El pasado día 22 de diciembre de 2023, fui invitado a intervenir en un acto público sobre Derechos Humanos y lucha contra el racismo el cual, organizado por la editorial «Garaje», tuvo lugar en el local de Izquierda Unida y del PCE ubicado en Sierra Carbonera. Por razones de salud no me fue posible asistir. Envié unas palabras las cuales se leyeron, no estoy seguro si todas o en parte; tampoco importa mucho, pues ahora las reproduzco íntegramente para «Neuronas Rojas». He añadido alguna nota explicativa
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Vecinos y vecinas en el barrio obrero y multiétnico -en el cual me siento orgulloso de habitar desde 2005-, de Vallecas. Camaradas en el socialismo científico, el marxismo, el comunismo… Amigos y amigas, en fin:
Razones pasajeras de salud, me han impedido estar ahí con vosotros, con vosotras, y también con personas a quienes igualmente admiro: Any, Fran Pérez, Antumi, Orlis…
Sirvan estas palabras, en lo poco que puedan, para testimoniar al menos mi compromiso con ese acto. Me hubiese gustado escribirlas en mejores circustancias físicas yo. No ha podido ser. Las redacto sin embargo con la convicción y el ánimo intactos. La recuperación de la salud vendrá pues más pronto que tarde.
Se me ha anunciado en el cartel como «representante del Ateneo de Madrid», y eso -que desde luego me honra-, es cierto en un sentido genérico; como socio que soy del Ateneo. Pero es preciso aclare, en estos tiempos confusos, que no formo parte de la Dirección del Ateneo. No estoy aquí pues en representación oficial de la entidad.
(NdA: viendo el cartel a posteriori, veo que se me anunciaba como «miembro» del Ateneo, no «representante». De todas formas, la explicación mía sirve como precisión para cualquier caso parecido que pueda darse).
Sí fui Directivo, Secretario-Coordinador de Actos, del Ateneo de Madrid, con la Presidencia del filósofo marxista Carlos París. Un tiempo inolvidable. Una persona de talla y compromiso social ya para la Historia.
Actualmente, mi puesto oficial, en lo que al Ateneo respecta, es esencialmente el de la Presidencia de una pequeña -pero muy concienciada-, agrupación interna; la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», que lleva el nombre de otro grande de la Historia, quien fue también directivo del Ateneo, fue el gigante Presidente de la resistencia republicana española contra el franquismo, y fue socialista en un tiempo en que el socialismo español era republicano y era marxista. Ojalá vuelva a serlo pronto. Yo sé que hay mucha militancia socialista de base que lo es, como lo somos quienes comunistas de base.
El marxismo nos enseña que la causa real del racismo es la lucha de clases, es decir, la explotación del ser humano por parte del propio ser humano, en palabras de Karl Marx. Por consiguiente, el auténtico fin del racismo, sólo podrá llegar con el final de la explotación de clases, es decir, con el comunismo (la sociedad sin clases), previo paso por el socialismo real (el predominio político e institucional de la Clase obrera).
Esto no quiere decir, por supuesto, que nos quedemos cruzados de brazos mientras. En absoluto. Hay toda una lucha pedagógica, cultural -y por todo ello, naturalmente, política-, que ir haciendo a la vez, para combatir permanentemente la lacra del racismo, indisociable por lo general de la del «clasismo» capitalista.
Que la razón del racismo sea, en última instancia y en términos marxistas, económica, no significa de modo alguno que no tenga una proyección social, cultural, psicológica y filosófica. Se llama relación dialéctica entre estructura (económica) y super-estructura (social). Es por ello que personas quienes, objetivamente, también son víctimas y explotadas por el Sistema Capitalista, pueden ser a su vez verdugos y explotadores en términos racistas de sus semejantes de otro color de piel, de otra etnia, de otro país.
Esa es la superestructura cultural, donde nadan, infectos, los prejuicios. Que es la propia estructura económica (el Capital) quien pone subrepticiamente en circulación, para mantener a las personas oprimidas en permanente estado de enfrentamiento entre sí. Ello facilita el dominio; la explotación.
Hay cierta interpretación «escolástica», yo creo que limitada, del marxismo, la cual suele repetir que Marx no se interesaba, o se interesaba poco, por el mundo no-occidental. Eso, con perdón, es una tontería y es no haber leído a Marx. En especial, al Marx de sus últimos años, cuando más concreta atención dedicó a América del Sur, a África, a Asia…, con profundas investigaciones suyas.
La idea, tantas veces repetida acéfalamente, de que Marx «sólo creía en el triunfo de la clase obrera en Gran Bretaña, Alemania o Francia», es -con todo respeto-, una solemne majadería.
Con más tiempo y mejor salud yo, citaría aquí pasajes y bibliografía al respecto. Me limito ahora a enunciarlo y a invitar a quien quiera comprobarlo por sí mismo, por sí misma, a ir a la fuente.
Recordando, además, que Marx es mucho más que sus tres volúmenes de «El Capital», siendo ya colosal por sí sola esa obra. Pero hay mucho «más Marx» de cuanto a veces, algunas personas, creen. Y luego dicen: «es que Marx apenas trató este tema o este otro». Sí que los trató y junto con Engels, que es la otra parte esencial, imprescindible, sin la cual no se puede hablar seriamente del marxismo en el siglo XIX.
Y en el XX, la parte esencial, guste o no admitirse, es Lenin y como fundador de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el primer Estado Obrero de la historia, y por consiguiente, el primer Estado -quiero decir, consolidado; no abortado apenas en sus comienzos…-, donde hubo igualdad real entre las personas, con independencia de su etnia y de su sexo. Esto es un hecho histórico y baste comprobar la Constitución de la URSS.
(¿Hemos de recordar también la Universidad de Amistad de los Pueblos «Patrice Lumumba», en Moscú? Pues hagámoslo).
He dicho que la causa verdadera del racismo -toda vez sabemos que las diferencias de color de piel, morfología, etc, tienen su origen sencillamente en las condiciones del territorio en que se asentó hace millones de años un grupo humano…-, está en la economía; la explotación, por lucro, de unos seres humanos sobre otros. El desarrollo histórico de esa explotación, ha condicionado específicamente la geografía del racismo.
Habiendo sido Europa la cuna de los imperios los cuales más se han expandido, ha resultado ser el racismo del «hombre blanco» el paradigma. Y es que, amigos y amigas, todos los imperios han sido, son y serán, por fuerza, racistas.
Lo fue el Imperio Romano y lo es el Imperio Estadounidense. Por supuesto, también lo fueron el Imperio Británico y el Imperio Español.
(Hago un pequeño aparte: basta ya de tanta tontería; tanta mitificación antihistórica, del imperialismo español. Fue depredador, racista y esclavista. Que otros imperios lo hayan sido en el mismo grado o superior, no quita eso. Tampoco cuanto de «civilización» haya aportado. Todos los imperios lo hacen más o menos. Pero también destruyen (civilización). Con sinceridad, a mí esas comparativas me resultan -salvo cuando es rigurosa Historia-, baladíes. No conozco un imperio que no haya oprimido injustamente. Cuestión distinta es lo que había antes de ese imperio. Pero ello no «justifica» de por sí a ninguno. Por ejemplo, Napoleón reintrodujo la esclavitud en las colonias francesas, que había abolido la Revolución en febrero de 1794, con Robespierre).
Concluyo: ¿qué podemos hacer nosotros, hacer nosotras, frente al racismo? Aquí va mi opinión:
A un nivel, el más inmediato, seguir explicando, sin cansarnos, que todos los seres humanos son el mismo ser humano, y la culpa de los problemas de una persona -sea del color de piel que fuere…- oprimida y económicamente pobre -, no la tiene otra persona también oprimida, sea también su color el que sea.
Ambas personas son víctimas, aunque una de ellas -por ignorancia y objeto de perversa propaganda-, pueda convertirse a su vez en verdugo (ya digo). Pero el responsable de verdad, el «culpable», es, sin lugar a dudas, el sistema de explotación de seres humanos sobre otros seres también humanos.
Sistema de explotación que hoy y desde el siglo XIX, es el Sistema capitalista (antes lo fue el Sistema Feudal y antes el Esclavista. Sabemos igualmente que las diferenciaciones cronológicas no son fáciles, pues depende de los territorios).
Esta forma de luchar contra el racismo es esencialmente pedagógica, cultural, ideológica…. Ahí tienen gran importancia libros como los que edita «El Garaje». Mucha importancia…
Luego, a un nivel más profundo, la forma -ya he dicho-, de acabar con el racismo definitivamente, es la superación de la sociedad capitalista. Por la sociedad socialista, primero. Por la comunista, después.
Esa es la forma, en mi opinión. Dicha sea con todo respeto, y como marxista y comunista que soy.
Quiero por último invitar, a quien pueda asistir, a un acto que la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» hacemos en el Ateneo de Madrid el próximo martes 26 de diciembre a las siete y media de la tarde. Un acto sobre la OTAN. Es decir, un acto «contra» la OTAN. Ese instrumento de capitalismo imperialista. Es decir y por consiguiente: también de racismo, también.
Animo a asistir a todo, a toda, quien pueda. Yo estaré allí. Ya sea en presencia física, (ojalá…), o al menos en palabra, como aquí estoy, y muy honrado de poder contribuir a la lucha contra el racismo.
Gracias de nuevo y toda mi enhorabuena y todo mi ánimo, a quienes han hecho posible este acto. Empezando por Ana María Zarandona, «Any».
Seguimos…