uno de los méritos del Ateneo de Madrid es precisamente que se trata de un lugar en el que siempre se ha desarrollado una actividad política importante y pluralista» (Entrevista en «Público», junio de 2013)

Esta cita de Carlos París me recuerda cómo, cada cierto tiempo, hay pequeños grupos en el Ateneo los cuales, a modo reactivo un poco contra todo, insisten en la cantinela -por supuesto legítima, pero cómo mínimo infantil, en mi también legítima opinión-, de que el Ateneo madrileño debe ser solamente «Científico, Literario y Artístico», como su nombre -efectivamente-, indica. Olvidan que el Ateneo madrileño siempre, desde su propia primera constitución, ha sido político y muy político.

En los Estatutos del año 1820 se declara. En los del año 1932 (ya entonces se llamaba «Reglamento»), continuistas respetuosos de aquellos primeros y sus actualizaciones, se sigue hablando -defendiéndolas-, de «ideas políticas» (cito literal). Y eso se recupera -también literalmente-, en 1984, pues como ya he dicho y todas las personas quienes han estudiado la Historia del Ateneo coinciden, el Reglamento de 1984 es casi al completo, con algunas muy pocas actualizaciones, el Reglamento del Ateneo de Madrid del año 1932.

Carlos París siempre defendió la política como algo imprescindible y positivo (luego le citaré más al respecto) y por eso también fue un Presidente quien mantuvo el Estatuto histórico del Ateneo madrileño.

Para ir finalizando con este muy breve resumen (es imposible hacerlo sobre casi seis años) del Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, simplemente diré – invitando, con plena noción de causa, a profundizar a personas de investigación, historia, sociología…-; simplemente diré, que en esos años, verdaderamente duros, por la tremenda crisis económica global, pero también realmente apasionantes por el ánimo de acabar con el capitalismo y sus instrumentos de dominio (entre ellos y en España, la Monarquía) que llegó a haber en algunos momentos de esos años-; simplemente diré, cuán importante fue en todo aquello, todo, el Ateneo de Madrid de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo y, por ello, la filosofía ética radical de Carlos París.

Y así, en aquellos años no tan lejanos, la realidad hacía al Ateneo, obviamente, pero el Ateneo también conformaba la realidad; influía -con su actividad-, en ella, en un hondo proceso de dialéctica descubierto en, su época, por Karl Marx y Friedrich Engels, y estudiado y actualizado en la nuestra; en nuestra época, por pensadores como Carlos París.

Contradiciendo a lo que dijo, en la entrevista en «El Diario.es» en mayo de 2021, mi amigo y actual Presidente de la Junta de Gobierno (no lo era todavía cuando le hicieron esa entrevista, ya lo señalé), Luis Arroyo, el Ateneo de Madrid no es, en puridad, una «institución elitista», como la denominó -con literalidad-, en aquella entrevista, cuyo enlace he adjuntado.

Ya he dicho que Luis ha cambiado de idea en algunas cosas desde entonces. En todo caso, yo vengo a explicarle, con buen ánimo, que como dijo, y demostró, Carlos París y con la Convergencia para la Estabilidad Democrática, el Ateneo de Madrid es -cito también literal-, «de tradición popular».

Son entonces sus Gobiernos (los del propio Ateneo), los cuales -merced a la potestad legítima que les confieren las urnas y recordando que es distinta la mayoría necesaria para cambiar de Gobierno, a la necesaria para cambiar de «Constitución» (de Estatutos)-; son los diferentes Gobiernos, digo, quienes hacen -con sus diferentes políticas de gestión-, más «elitista» o más «popular», a la entidad Ateneo de Madrid.

Naturalmente, la «Constitución» ateneísta -ya lo escribió París, pero también destacados historiadores del Ateneo, como Alberto Gil Novales (uno de los primeros signantes de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», por cierto) y Alejandro Díez Torre-; la concepción del Ateneo, sus fórmulas y estructuras, son -en efecto-, de «tradición popular». Pero un Gobierno del Ateneo puede, hasta cierto punto (digo, «sin cambiar los estatutos»), hacer una política de gestión no-popular; incluso elitista.

Eso sí, Luis.

Pero eso es ya «Gobierno», no «Constitución». La diferencia resulta notoria y de cierto que alguien de tu inteligencia, la percibe. Es, en fin, «gobernar» en un «sentido» (elitista) o en «otro sentido» (popular).

Por tanto, amigo Luis Arroyo, aunque veo comprensible tu idea -el considerar al Ateneo de Madrid una entidad «elitista», pero precisamente para justificar su modificación profunda de Estatuto-, no es una idea exacta, disculpa que te lo diga. A la propia Historia del Ateneo remito.

En especial, a los años 20 y 30 del pasado siglo XX. Y ya en el XXI, al propio Gobierno de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» y Carlos París.

¿Fue o no fue, entonces, el Ateneo de Madrid, una entidad popular? ¡Resulta tan obvia la respuesta!

Pero además, obsérvese, esa misma respuesta -sencilla: la de que el Ateneo puede ser, justamente, una entidad popular con la Junta de Gobierno adecuada; de compromiso social, pues justamente sus Estatutos históricos lo favorecen; favorecen la participación directa y frecuente-; esa respuesta, que el ejemplo impelente de Carlos París y la convicción de mi palabra, te damos ahora, te devuelve a su vez una pregunta, amigo Luis Arroyo, estimado consocio, legítimo Presidente actual de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid.

La pregunta: ¿qué es realmente lo elitista? ¿Mantener -con margen de mejora donde lo haya-, los Estatutos históricos del Ateneo, tan reconocidamente –nadie lo niega-, democráticos, participativos, de poder social..? ¿O cambiar esos Estatutos en un sentido de quitar la mitad del número Elecciones y más de la mitad del número de Juntas Generales de Socios y de Socias? ¿Es eso -por ventura-, lo social, lo popular, lo socialista y lo progresista? ¿Lo es de verdad? Yo invito a la reflexión profunda, por favor, invito…

Hoy en día las élites están en las grandes corporaciones mediático-político-empresariales; grandes grupos.

No cambia mucho el que aparezcan como «de izquierdas» o «de derechas», dichas grandes corporaciones (con independencia de que quienes trabajan en ellas puedan serlo). En la práctica, fabrican la realidad visible; se la reparten, como un «trust» de hecho. Todo lo que no sale en sus Medios, es como si no existiese en la realidad.

Pero existe. Y ahí, en esa realidad alternativa en la más honda acepción, es justamente donde tenía y tiene su lugar el Ateneo de Madrid; el Ateneo -quiero decir-, en su forma social, histórica… de «tradición» -¡efectivamente!-, «popular».

Pero eso se perdería si las pretensiones de modificación corporativista y empresarial de sus Estatutos, triunfasen finalmente. ¿Se entiende ahora mejor la importancia del Asunto?

Esto bien lo sabía Carlos París, bien lo sabía…, un poco más adelante se verá, cuando transcriba algunas de sus propias palabras dedicadas a las relaciones entre el Gran Capital y los Grandes Medios, que examinó a fondo, -llegando al ciberespacio-, en su trabajo el cual -tal vez por ser el último; al que alcanzó con inmensa perspectiva-, yo creo mejor muestra el gran Pensamiento de Carlos París, el ya citado «Ética radical».

Que no en vano lleva por subtítulo, «Los abismos de la actual civilización».

Paso pues, como última parte de este escrito, a comentar algunos aspectos de Carlos París; de su filosofía, de su ideología…

Daré mi opinión, que sólo puede ser un pálido reflejo. Pero la complementaré con lo aprendido en mis casi cinco años de labor cultural, y también política, junto a él.

Y la complementaré sobre todo, -mi opinión-, con sus propias palabras; las palabras de Carlos París.

PARTE SEGUNDA

La idea de Socialismo que tenía Carlos París, es cuanto normalmente llamamos «Comunismo». Quiero decir pues, no Socialdemocracia. Él usaba -como veremos-, el término «socialista» y «comunista» indistintamente. En cualquier caso, era marxista y preconizaba el control popular de los medios de producción. «De todos» los medios de producción, como luego veremos. Es decir: también los culturales y los informativos. Nos referimos, obviamente, a los grandes medios.

Vengo entonces a señalar, de primeras, algo obvio para toda persona honesta quien le conoció: que Carlos París era comunista.

¿Es preciso recordar esto? Pues yo creo que sí, cuando puede haya quien trabajó a su lado en el Ateneo, y luego, tal vez, pretenda «justificar» su «pasarse» a la idea contraria de Ateneo que defendió París; justificarla, diciendo, por ejemplo que «Carlos París en verdad nunca fue comunista».

Bueno…, no solamente es que él mismo se reconociese como tal; sabemos que puede haber personas quienes se digan comunistas y luego, por la razones que fuere; consciente o inconscientemente, no respondan a las premisas esenciales de cuanto, históricamente, se entiende por «Comunismo».

Esto no quiere decir, lógicamente, que todas las personas comunistas «sean iguales». No hay dos personas exactamente iguales. Tampoco las comunistas. Lo sé porque yo también lo soy, como es público.

Sentado pues que Carlos París era -luego, lo sigue siendo; en su obra-, comunista, precisamos:

Militó en el PCE, aunque -sobre todo, por divergencias con Santiago Carrillo y cómo se había conducido en la Transición-, dejó la militancia, que no el carnet. Él mismo lo explica así:

«Yo siempre he tenido unas actitudes acusadamente personales y perfiladas. Me fui distanciando respecto a la política de Carrillo por ser una política muy integradora y derechizante (…) Nunca se me ha ocurrido devolver el carnet ni negar mi relación, pero sí he dejado de militar. Tan solo mantengo una relación de amistad y colaboración algo especial; si bien es cierto que podría mantenerla con otros muchos partidos» (Entrevista en «Cuaderno Gris» de la UAM. Monográfico Unamuno y Europa. Año 2002)

Por esto, creo sinceramente que la figura política/ideológica de Carlos París puede ser reivindicada por más de un Partido Comunista, además del PCE. Que lógicamente, también.

(Nota: yo soy militante de base del PCE, como es público. Ya lo era cuando conocí a Carlos París. Me afilié en 1994).

Creo igual de sinceramente que todas las personas marxistas, pueden reivindicar a Carlos París. Además de todas las personas quienes trabajan por una III República española que prosiga los logros de la II y la aprecie y defienda. Además de todas las personas quienes estén con el feminismo no desvinculado de la lucha de clases.

(Luego volveré sobre estos dos ámbitos)

Y naturalmente y como he dedicado -sigo haciéndolo…-, gran parte de este escrito a evidenciar, pueden reivindicar a Carlos París todas las personas quienes siguen comprometidas con una concepción social, histórica y democrática, del Ateneo de Madrid. Una concepción -por ello mismo y como ya he argumentado-, respetuosa con su Estatuto también histórico y vigente.

(Nota: al respecto, observo –y no sin emoción, lo admito-, que personas quienes, cuando Carlos París y «la Convergencia» eran Gobierno del Ateneo, hacían -en su derecho-, crítica y oposición, hoy reivindican también la Presidencia de Convergencia de Carlos París y, en fin, confían en Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo como el baluarte más fuerte para que ese modelo social e histórico de Ateneo de Madrid -ciertamente, amenazado-, no se pierda).

Me paro en estas consideraciones porque, a mi entender y como uno de los organizadores/participantes en el acto público del próximo 31 de enero de 2024, toda persona quien se identifique con alguno de estos ámbitos, tiene motivo para asistir y es, desde luego, muy bienvenido, muy bienvenida, a asistir al acto. Va a ser un acto especial, lo creo.

Prosigo con la figura de Carlos París:

Puede resultar, sin duda, incómoda. Pero eso no es culpa suya sino, en todo caso, «nuestra» (plural genérico). Quiero decir, con todas su consecuencias, que la figura político/ideológica de París, adelanta claramente por la izquierda, dejando pues un poco en evidencia, digamos que a todo, o prácticamente a todo (ahí ya, valore cada cual…), el actual panorama parlamentario de España (incluidas sus autonomías). ¿Debe esto molestarnos? Yo creo, más bien, servirnos de acicate.

Pero el diagnóstico de Carlos París es nítido. Lo escribe en 2008 (atención a la fecha) como artículo, con el elocuente título de «Las renuncias de la izquierda», y lo reproduce en parte, ya en libro, con alguna actualización, en 2012, en el ya citado «Ética radical». Pone:

«Una pretendida y claudicante izquierda. Como en anteriores ocasiones he escrito, gran parte de la izquierda parece presa del «síndrome de Estocolmo». Llega a pensar que, no sólo los proyectos revolucionarios, los únicos que pueden crear una sociedad a la altura de nuestro desarrollo, han sido momentáneamente derrotados en gran parte del mundo, sino que ello se produjo porque eran erróneos, triunfó sobre ellos una ideología superior, a la cual hay que adaptarse, mediante lo que Giddens califica como «modernización». Habría que aceptar la «globalización» y el capitalismo como única forma posible de organización económica. Y olvidarse de las críticas al «imperialismo»

(Dos notas mías: una, ¿suena familiar lo de la «modernización», que cita París como uno de los «argumentos» usados para enmascarar algo en verdad contra la izquieda? ¿Suena? Y dos, ¿le suena también al atento lector, atenta lectora, ese «olvidarse» del imperialismo? «Antiimperialismo trasnochado», llegó a escribir hace bien poco una de esas personas tertulianas «de izquierda», habituales en Medio televisivo del gran Grupo empresarial «Atresmedia», y lo escribió en Medio impreso del también Gran grupo empresarial PRISA. ¿Nos suena ese renunciar al antiimperialismo?).

Continúo: para C. París, el Capitalismo se puede calificar como irracional e irresponsable. Y así, nos aboca a la barbarie, con grave riesgo de la destrucción de la Humanidad como especie en el planeta Tierra.

La idea de responsabilidad está muy presente en la obra de C. París. Para él, el ser humano no puede ser como niños malos en un «patio de recreo» quienes luego, ante el estropicio, dicen que no han tenido culpa. En la filosofía de C. París, todos tenemos algún grado de responsabilidad, para bien o para mal. Y es precisamente el Capitalismo -nos dice C. París-, el que fomenta esa «infantilización» del ser humano, para sojuzgarlo.

Por tanto, en el Comunismo de C. París, que es sin duda democrático, es también requisito un grado de responsabilidad de cada persona, para ejercer esa libertad sin que dañe al prójimo (que eso es precisamente el Capitalismo y su quintaesencia, el neoliberalismo: daño al prójimo, a la mayoría).

Específicamente, C. París hace hincapié, en «Ética radical», en un concepto el cual va desarrollando en la primera parte del libro: el «altruismo». Y este término, el cual puede parecer sorprendente en el marxismo (pero no olvidemos que el marxismo en C. París no es simplemente «de manual» y está junto con otros grandes conocimientos de pensadores anteriores y posteriores a Marx); el concepto de altruismo -iba yo diciendo-, C. París lo racionaliza; lo presenta como algo empíricamente más eficaz y «superior» -así lo tilda París-, al egoísmo -la contraparte que París también refiere-, insolidario propio del Capitalismo. Pues el altruismo que defiende C. París, es lógicamente solidario, «fraterno» -expresión la cual también usa-. Pero no ingenuo. Resulta -ya digo-, producto de un proceso de pensamiento perfectamente racional y en términos también -reitero-, de eficacia.

¿Para quién? Para el conjunto. Donde -por ser fraterno, solidario y comunal, dicho conjunto-, el individuo también crece en sí, desarrolla sus potencialidades y hace realidad sus aspiraciones, siendo apoyado por los demás, pero también apoyándolos.

A mi parecer, todo el «constructo» de la obra de Carlos París en torno al altruismo, a la ética y a la moral; a la idea de la técnica -como un logro de la cultura y no desligado, pues, de la ética; no algo meramente funcional y de categoría inferiora la Ciencia;todo esto -digo-, lo cual luego trataré de ejemplificar con extractos de su propia obra, hacen de Carlos París, a mi entender, uno de los más originales filósofos quienes se inscriben en el Pensamiento de raíz marxista en la segunda mitad del siglo XX y los principios del XXI. De los más originales, no ya en España –que por supuesto-, sino también a nivel mundial.

Porque Carlos París logra, sin traicionarlo; sin romper sus coordenadas (como otros filósofos quienes se ubicaron alguna vez en el marxismo acabarán haciendo luego y también en España); logra Carlos París -iba yo diciendo-, vivificar el marxismo, ampliar su latitud y longitud, agrandando sus lindes, pero sin vulnerarlas. Esto, entiéndase, es algo al alcance de pocos; tengo ahora en mente, por ejemplo, a Herbert Marcuse.

Creo que hay un innegable componente idealista en el Pensamiento de París. Pero es que, a mi entender, también lo hay en el de Marx y en el de Engels, aunque ellos -para diferenciarse de sus predecesores; Hegel, Fuorier, etc-, no lo quisieran admitir, y usaran todo el tiempo el calificativo de «científico», frente al de «utópico». Carlos París -precisamente-, reconcilia ambos, dando un fundamento racional, al ideal.

No es el primero, ni el único, quien va a hacerlo. En la América latina del siglo XX, por ejemplo, va a haber buena escuela. Pero sí podemos decir que Carlos París es de los más sólidos; de los más sistemáticos, aplicando la ciencia a explicar y poner en valor objetivo cuanto es, en verdad, un constructo cultural; un ideal, ya digo.

A diferencia de los existencialistas y vitalistas, París no ignora o minimiza lo que Marx definió como «infraestructura» de la construcción ideológica, de la sociedad pues: la Economía. Basa, París, en su enorme condicionamiento. Pero no hace un lectura de puro determinismo. Usando, precisamente, de la dialéctica, establece cómo la Cultura -la cual está en la «superestructura» social, siempre en términos marxistas-, aunque influida obviamente por la Economía, por la «infraestructura», puede a su vez influir en ésta. Es una relacción bidireccional, no unívoca. Ello está también -conste-, en Marx y sobre todo en Engels (con su «Dialéctica de la naturaleza»). Pero París lo refuerza con su propio concepto del «Animal cultural», que es ni más ni menos, el ser humano en sociedad.

Así, con una Cultura del Altruismo -en los términos parisistas ya comentados-, que él denomina «Nueva cultura» (tomando nombre de la gran revista de los años 30 dirigida por el enorme Josep Renau, artísta plástico y no menos importante, magnífico teórico del arte contra las élites), y con una «Ética radical», el Animal cultural -esto es, el ser humano-, puede superar la Cultura del Capitalismo.

Esa Cultura, a través de los Medios de Comunicación y Difusión mayoritarios, es esencialmente y también en denominación parísista, el «Troquelado de la conciencia».

Que bajo un manto hipócrita («En la época de la mentira», otro título de Carlos París, partiendo en este caso del escritor portugués José Saramago, también comunista, como Renau), opera en términos de insolidaridad, egoísmo y darwinismo social (París explica cómo no tiene nada que ver con el Darwin real y ni siquiera con la naturaleza real, que también sabe ser solidaria).

Y superada esa Cultura capitalista -que supone, lógicamente, una Ética farisea y corrupta-, por la Cultura del Altruismo y la Ética radical (según ya hemos dicho), éstas entonces -por ser el ser humano en sociedad, como ya hemos establecido, un «Animal cultural»-, operarán a su vez en la infraestructura (la Economía), en términos de derrota del Capitalismo, en términos de control social de los grandes medios de producción (el Socialismo), y en términos de sociedad sin clases (el Comunismo).

Este es, a grandes rasgos, y en mi lectura, la propuesta marxista, comunista, de Carlos París en «Ética radical».

Resulta evidente la importancia que le da Carlos París a la Cultura para derrotar al Capitalismo. Cultura la cual, por suponer también una Ética, incluye también a la Técnica, los oficios, los trabajadores y las trabajadoras también manuales. París habla, específicamente, del «Taller». Luego lo veremos…

(Pero sirva esto también ahora para incidir, una vez más, en la importancia que el Ateneo de Madrid tiene, y Carlos París le daba, en términos -justamente-, de Cultura alternativa al capitalismo. Por consiguiente, Cultura democrática, popular).

Asúmase, por favor, que la obra de Carlos París resulta esencialmente moral. Es decir, donde «no todo vale». Esto contradice de raíz (recordemos su último libro en vida, «Ética radical»), a determinados mal llamados «pragmatismos» (París les llamaba, «oportunismos». Yo, con perdón, también). Los cuales incluyen, demasiadas veces, también a lo que se considera «progresismo» e «izquierda». Inclusive a algunas interpretaciones del marxismo que prescinden de cualquier consideración ética y moral. Todo eso, por descontado, es incompatible con el Pensamiento de Carlos París. Pero también con el de Marx, Engels, Lenin, Ernesto Guevara… La moral comunista es, ciertamente, muy distinta a la burguesa. Pero sigue siendo una moral y una ética. Y justamente, más verdadera.

(Nota: cuando nos acusan -a veces-, a «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», en general, y mí en particular, de ser moralistas, aquí tienen ya una respuesta, aquí…).

Otro aspecto muy relevante del Pensamiento de Carlos París, es que no cree en determinismos absolutos, a diferencia de lecturas escolásticas del marxismo las cuales llegan hasta hoy. Para Carlos París, el ser humano esta ciertamente condicionado, pero no predeterminado. Y esto, mucha atención, vale en los dos sentidos: el negativo y el positivo. Así por ejemplo, se permite corregir, en esto, el propio Marx. Más que corregir, digamos, matizar conforme a la experiencia de siglo y medio.No es por otra parte Carlos París el primer gran marxista en hacerlo sin por ello desmontar la teoría, sino dándole más dimensión. Lenin también lo hizo. Si se me apura, hasta el mismo Marx, según la época. Lo cual resulta lógico, tratándose de la materia que tratamos. Y así dice París:

«El proyecto de sociedad comunista, con la propiedad de los medios de producción, me parece que es la manera más justa de poder organizar el futuro de la humanidad. No obstante, es evidente que la idea de Marx de que el desarrollo de las fuerzas productivas puede y debe conducir al socialismo no es cierta, pues ve de una manera determinista la historia. Como decía Rosa Luxemburgo «socialismo o barbarie». Podemos permanecer en la barbarie, ya que la historia es una lucha abierta». (Entrevista a Carlos París en «Cuaderno Gris» de la UAM Monográfico Unamuno y Europa. Año 2002)

Pero -atención-, veamos cómo vuelve sobre esto, diez años, después ¡precisamente! en el último párrafo, el que cierra, «Ética radical», su último libro publicado en vida, según ya hemos observado:

«La historia está abierta. No hay ningún determinismo que asegure el triunfo final. Pero nada puede suprimir a los combatientes por la emancipación la «alegría de la lucha» que afirmaba la feminista Pankhurst y la incansable esperanza»

Vemos ahí, además de la recia palabra «combatientes», adecuada -también yo lo creo-, a la ardua tarea; vemos otro concepto el cual a veces niegan interpretaciones del marxismo demasiado limitadas. Hablo, de la «esperanza».

Todo esto; una visión no-determinista la cual -sin obviar los condicionantes que se enfrentan, pero sin perder la esperanza-, afirma la capacidad del ser humano de sobreponerse; de poder tener una ética y una moral –por consiguiente, una cultura-, diferentes a la de los opresores, y así mediante, cambiar también la economía, es decir, la infraestructura del Sistema, la base; todo esto -iba yo contando-, entronca con la bimilenaria noción cristiana de «libre albedrío» -que supone la idea de «responsabilidad», ya mencionada-, y muestra el evidente Cristianismo de base el cual recorre todo el Pensamiento de Carlos París, incluso cuando lo desliga de la creencia en el dios concreto en sí. Luego veremos en sus propias palabras…

(Nota: es público que yo, también me reconozco en el Cristianismo de base)

En todo caso, C. París, en su obra, nos recuerda que no estamos abocados a fatum inamovible, a «únicos destinos»,ya sean para bien o para mal. Aunque, indudablemente, muy mediatizada, tenemos capacidad de acción. Por consiguiente, de elección voluntaria (‘hacer» o «no hacer»).

Y siempre, esa decisión, incluso cuando no siempre sea consciente, va a ser en un «sentido», o «en otro». Por eso nos recuerda París la importancia de la Ética y la Moral.

Empero, no dejemos de observar que la voluntad (para decidir) capaz de cambiar las cosas, en la filosofía de París, resulta algo más complejo, más científico y materialista dialéctico (justamente, por partir del marxismo), que la noción romántica la cual, aun con diversas formulaciones, recorre de Platón a Nietzsche (a pesar de ser aparentemente tan distintos), pasando por San Agustín y, especialmente, Kant.

En la filosofía de C. París no hay «imperativo categórico» -ni divino-, para hacer «el bien». Tampoco «voluntad de poder», para «liberar» las capacidades del ser humano (el «superhombre»).

Hay, ya lo hemos dicho, un análisis racional, técnico, partiendo de la «infraestructura» (la «economía», en el concepto marxista, recordemos una vez más). No resulta así una elección -la del altruismo organizado y la ética asumida-, nacida de lo espiritual-abstracto, sino de lo material-concreto, que le lleva a la conclusión, al ser humano (por su parte de «Animal cultural», recordemos), de que lo mejor es el altruismo recíproco («dado» y «recibido»), como forma de construir la sociedad. Es decir, un altruismo sistematizado. Es decir, el Comunismo.

Eso no significa que Carlos París piense ingenuamente -ya lo lo he dicho y he puesto además unas palabras suyas al respecto-, que la Educación, la Ilustración y la Razón por sí mismas, garanticen al ser humano la «buena elección», la elección altruista. París nos argumenta que también la antítesis, la elección egoísta, tiene «su» componente racional. Y cita al respecto el ejemplo evidente de Alemania -una nación con gran nivel de Educación e Ilustración; de Arte y de Cultura-, que en los años 30 y 40 del pasado siglo, propició la mayor barbarie, el crimen -como ya hemos dicho-, a escala industrial. Con ayuda -por tanto-, de una Ciencia y de una Técnica carentes sin embargo de Ética y Moral.

Volvemos así -por ser la médula-, a lacuestión de la Ética y la Moral. Su necesidad de ellas. Y entonces también,la necesidad de la Política, al ser ésta el ámbito en el cual la Moral y la Ética pueden influir en la Ciencia y en la Técnica (especial atención a esto, por favor; ya he transcrito anteriormente palabras de Carlos París sobre lo necesario de la Política, transcribiré algunas más).

Este es, con más o menos acierto, mi análisis del Pensamiento de Carlos París, en cuanto he leído de su obra -en especial, de su último libro en vida, «Ética radical»-, y conocido a su persona, cuatro años y nueve meses, todos (salvo tres meses previos a su Presidencia), en la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid.

Voy ahora a complementar algunos aspectos de ese Pensamiento:

– Para Carlos París, una III República española digna continuadora de cuanto representó (y cuanto defendió, y por cuanto fue defendida), la Segunda, resulta necesaria para nuestro país. Para su regeneración, con el final definitivo de la ominosa herencia del Franquismo. Final que sólo la República puede significar para España. Esto -nadie se ofenda-, le diferencia claramente de posiciones accidentalistas en ámbitos socialistas e incluso comunistas, que siguen viendo la III República como algo no esencial, no prioritario. París no lo veía así; veía a la III República –y continuadora de la Segunda, insisto-, como algo imprescindible. Luego pondré cita al respecto.

– Para Carlos París, España era una realidad histórica. No era anti-español. Pero no creía que España fuese mejor -menos aún, superior-, que ningún otro país, ninguno. Esas categorizaciones, no caben en el Pensamiento de Carlos París. Era profundamente internacionalista (está en toda su obra). Creía especialmente en el potencial revolucionario de América Latina, por sus condiciones objetivas. Para España, su fórmula inequívoca (luego se verá en sus propias palabras), es la República federal. Con todas las letras. En sus propias palabras (reitero). No el centralismo ni el independentismo.

– Para Carlos París, un Feminismo no desconectado de la Lucha de Clases (según ya se ha dicho), es también imprescindible. Véase en su obra. Pero además, se refuerzaal estar junto a Lidia Falcón, una figura imprescindible del Feminismo en España y unido a la lucha antifranquista y por la sociedad sin Clases.

– Para Carlos París, la Clase Obrera -él usa también el clásico término marxista de Proletariado-, es perfectamente capaz de tener labores de Gobierno y dirigentes. Al final de este escrito reproduciré un texto suyo el cual se refiere al asunto. Toda la obra de C. París está llena de un gran respeto a los oficios, al trabajo manual, a los talleres… que -ya lo señalé-, en la filosofía de Carlos París son también genuinas representaciones de Cultura, y no inferior a otras. Por eso, el marxismo y comunismo de Carlos París, no resulta paternalista ni condescendiente, como a veces yo mismo he podido observar en ciertos otros referentes marxistas contemporáneos en España. Carlos París –docente magistral; catedrático a los veinticinco años de edad-, no da lecciones a la Clase Obrera: comparte saberes y, a su vez, también aprende. ¡Por eso trabajó en una mina! No significa -ojo-, que una persona obrera, artesana… sea mejor por ese hecho. Significa, que tampoco es peor. Significa, que toda persona tiene capacidad de cultura, potencial creativo, aunque sea de trabajo manual, de formación mecánica. Esto me recuerda, con perdón, a cuando Napoleón, – un notable revolucionario a pesar de sus grandes contradicciones y de ciertas películas-, dijo aquello de «el bastón de mariscal lo lleva el soldado en su mochila». Personalmente, doy fe de que Carlos París apreciaba especialmente -yo lo vi-, a las personas dirigentes de formación obrera y campesina. Pienso -por ejemplo-, en Francisco Frutos, en Cayo Lara… yo lo vi. También, su admiración por José Saramago, de familia campesina, quien se formó en una escuela industrial, no pudo finalizar sus estudios por falta de recursos económicos familiares, y se puso a trabajar en una herrería mecánica, antes de pasar a trabajos de oficina. (Comenzó a escribir poco a poco hasta ganar el Premio Nobel de Literatura, como sabemos. Fue también Doctor Honoris Causa por gran número de universidades, incluidas las de Salamanca, Mánchester, Turín, Buenos Aires y Autónoma de México). Recuerdo ahora que Carlos París me llamó por teléfono cuando supo de la muerte de José Saramago, en junio de 2010. Estaba de veras consternado. La admiración de París por Saramago es constatable en sus escritos. Termino este apartado diciendo, que Carlos París solía referir, con orgullo, que el Ateneo de Madrid fue un lugar donde la Clase Obrera -incluidas las mujeres-, recibía clases nocturnas gratuitas, en una época cuando dicha Clase social tenía muy pocas oportunidades de estudiar.

(Nota: también es público que yo me incluyo, honradamente, en la Clase Obrera. Fui maquinista en una fábrica a los dieciocho años. A los veintiuno, ya en las Fuerzas Armadas y por casi nueve años, cogí la especialidad también de máquinas. Esa fue mi formación, aunque actualmente, ya como oficial civil funcionario de carrera, no la desempeñe igual. Pero sigo siendo un trabajador de oficios).

– Para Carlos París, el grado superior del Capitalismo es, en lo social, el Consumismo, y en lo económico, el Neoliberalismo. Entre ambos, hacen todo efímero -esa es la palabra que usa C. París-, incluido el producto cultural (obras de «usar y tirar») y el propio trabajo en sí (la precariedad). Y «deshumanizan» -otro concepto clave en el análisis de C. París-, al ser humano.

– Para Carlos París, en este grado superior del Capitalismo, se normaliza la corrupción de la Política y de la Cultura. La publicidad se pone al servicio del enmascaramiento de dicha corrupción, con los ya mencionados grandes Grupos de comunicación/difusión. Es la también ya referida «Época de la mentira». Sin rodeos y según C. París -yo lo subscribo-, la época actual, desde hace ya no pocos años, y cada vez más.

– Para Carlos París, cuanto define una actuación social, política, económica o cultural, de naturaleza inmoral, más allá del relativismo que puede haber según lugares; cuanto define, es la consciencia de quien o quienes actúan.

– Carlos París estaba, indudablemente, con los derechos del Pueblo Palestino, como el de todos los oprimidos de la tierra.

– Carlos París fue crítico con los sistemas del llamado «Socialismo real» con la URSS a la cabeza. Pero reconoció sus grandes logros y su gran valor frente al imperialismo de los Estados Unidos y la OTAN.

– Carlos París creía en la paz, abogaba decididamente por ella. No era militarista. Pero apreciaba las virtudes castrenses cuando están al servicio del Pueblo y su defensa frente a la opresión. Luego pondré palabras suyas sobre la cuestión militar (ya he dicho que yo lo fui durante casi nueve años. C. París lo sabía). Recuerdo ahora, que comentaba cómo le emocionó la imagen de un soldado sandinista en la Nicaragua de los años 80, guardando, con su fusil, una humilde escuela aldeana, de posibles ataques de «La Contra» (ya sabe el lector, la lectora, más veteranos: aquel grupo armado antigubernamental que financió –y armó-, Estados Unidos).

– Carlos París apreciaba la Poesía. En sus escritos hay múltiples referencias a poetas. Por ejemplo, en «Ética radical», a los poetas republicanos (y ateneístas), León Felipe y Rafael Alberti. La exclusión que hiciera Platón de los poetas, por mendaces, de su República ideal, París no la respeta, desde luego; no cree en ella. Al revés, reconcilia Filosofía y Poesía en la línea de María Zambrano, también ateneísta.

– Debo decir, a este respecto, que el nombre de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», se forjó en el diálogo entre un escritor de filosofía -Carlos París-, y un escritor de poesía, éste quien ahora escribe. Aunque ahora no se recuerde mucho -tampoco tiene especial relevancia, es sólo un dato-, yo había presidido entre noviembre de 2007 y octubre de 2008, la Sección de Literatura del Ateneo, cuando gané la elección con una candidatura claramente de izquierdas desde su mismo nombre, «Viento del Pueblo», título tomado del formidable poemario de Miguel Hernández de 1937. En 2010, cuando se cumplió un siglo del nacimiento del poeta republicano español, comunista y también ateneísta, París y quien esto escribe -entre otras personas-, pusimos un retrato de Miguel Hernández Hoy está en el vestíbulo previo a las oficinas de Administración y de Secretaría del Ateneo.

Sobre la candidatura «Viento del Pueblo» a la Sección del Literatura del Ateneo de Madrid en octubre de 2007, más información, por favor, pulsando aquí:

https://poesiaabierta.blogspot.com/2007/10/elecciones-la-seccin-de-literatura-del.html

– Pienso ahora, en retrospectiva, y recordando también las palabras que me puso en su autógrafo en «Ética radical», que Carlos París apreció en mi persona la, para muchos, extraña mezcla: la de militar y comunista, mecánico y escritor de poesía. Como ya he dicho, la responsabilidad de la Coordinación de Actos del Ateneo, para la cual en mí confió en aquellos años de actividad tan intensa, tiene significado. Lo digo sin soberbia, pero con orgullo.

Voy a poner ahora -ya voy finalizando este largo escrito…-, algunas palabras literales de Carlos París, las cuales creo ayudarán a comprender mejor algunos puntos de vista suyos. Tras ello, volveré a dirigirme específicamente a Luis Arroyo, actual Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid, cabeza del «Grupo 1820», y volveré a dirigirme a quienes, legítimamente afines a dichas siglas, se reconozcan no menos legítimamente en los valores de la izquierda y, también, los valores ateneístas más democráticos. Voy ahora con las palabras de Carlos París. (Nota: los encabezados a las citas, son de mi propia cosecha, pero para ubicar):

Sobre la URSS y sus aliados:

«Mi actitud fue crítica hacia eso que se llamaba El Pacto de Varsovia, que fue sin duda una superpotencia rival de los Estados Unidos. No obstante, después de que todo eso se hundiera, he tratado en cambio de defenderlo, pues, en cierta forma, las críticas que se han hecho han sido extremadas, insuficientes y tremendamente sectarias». (Entrevista en «Cuaderno Gris» de la UAM. Año 2002)

Sobre el 15-M, el Ateneo de Madrid, y la necesidad de hacer Política:

«En el Ateneo se fraguó en parte el 15-M. Algunas de las reuniones previas sobre todo de la plataforma «¡Democracia Real ya!» tuvieron lugar en el Ateneo. Luego, cuando se instalaron en la plaza, les visité y les ofrecí las instalaciones del Ateneo, de tal forma que ha sido un espacio abierto para el 15-M. Pero pese a que he respaldado públicamente este movimiento, también soy crítico con él. Creo que adolece de otra propaganda muy insidiosa consistente en desprestigiar la política, algo a lo que, por otra parte, muchos políticos han contribuido. En cualquier caso no se debe prescindir de la política, hace falta una concreción política del descontento» (Entrevista en «Público», junio 2013)

Sobre su sentido religioso y sobre el Cristianismo:

«Sigo teniendo un sentido religioso de la vida que se expresa por mi entusiasmo ante la Naturaleza y por mi preocupación por las relaciones humanas. Ahora bien, mi cristianismo era sin fe y siempre en contra de las estructuras eclesiales, un cristianismo existencialista que conecta con las preocupaciones unamunianas, pero que se fue conformando y configurando posteriormente. Javier Sádaba, sobre este aspecto, en uno de sus artículos sobre mi obra, escribe que yo nunca he escrito sobre filosofía de la religión pero que en mis escritos siempre hay una luz religiosa en el sentido que apuntaba antes. Ahora no tengo una concepción espiritualista del ser humano ni tampoco una idea de Dios, pero ante el hecho concreto de la muerte de mis seres queridos, se reactivó este sentimiento de continuidad en un más allá» (Entrevista en «Mundo Obrero», diciembre 1997)

«Será la figura de San Pablo la que, en la iniciación del cristianismo, convertirá la Buena Nueva en un mensaje universal, en contradicción con la Comunidad de Jerusalén. Sin la intervención paulina no hubiera pasado el cristianismo de constituir una secta judía más. Y, en este sentido, se ha de reconocer el empuje que, independientemente de los desarrollos bélicos e inquisitoriales, el cristianismo supuso para la afirmación de la unidad del género humano» (En «Ética radical», 2012)

Contra el imperialismo aun disfrazado de misión civilizatoria:

«A lo largo de los siglos, las relaciones entre civilizaciones y culturas diversas han estado guiadas por el pretendido derecho del más fuerte a dominar, aniquilar y esclavizar. Y semejante práctica no dejaba de exhibir pretendidas justificaciones en nombre de la superioridad de unos pueblos sobre otros. No sólo en lejanos tiempos de barbarie. Toda la expansión europea en las Edades Moderna y Contemporánea, pretendía que los seres humanos de etnias o pueblos considerados «inferiores» podían, con toda justicia ser dominados. Como legitimación se afirmaba la necesidad de llevar a ellos la civilización o, piadosamente, la expandir la religión cristiana, aunque fuera a «cristazos». Así el planeta entero quedó organizado, a fines del siglo XIX, en 1870, como comentaba Lenin, por el imperialismo de los pueblos más fuertes, gracias a su superior tecnología. Las huellas de esta situación imperial se extienden hasta nuestros días e incluso se refuerzan con los potentes medios de la técnica actual» (En «Ética radical», 2012)

Reivindicación de la II República española. Necesidad de la III y federal:

«Un futuro mejor ha existido y sigue alentándose bajo el actual reinado de la mediocridad oficial. Es el que representó la II República y que fue criminalmente yugulado. Aunque siguió vivo en la oposición a la dictadura, para naufragar, desdichadamente, en las componendas de la Transición (…) La posibilidad de una nueva España, unidos sus pueblos en una república federal, en la que el capitalismo fuera superado y en que la política internacional se guiara por el apoyo al Tercer Mundo. La III República es el proyecto que hoy día puede devolver la ilusión a muchos ciudadanos desencantados, superando la herencia de la dictadura» (Artículo en «Público», noviembre de 2010)

«La verdad está en el pueblo, en las masas, en que estas masas salgan del engaño. Creo que hay un descontento generalizado, no solo de los indignados. Las huelgas son constantes por la Sanidad y por Educación. El descontento está en la realidad. Ahora hace falta que ese descontento se canalice y que, además, se totalice, que no sea sectorial. Hace falta una protesta unitaria. Esta protesta, además, tiene que articularse políticamente (con el objetivo de) Llegar al poder. Hay que pensar en dos maneras de remediar este descontento. Uno sería la III República. La República debe ser el medio por el que salir de esta situación de engaño. El otro es la colectivización de los medios de producción. Una sociedad democrática es aquella que tiene los medios de producción y de comunicación en manos de la colectividad y no en manos de una minoría. Con una República se superarían gran parte de estos vicios y corruptelas que heredamos del franquismo» (Entrevista en «Público», octubre de 2013)

Valorización de la técnica, de los oficios, los talleres y el trabajo manual:

«No se pueden contraponer la ciencia y la técnica. Como actividades encaminadas, la primera, al conocimiento y, la segunda, a la utilidad pragmática. La técnica no es sólo utilidad sino también realización, en sus logros de nuestra capacidad creativa humana. Está enmarcada por impulsos estéticos y lúdicos e implica una forma peculiar de conocimiento, como percibió Heidegger, a pesar de su negativa visión de la técnica. Justamente es la sinergia entre ambas la que alumbró la revolución científica. Que, como señaló Hauser, nació en los talleres del Renacimiento (…) No se trata solo de la función humanizadora de la técnica en sus orígenes, al levantar nuestro espacio frente a la naturaleza (…) Es toda la épica del trabajo, tan exaltada por la tradición revolucionaria como perdida hoy en la disolvente hegemonía de la derecha capitalista neoliberal o falsamente liberal» (En «Ética radical», 2012)

La maldad también puede ser «ilustrada» y «racional». Alemania nazi. Israel vs Palestina. Colonización europea:

«Frente al optimismo moral del logicismo ético propugnada por Sócrates, o el idealismo, un tanto ingenuo, de la Ilustración, podemos observar que la maldad no puede ser condenada como fruto de la ignorancia, sino de una inteligencia egoísta, de una racionalidad que, frente al altruismo, sitúa al interés del ego, o del nosotros minoritario, en guía de la acción. Personajes y pueblos enteros imbuidos de ciencia y de cultura han perpetrado los más espantosos crímenes, cual los genocidios (…) En el pasado siglo asistimos al Holocausto desarrolloado por un pueblo de tan alta cultura con el alemán, en el actual, vemos el ensañamiento de los gobiernos de Israel contra los palestinos, y nuestras espaldas históricas están cargadas por los genocidios ejecutados por los países europeos» (En «Ética radical», 2012)

El Consumismo, fase actual del Capitalismo, donde prima lo efímero y lo precario, con dominio de la publicidad, dueña:

«Ahora, es el imperio de la producción de bienes con arreglo a las empresas el que define, reforzada por la publicidad, nuestras necesidades y, de este modo, conforma a los humanos. No sólo fabrica objetos sino hombres, mujeres y niños, cortados según su lecho de Procusto. Y mediante la «industria cultural», según el término lanzado por Horkheimer y Adorno, así como la que Gouldner designa como «industria de la conciencia» troquela las ideas, la fantasía y los gustos estéticos de la ciudadanía. Y ya, ni siquiera importa la propiedad, el disfrute placentero de los bienes poseídos (…) Hay que deshacerse de los bienes tan frágiles y fugaces y, rápidamente, pasados de moda. Y, apagada la esperanza en el placer de la posesión, seguir en este infierno vestido de paraíso, eternamente comprando» (En «Ética radical», 2012)

Sobre los valores de la Milicia y su pervivencia en los países revolucionarios. La importancia de la valentía al servicio de una causa justa:

«Hay una crisis de valores heroicos y entramos en lo que algunos pensadores alemanes han designado como la «época postheroica». Aquellos ideales caracterizaron a las clases de los guerreros y los militares, aunque no dejaban de extender su aura, de modo desigual, sobre el resto de la sociedad, incorporando al ciudadano de la polis griega en la época clásica o al guerrero labrador en nuestra Edad Media. Después, en enorme oleada, arrastraron a las masas en la Edad Contemporánea. «La nación en armas» de la Revolución francesa (…) En la mitología nazi-fascista jugaron un papel decisivo (…) Y tal inserción los desprestigió de un modo exagerado en países como el nuestro, en que muchos jóvenes no se avergüenzan de declararse cobardes, olvidando la importancia del valor cuando se pone al servicio de una causa justa. Ciertamente tales valores se han mantenido vivos en países revolucionarios o rebeldes que deben defenderse frente al acoso del orden mundial conservador (…) El consumismo no propicia precisamente los sacrificios de la vida militar, que cantó Don Quijote en su célebre discurso. Y mucho menos, la inmolación de la propia vida» (En «Ética radical», 2012)

Sobre el control popular de los grandes Media. Sobre el nocivo control de las grandes Corporaciones capitalistas en los Media y en la Cultura. Autores quienes resisten y autores quienes se venden:

«Sólo la apropiación popular de los grandes medios de comunicación de masas será capaz de alumbrar una sociedad informada con objetividad (…) El actor más perverso y perturbador está representado, sin duda, por las grandes empresas. No solamente buscan el lucro máximo, según el afán capitalista de acumular para seguir acumulando, cuya irracionalidad denunciaba Wallenstein, sino que, en los últimos tiempos, han degradado la creación cultural hasta extremos inverosímiles, lanzando, publicitando y premiando obras (…) Y en cuanto a los creadores, habría que diferenciar entre aquellos que mantienen su independencia y su código de altura creativa, viéndose con frecuencia marginados, y los que se ponen al servicio de los dictados empresariales, esperando ser recompensados económica y celebérrimamente» (En «Ética radical», 2012)

Cómo los grandes Media, en especial la TV, «hacen» la realidad que les interesa, y cuanto queda fuera, es como si no existiese:

«La pantalla acaba suplantando al mundo físicamente existente y erigiéndose en la más auténtica realidad. ¿No se ha dicho, más de una vez, tratándose de sujetos con pretensiones de personalidad pública y famosa que «no existes, si no apareces en la televisión»?» (En «Ética radical», 2012)

Caracterización de la época actual, la «época de la mentira», parafraseando al escritor portugués y también comunista, José Saramago:

«¿Vivimos en la sociedad del espectáculo? Tal cosa pretendía G. Debord en su interesante libro, calificando críticamente a nuestra sociedad. O ¿es el nuestro un mundo de ciegos, como apuntaba el genial Saramago en su Ensayo sobre la ceguera? Yo diría que es decisivamente la «sociedad de la imagen». De la imagen encubridora y suplantadora de la realidad (…) Y, mientras en la intemperie exterior, tras los altos muros insonorizados, suenan el llanto de los hambrientos, los gritos de las víctimas de los misiles, los aullidos de los torturados, los suspiros de los empobrecidos (…) El mensaje de las imágenes: las delicias del mundo que vivimos. Proclama el orden universal regido por la democracia, el mercado global que extiende la riqueza, gracias a la mano mágica. Defiende la obligación de perseguir a los perturbadores, rebeldes y revolucionarios, que ponen en peligro los avances de tan hermoso y benefactor orden. Exalta la justicia de las diferencias que responden a la diversidad de méritos, en una sociedad de sana competencia. Y justifica la necesidad del sacrificio de la mayoría por la seguridad de todos y el bien de los mejores. Ya que si este mundo no es perfecto es, al menos, «el mejor de los posibles». Por todo ello, esta época, como decía Saramago y he reiterado aquí, puede ser definida como «la época de la mentira» (En «Ética radical», 2012)

Cómo el Consumismo, fase actual del Capitalismo, corrompe hasta sus raíces el mundo cultural y el político también:

«Las empresas dedicadas a la publicidad se elevan, consecuentemente, a un nivel de importancia mayor que el del propio producto (…) Los libros se escriben precipitadamente, uno tras otro, pensando en su inmediata publicación y promoción. Lo que cuenta es su lanzamiento, pues muchos críticos los comentan sólo en función de los intereses de la industria editorial y de las relaciones personales, a veces sin apenas haberlos leído. Lo cual se hará especialmente grave en nuestro país (…) Es arrancada la actividad política de su vida anterior, para convertirla en un capítulo más de la sociedad de consumo. Los partidos y los líderes se venden como un artículo comercial, promocionado con estudios de marketing y métodos de publicidad. «Con las mismas técnicas publicitarias que se utilizan para un bote de mermelada o un paquete de cigarrillos», como escribe Roman Gubern. Y triunfa la imagen sobre el discurso. Ha sido enterrado el orador de voz poderosa y párrafo contundente. El político, con un nivel oratorio cayendo en picado -especialmente en nuestro país-, se rodea de expertos que fabrican la apariencia con que debe aparecer en los mítines, en las ruedas de prensa y, sobre todo, en la televisión (…) Naturalmente todo este montaje escénico requiere considerables gastos. Entonces la política, que, en democracia, debería ser independiente de cualquier otra influencia que no fuera la representada por la voluntad popular, se convierte en agente de financiadores. Indudablemente, semejante dependencia no es nueva (…) Pero en el funcionamiento habitual de la sociedad de consumo, la presión se ejerce ab initio, en el arranque y planteamiento mismo de las campañas. Y, absurdamente, es aceptada como un componente normal de la democracia» (En «Ética radical», 2012)

Irresponsabilidad e inmoralidad consubstanciales al Capitalismo, pero con medios de destrucción aterradores en sus manos:

«Esta ceguera para el futuro entra en tremenda contradicción con el poderío de nuestra tecnología, cuyos efectos marcan la realidad física y social, extendiéndose hacia un muy dilatado futuro. Es un aspecto en que ha insistido certeramente Jonas, en su antes aludido libro El principio de responsabilidad. Los graves riesgos de un potencial carente de control moral: En la actualidad, con el potencial que la humanidad tiene en sus manos resulta que la inmoralidad reinante es capaz de generar efectos incontrolables» (En «Ética radical», 2012)

Poesía y Filosofía. Heroísmo. Hombres y mujeres quienes lucharon dando su vida. Hermandad universal. Marx y los filósofos:

«El gran León Felipe escribió: «creo que la Filosofía arranca del primer juicio. La Poesía, del primer lamento. No sé cuál fue la palabra primera que dijo el primer filósofo del mundo. Lo que dijo el primer poeta fue: ¡Ay!». Pero la filosofía que profeso y trato de desarrollar parte también del grito, del lamento, de la encrespada protesta ante la injusticia del mundo que vivimos. Y si Aristóteles decía que la Filosofía nace de la admiración, pero no sólo de la que produce la contemplación de los altos cielos, sino de la que brota ante el heroísmo de tantos hombres y mujeres que, incansables, dieron su vida luchando por el reino de la libertad y la hermandad universales. Y el pensamiento que se levanta, a partir del grito y la admiración no quiere reducirse a contemplar el mundo, como decía Marx que habían venido haciendo los filósofos, sino que aspira a contribuir a su radical transformación» (En «Ética radical», 2012)

Anuncié que, finalizando, volvería a dirigirme a Luis Arroyo y a la parte de izquierdas que haya en el «Grupo 1820». Procedo:

En el tomo III del gran trabajo de Víctor Olmos, «Ágora de la Libertad (Historia del Ateneo de Madrid)», que ya cité, se cuenta al respecto de una iniciativa, no muy potente (al final quedó en nada, como veremos), de modificar los Estatutos -el Reglamento-, del Ateneo de Madrid en un sentido bastante parecido al cual intentó el «Grupo 1820» en 2022 y 2023 (y Chueca Goitia en 1982, y García Partida en 1997…); una iniciativa -iba yo diciendo-, menos fuerte que aquellas, la cual hubo a finales de 2013, y por cierto, nadie de la Junta de Gobierno del Ateneo de entonces (todas personas de «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», como ahora todas son personas del «Grupo 1820»), nadie, subscribió.

Y cuenta Víctor Olmos en ese libro:

«La música no era nueva. Algo muy parecido habían pretendido, sin éxito alguno, los presidentes Fernando Chueca Goitia, Paulino García Partida e incluso José Luis Abellán»

(El Informe de Eloy Ruiloba, abogado entonces al servicio del Ateneo, decía) «El actual Reglamento no contradice la regulación actual del Derecho de Asociación. En otras palabras, Ruiloba opinaba que la reforma no era legalmente necesaria»

(En una carta enviada a los socios el 13 de noviembre de 2013 por el Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo, Carlos) «París no se mojaba del todo y dejaba claro que era «el conjunto de los socios y socias» los que debían pronunciarse sobre «reafirmar las normas vigentes en su totalidad, si se considera oportuno» o «mejorar algunas de ellas, si se estima conveniente»

(Más adelante, a la Comisión que se formó para estudiar la posible reforma del Reglamento del Ateneo) «El Secretario segundo, Miguel Pastrana, comunicaba a la Comisión que al retirar su firma («en su pleno derecho») dos de los proponentes, ésta ya no reunía «el requisito de 15 firmas que exige el vigente Reglamento del Ateneo, y decae». Se enterraba así un nuevo intento de modificar el Reglamento del Ateneo, apenas cuatro meses después de haber nacido»

Efectivamente y como ha dejado escrito Víctor Olmos en su Historia del Ateneo de Madrid, Carlos París no apoyó aquel intento de cambiar los Estatutos del Ateneo. Excuso señalar que yo tampoco (ya dije que nadie de la Junta de Gobierno de entonces subscribió aquella petición de cambio), y cuanto sí hice, como escribió V. Olmos, fue «enterrar» -uso su palabra-, aquel «nuevo intento de modificar el Reglamento del Ateneo».

Guste más o guste menos, esa es la Historia (del Ateneo de Madrid) y ya está escrita. Ahora bien…

Hoy, a los diez años de su muerte física, más no la de su Pensamiento, yo quiero basar en Carlos París, cuando escribió -y era persona quien escogía muy meditadamente sus palabras, como sabemos-; cuando escribió, que «el conjunto de los socios y las socias» podía «reafirmar las normas vigentes en su totalidad» o «mejorar algunas de ellas». Atención…

Creo evidente que Carlos París prefería (como también yo prefiero), «las normas vigentes en su totalidad». Por eso lo escribió como primera opción. Y, sobre todo, por eso «no se mojó» -en palabras de V. Olmos-, en cambiar ni «mejorar» nada del Reglamento. Es evidente…

No obstante, en un momento dado, aceptaba el «mejorar algunas» de las normas ateneístas. Nótese que usa dos palabras con toda intención: «mejorar» -es decir, no cualquier tipo de cambio-, y «algunas», es decir, cambio muy limitado. De ahí puedo partir yo legítimamente y con «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo». Atención, lo ruego:

Ante las pretensiones neoliberales para con el Ateneo de Madrid, sigo tendiendo la manodesde la izquierda (ya lo hice el pasado diciembre en mi artículo en «Diario 16+», cuyo enlace aquí he puesto); tendiendo la mano, a Luis Arroyo y a la parte izquierda; progresista, del «Grupo 1820», la cual quiero creer que es la parte muy mayoritaria, y que Luis se sitúa en ella.

«Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo» se sitúa, conceptualmente, a la izquierda del «Grupo 1820». Es sabido. Pero también es hoy la segunda fuerza electoral dentro del Ateneo de Madrid, con el 21,09% de los votos (el «Grupo 1820», la primera con el 62,39%). Así, en lo que ya he denominado por escrito como «Pacto Integral», es decir, completo; que ataña a todos los aspectos del Ateneo, en ese marco…, estaría dispuesto yo basando en Carlos París (como ya he reflejado), a estudiar algunas posibles mejoras en el Reglamento ateneísta, siempre y cuando no contradigan la profunda democracia participativa que tiene -desde su origen-, ese Estatuto, ni hagan peligrar la independencia la cual históricamente, para el Ateneo como asociación, ha garantizado.

Por consiguiente, no podría tratarse de la «reforma» -en verdad, «sustitución»-, que se intentó, fracasando, en 2022 y 2023. Sería, en este supuesto, una cosa bien distinta. Y que por ello mismo, «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», estaría en condiciones de asegurar, garantizar.

Luis Arroyo puede elegir, ya lo he escrito: a su izquierda, con «Convergencia», o a su derecha, con otros grupos mucho más pequeños, sin nombres estables, e imprevisibles.

Acordar con «Convergencia para la Estabilidad Democrática» -también ya lo he escrito-, no es fácil. Entiendo que parezca más sencillo con los otros grupos; los de derechas, y metiéndoselos en el bolsillo (lo digo como metáfora, conste). Pero sería un error. Lo creo de veras. El neoliberalismo es un depredador absoluto y no se le puede aplacar. Solamente, resistir.

La decisión está en manos de Luis Arroyo, naturalmente. Yo ya he hecho cuanto debía, también lo escribí. «Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo», en cualquier caso, permanecerá; permaneceremos.

Sí me permito aconsejarle, y con buena intención, a Luis, que relea de vez en cuando la Historia del Ateneo en los últimos cuarenta años (para eso y para bien la escribió completa Víctor Olmos, persona igualmente amiga). Verá porcentajes de votos no muy distintos a los actuales, y verá, también, algunos nombres que tiene ahora cercanos, los acontecimientos irán mostrando si por convicción o por interés.

En cualquier caso y como Luis ya sabe, «Convergencia» se mueve por convicción. No en vano somos, también, los y las «de Carlos París» en el Ateneo de Madrid.

Termino así con una más larga cita suya de «Ética radical» donde yo pienso -que en estas palabras-, están todos, o casi todos, los elementos de su obra: el marxismo, el feminismo, el cristianismo de base, el humanismo universal, el altruismo, la esperanza, la ciencia y la técnica, la utopía, la ética, lo colectivo, el antirracismo y el anticlasismo, el antideterminismo, la confianza en el proletariado, la filosofía, la poesía (en verso, además, de mi paisano portuense, camarada Rafael Alberti). Y así dice Carlos París:

«Como Marx escribió, estamos sólo en la prehistoria, en la etapa en que aún no hemos salido del reino de la naturaleza para entrar en el de la plenitud cultural. Y es esta la humanidad que han soñado las utopías. Imaginada en las utopías literarias, «abstractas» según la calificación de Bloch, pero materializada, también y más operativamente, en forma de «utopía concreta». Como la patria, no la ultraterrena, ni las definidas por las fronteras actuales y los sentimientos «nostrilátricos» escisores, sino aquella que plasmará la solidaridad en una sociedad sin clases. Aquella que, como escribe dicho pensador marxista, cerrando su obra El Principio de Esperanza, «nos ha brillado ante los ojos en la infancia, pero en la cual nadie ha estado todavía. Y este caminar hacia la patria sólo puede estar impulsado y guiado por el altruismo. La filosofía del siglo XX insistió en la concepción de la vida y del mismo ser humano, como proyecto. Pero, de tal concepción individualizada en el existencialismo, debemos pasar a la visión del proyecto colectivo, que, transcendiendo los estrechos límites del sujeto aislado, lo levanta a su plenitud de posibilidades. Y supone la apertura del incompleto ser humano, socialmente, hacia los otros, materialmente hacia el mundo que creamos -y cuya necesidad de planteamiento ético vengo reivindicando- y, en el tiempo, mira tanto hacia el futuro como hacia el presente. Santo Tomás afirmaba, siguiendo a Aristóteles, que el alma tiende, de algún modo, a hacerse una con todas las cosas. El ser humano no es, como las mónadas de Leibniz, dentro de la hábil filigrana que su ontología representa, un individuo «sin ventanas al exterior». Y el altruismo recoge esta esencial apertura, convirtiéndola en asimilación íntima de la realidad y sentimientos de los otros y dilatando nuestro ser que se enriquece. El egoísmo individual y colectivo, por el contrario, es hermético. En este sentido, corresponde a la concepción «fijista» del ser humano, la cual, aunque, no se puede extender a toda la historia de la representación humana, como pretendía Jona -pretensión que ya antes he criticado- sí encuentra aquí su plasmación. De hecho, las posiciones egoístas son conservadoras. Invocan la tradición y su visión del presente se cierra en el grupo exaltado. Naturalmente, ello no excluye el lanzamiento de proyectos de acción, ni la innovación que no ha dejado de impulsar el capitalismo. Pero sí elimina el reconocimiento de los valores presentes y latentes en lo otro, en lo ajeno, con su capacidad de transformar el actual orden y desembarcar en nuevos continentes sociales. La alteridad, el otro, los otros, sólo son vistos en el cierre egoísta como materia manejable al servicio de los propios intereses, no como portadores de una capacidad de creación. Y así brota el discurso de las razas inferiores, de la superioridad del hombre sobre la mujer, de la incapacidad del proletariado para gobernar, porque, como en el poema satírico de Alberti, «no están preparados». A lo largo de toda esta argumentación se revela la superioridad del altruismo, con su apertura hacia una meta universalmente realizadora de lo humano. Pero, entonces, cabe preguntarse, si no se quiere quedar en mera retórica sugerente, en qué se cifraría esta realización genéricamente invocada. Y la razón, la capacidad pensante, junto a la libertad creativa es un horizonte abierto, nos aparecen como las grandes características del salto cualitativo de lo zoológico a lo humano, culminando la superación del determinismo instintivo. Los cuales se expresan en los tres dominios antes indicados en que la evolución de abre a la cultura. La técnica, con su enorme potencial y su diversidad de orientaciones posibles, el conocimiento elevado a pensamiento, la capacidad y necesidad de dirigir nuestra vida como proyecto. La más perfecta conquista de la plenitud humana sería aquella que llevará estas propiedades técnicas y científicas al servicio de esta realización, permitiendo, la satisfacción universal de las necesidades materiales y, sobre esta base, la difundida participación en la vida socio-política y en la realización cultural. Y no es este, sin duda, el mundo en que hoy vivimos».

No lo es, de cierto (apostillo yo). Pero personas como Carlos París nos animan a seguir luchando por el; por ese otro mundo posible.

(Muchas gracias)

Siendo en Madrid, a 28 de enero de 2024, y con algunos agradecimientos entre varios posibles: a Miguel Ángel Jiménez. A Luis Miguel Rico. A mis amistades «marisqueras» de Vallecas. A Irene y Daniel, por hojear.

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