A raíz de este curso de la FIM: http://www.fim.org.es/media/2/2403.pdf
titulado
Cursos de Formación Continua de la UCM – “Materialismo Histórico y Teoría Crítica”
Materialismo filosófico marxista
el camarada Manuel M.LL. envió el siguiente comentario sobre el desarrollo industrial e intelectual, que provocó debate en la lista de correo-e/foro de nuestra Agrupación:
En todo eso de la copia industrial hay mucho cuento. En los tiempos franquistas, la prensa –y alguna subliteratura- repetía cuentos de espías dictados por los rectores de la guerra fría en los que los malos intentaban hacerse con la fórmula de la bomba atómica. No existe ninguna fórmula de la bomba atómica. Hubo voces en el extinto Ministerio del Aire quejosas de la formación de los ingenieros aeronáuticos porque ‘no se sabían la fórmula del avión’ que, obviamente, tampoco existe. Y eso que tuvimos en España (Sevilla en concreto) al mismísimo Messerschmitt y se hicieron los Saeta. Aquí no han faltados buenos ingenieros y obreros cualificados y competentes; lo que han faltado es dirigentes que entendieran lo que es un proceso industrial, qué es la ‘D’ de I+D, y por eso le pusieron la ‘i’.
En los años 80 se puso de moda la palabra ‘japanizar’ que venía a significar “copiar entendiendo lo que haces”, porque seguía el mito de que los japoneses copiaban, pero lo hacían bien. Y no copiaban, hacían las cosas bien, como se demostró después. Pero también se hundió Japón (relativamente, pero no levantan cabeza) cuando se sustituyó la cultura industrial por la financiera. El capitalismo es siempre socialmente nefasto y explotador, pero la variante neoliberal es, además, la consagración de la incompetencia y el robo.
Y no se trata de la inversión en I+D+i, sino de la inversión en I+D de verdad, no en pijerías y negocios sucios; y en cómo se emplee esa inversión, que una cifra no puede expresar la complejidad de una sociedad moderna.
Podría contarte mil casos, pero no es éste el lugar. En lo que estoy de acuerdo contigo es que sería muy bueno discutir el problema en algún sitio, yo diría que manejando situaciones y no estadísticas, y estoy dispuesto a participar en lo que se organice al respecto.
Por eso Lenin dijo cuando vio la que se le venía al tomar el poder que “un ingeniero burgués vale por diez militantes comunistas”. Y no dijo lo que valía un ingeniero comunista.
Manuel M.LL.
Lo que deberíamos analizar es si hoy en día, desde el punto de vista marxista, defender la investigación y desarrollo (I+D) es progresista, conservador o reaccionario. Son progresistas quienes impulsan el fomento de las fuerzas productivas. Conservadores los que desean mantener el actual sistema económico y material. Y los reaccionarios son los que desean hacer volver a la sociedad a tiempos históricos y a sistemas económicos actualmente ineficientes de tiempos pasados y que ya nunca volverán. Se considera que el fomento de la I+D es progresista, pero a día de hoy, ¿verdaderamente lo es?
Si analizamos la historia de la humanidad, observamos que la investigación normalmente no ha sido rentable para los investigadores, pero a finales del siglo XVIII en occidente, se dieron un conjunto extraordinario de coincidencias que hicieron que fuera altamente rentable por primera vez en la historia. Durante este siglo, triunfó la división del trabajo en el taller de la burguesía artesanal. Era muy rentable dividir las tareas productivas hasta hacerlas extremadamente simples y sencillas. Mediante la división del trabajo, cada artesano desarrollaba de forma constante y monótona una pequeña parte del proceso de producción global. Por ello, existía la demanda de un motor, algo que no se sabía ni siquiera si era material y técnicamente factible, que permitiera realizar alguna de dichas tareas tan monótonas y simples sin tener que pagar un sueldo por ello. Cuando Edmund Cartwright consiguió acoplar una máquina de vapor a un telar de lanzadera, dio el pistoletazo de salida para la revolución industrial. Nunca en la historia de la humanidad se ha producido una situación tan favorable para la rentabilidad de la I+D. Había una enorme cantidad de tareas artesanales repetitivas que podían mecanizarse mediante la máquina de vapor, que comenzó a aplicarse al principio a tareas muy sencillas y posteriormente a otras más complejas. Sin apenas ninguna legislación favorable a la invención y sin casi ninguna ayuda pública, los inventores desarrollaron todas clase de ingenios y aparatos y muchos se hicieron ricos, aunque Cartwright murió en la pobreza.
Pero aquella fue una situación extremadamente excepcional, en la que se juntaron circunstancias muy especiales. Si analizamos la historia de la humanidad, apreciamos que los inventores y creadores muy rara vez han conseguido rentabilizar sus invenciones. Es fácil darse cuenta de que aquellas circunstancias tan favorables a la rentabilidad de la I+D, ya no se dan hoy en día. Desgraciadamente, no disponemos de estadísticas fiables sobre la rentabilidad de la investigación en el mundo. Según la verdad oficial, la investigación siempre es en su conjunto necesariamente rentable. No hay nada más rentable. No puede ser de otra forma. Pero ya no se dan aquellas circunstancias, y en mi opinión, la rentabilidad media de la inversión en investigación y desarrollo ha ido cayendo en los últimos decenios.
El gasto en juegos de azar es necesariamente oneroso en su globalidad. Siempre se gasta más que lo que se ingresa por premios. Si alguien comprara todos los números de un sorteo de lotería, seguro que perdería dinero. Recibiría todos los premios, pero estos no cubrirían los gastos de compra de los números. Tengo la impresión, de que con la I+D está sucediendo algo parecido. El conjunto global de los gastos supera al de los ingresos. Por supuesto, que nos pueden mostrar a los agraciados por el buen fin de sus investigaciones, de la misma forma que nos pueden mostrar a los agraciados que se han enriquecido con los juegos de azar, pero el balance global de estos es necesariamente negativo.
En mi opinión, una de las causas principales del paso de la economía capitalista productiva al capitalismo financiero es un cambio en la infraestructura, que ha hecho que el sistema económico tradicional ya no sea rentable. En una economía en libre competencia, simplemente el producir no genera beneficios, porque los precios tienden a igualarse con el coste de producción. Es necesaria una ventaja competitiva que haga superior a tu producto frente a los de la competencia y esta se consigue mediante la investigación, pero aunque cada vez hay más capital para invertir, cada vez hay menos posibilidades de encontrar actividades productivas con rentabilidad. Por eso, esas enormes masas de capital no pueden invertirse en los sistemas productivos actuales y terminan en las ruletas especulativas de los mercados financieros. Y la cosa es preocupante, porque es de suponer, que la rentabilidad en general de la I+D va a seguir disminuyendo con el paso del tiempo. La investigación hace tiempo era muy rentable, pero ya no lo es y en el futuro, es de suponer, que lo será cada vez menos. Esa extrañísima situación de rentabilidad de la investigación, posiblemente está terminándose para no volver nunca más. El sistema de producción y desarrollo económico mediante las patentes obtenidas gracias a la investigación tecnológica, posiblemente está acabado. El sistema de desarrollo productivo basado en la propiedad industrial inmaterial, posiblemente ha llegado a su fin. Ya no funciona.
A principios del siglo XIX, la burguesía innovadora apenas tenía amparo legal o estatal, pero sus inventos eran muy rentables. A día de hoy, con toda la legislación y la maquinaria del estado a su favor, no lo consigue. En la situación de desamparo legal y estatal de la investigación del primer capitalismo industrial, actualmente ya apenas quedaría nada.
Pensemos en el caso de los Estados Unidos. Su sistema actual de patentes y propiedad intelectual es de una gran ayuda para la I+D. Además, el estado la financia y subvenciona mediante unos presupuestos de investigación militar inmensos y todo puede tener un uso militar, desde el papel a los cordones de los zapatos, pasando por los relojes. Sin estas subvenciones enormes y encubiertas, provenientes del dinero de los contribuyentes, la investigación casi se paralizaría, porque ya no sería rentable. En un sistema de libre competencia, sin una legislación fuertemente protectora y sin las grandes ayudas estatales que recibe, no podría sobrevivir. Ya no es rentable.
El sistema ha llegado a tal perversión, que la investigación militar es cada vez más necesaria para mantener la economía. Por ejemplo en la Unión Europea, los países pueden invertir en empresas públicas, pero no pueden subvencionarlas o hacerse cargo de sus pérdidas. Estas deben ser necesariamente rentables, compitiendo en el mercado. Por ejemplo, una empresa de motores de aviación civil debe ser rentable. Si sus investigaciones fracasan, el estado no puede hacerse cargo de las pérdidas por este fin. Los ingresos deben provenir de la venta de motores y para ello estos deben ser competitivos en un mercado en libre competencia. En consecuencia, no queda más remedio que subvencionarla mediante la contratación de investigaciones para motores de uso militar. Si salen bien se fabrican y además los descubrimiento suelen tener doble uso civil y militar. Si acaba mal, es un proyecto fallido en I+D del Ministerio de Defensa y en consecuencia, el estado se hace cargo de las pérdidas. Este es el modelo que se está intentando copiar en España. Se nos dice que el presupuesto de defensa es de poco más del uno por ciento del PIB, pero en verdad creemos que es de algo más del dos por ciento. No lo sabemos, porque no nos dan datos. Cada vez se desarrollan más proyectos de investigación militar, normalmente con grandes empresas o sus filiales, diseminados por diversos ministerios, por lo que no se consideran gastos militares.
Para poder poner en el mercado productos y servicios competitivos, es necesario disponer de buenos ingenieros, economistas, farmacéuticos, químicos, diseñadores, físicos, médicos, botánicos, matemáticos, veterinarios, aparejadores, biólogos, etc., y también es absolutamente imprescindible disponer de muy buenos obreros altamente cualificados y muy competentes, sin los que los anteriores no podrían producir absolutamente nada. No consiste en abandonar la tecnología, sino todo lo contrario. Hay que fomentarla al máximo. Es básico para la productividad y el desarrollo de las fuerzas productivas. Lo que me cuestiono, es si debemos continuar fomentado el intento de conseguir el progreso económico mediante la investigación y el desarrollo, con el fin de conseguir patentes y de procedimientos de fabricación en exclusiva, con los que poder competir eficazmente en el mercado, porque este sistema parece cada vez más decrépito y agotado.
La burguesía industrial ha sido una clase progresista, que con sus invenciones ha desarrollado extraordinariamente los sistemas de producción durante casi dos siglos. Marx lo expone de esta forma en El Capital: “Para la industria moderna, la forma de un proceso de producción no es nunca definitiva. Por eso sus bases técnicas son revolucionarias, mientras que el fundamento técnico de todos los antiguos métodos de producción era esencialmente conservador.”. La burguesía necesita mejorar continuamente los sistemas productivos para poder subsistir. Necesita mejorar continuamente sus productos o servicios. Debido a la libre competencia, el número de competidores disminuye continuamente. Los perdedores se arruinan y son eliminados del mercado. Ya sin capital, al tener que subsistir vendiendo su fuerza de trabajo, caen en el proletariado. El número de competidores en el mercado disminuye continuamente. Marx y Engels pensaban que la burguesía dejaría de ser una clase progresista, cuando la libre competencia abocara en el monopolio o al menos en el oligopolio. Pero es posible que no acabe sucediendo así, sino que la burguesía industrial deje de ser una clase social progresista al acabarse las oportunidades rentables de inversión, convirtiéndose en una burguesía financiera o financierizada.
Dado el desarrollo de las fuerzas productivas en aquellos tiempos, la explotación de un esclavo en la antigüedad era muy precaria. Este apenas producía excedente. En los años de mala climatología, había que entregarle la totalidad del fruto de su trabajo para que no se muera. Sólo en los años benignos, era posible sacarle una plusvalía a su trabajo. A diferencia de lo que nos indica la verdad oficial burguesa, la explotación de los esclavos era muy moderada, porque el desarrollo de la tecnología en aquellos tiempos no permitía otra cosa. Por el contrario, los modernos medios de producción permiten unas explotaciones enormes, dado que la clase obrera produce unos excedentes gigantescos. Un ingeniero de élite recibe un salario muy elevado debido a su enorme productividad, pero precisamente por esta, se le sacan unas enormes plusvalías. La diferencia entre su salario y el valor de lo que produce es enorme. Sus plusvalías son enormemente superiores a las de un esclavo de la antigüedad clásica.
Marx en “Trabajo Asalariado y Capital” explica el sistema de explotación capitalista de esta forma: “Un obrero de una fábrica algodonera ¿produce solamente tejidos de algodón? No, produce capital. Produce valores que sirven de nuevo para mandar sobre su trabajo y crear, por medio de éste, nuevos valores. El capital sólo puede aumentar cambiándose por fuerza de trabajo, engendrando el trabajo asalariado. Y la fuerza de trabajo del obrero asalariado sólo puede cambiarse por capital acrecentándolo.” Pero actualmente estas enormes plusvalías son un problema económico tremendo. Una parte se destina al consumo de la burguesía y esta destina el resto a la inversión. Lo destina a capital, para obtener más plusvalías. En otros tiempos esto no era demasiado problemático, pero a día de hoy la investigación y desarrollo no puede absorber la enorme cantidad de plusvalías que se quieren invertir como capital. En el momento actual, con unos tipos de interés nulos, en la práctica al cero por ciento, que no permiten la rentabilidad de las inversiones, siguen acudiendo a los mercados financieros una cantidad de plusvalías muy superiores a la que estos pueden absorber con rentabilidad. En los inicios de capitalismo, el problema era la falta de capitales con los que poder invertir en las carísimas máquinas de vapor y en inversiones tan costosas como los ferrocarriles, que eran muy rentables, pero que necesitaban una cantidad de capital enorme para la época. El problema consistía en poder reunir el capital necesario, pese a que tenía casi segura una alta rentabilidad. Por el contrario, el problema actual es el exceso de capitales, pese a que tenemos unos tipos de interés bajísimos, porque ese mismo exceso es una de las causas de que los tipos de interés caigan debido a la libre competencia en unos mercados financieros totalmente saturados.
Por todo ello me pregunto, si el defender el sistema tradicional de investigación y desarrollo es progresista, conservador o reaccionario. Marx y Engels indican en El Manifiesto Comunista: “Esos antiguos señores feudales … se olvidan de una cosa: de que las circunstancias y condiciones en que ellos llevaban a cabo su explotación ya han desaparecido.”. Aquel sistema de explotación ya es imposible, porque las circunstancias y condiciones en que se llevaba a cabo han desaparecido para siempre con el maquinismo y no pueden volver en modo alguno. Quizás al defender el desarrollo de las fuerzas productivas mediante el sistema tradicional burgués de investigación y desarrollo, no estamos siendo progresistas, sino reaccionarios. Quizás, ese sistema económico burgués tradicional se va haciendo imposible y lo será cada vez más. Si la burguesía cada vez invierte menos en la obtención de patentes mediante sistemas de investigación y desarrollo, es porque se da cuenta de que no es rentable. Es más ventajoso el capitalismo financierizado, que no lo es demasiado a niveles globales y agregados. Quizás no nos damos cuenta de que las condiciones y circunstancias en que fue posible el capitalismo tradicional, fruto de un momento histórico específico e irrepetible, ya han pasado para siempre y nunca volverán. Quizás el defender el progreso mediante la investigación y el desarrollo tradicionales no sea ya progresista, sino tan reaccionario como imposible. Ya ni siquiera es conservador, porque ni siquiera se pretende mantener lo que hay, sino que se sueña con volver de nuevo a un pasado imposible, cuando los cambios en la superestructura ya lo han superado para siempre.
Se pretende reactivar la economía mediante el aumento del PIB destinado a investigación y desarrollo, pero ahí tenemos el ejemplo del Japón, que con un elevadísimo tres por ciento del PIB destinado a este fin, lleva más de treinta años en una crisis que ya se ha hecho endémica y con unos tipos de interés eternamente bajísimos. En la práctica nulos, muy cercanos al cero por ciento. En varios países europeos con fuertes niveles de I+D, los tipos de interés están actualmente en negativo, pues una enorme masa de capitales no encuentra posibilidades de inversión rentables, pero aun así sigue creciendo. O dicho en términos keynesianos: el ahorro es muy superior a las posibilidades de inversión, por lo que no puede hacerse capital y tiene que mantenerse en efectivo.
Marx en El Capital explica que en un principio los productos se cambiaban mediante el trueque. Se cambiaba directamente un bien por otro. Esta forma de comercio la representa mediante la fórmula M-M. Después apareció la moneda. El individuo acude al mercado, cambia su mercancía por metales preciosos y estos a su vez por el producto que desea. El metal amonedado es sólo un medio de cambio. Llega sin dinero y regresa sin dinero. Lo representa mediante la fórmula M-D-M. Pero el sistema capitalista de producción industrial trastoca esta fórmula y la vuelve del revés. El burgués dispone de dinero, lo transforma en medios de producción en los que es imprescindible la compra de capital y de trabajo, y estos acaban trasformados en más dinero mediante la explotación capitalista. Marx lo expresa de esta forma D-M-D. El capitalista invierte su dinero en un nuevo sistema productivo novedoso y eficiente y mediante la explotación del proletariado obtiene más dinero, que vuelve a invertir, reproduciéndose continuamente el ciclo y los beneficios en cada reinversión. El problema es que la reinversión con rentabilidad es cada vez más difícil y la economía se paraliza al trasformase el dinero en un medio de acumulación, en vez de en un medio de cambio, pues no es posible encontrar negocios en los que invertirlo con éxito.
En la situación actual, el sistema de investigación y desarrollo es contraproducente para el desarrollo de las fuerzas productivas. Imaginemos que se produjera una importante mejora tecnológica que permitiera invertir todo el ahorro excedente con rentabilidad. Con este avance técnico tan rentable y eficiente, se podrían invertir ingentes cantidades de capital con rentabilidad, gracias a la explotación del proletariado. Aumentaría la producción y disminuiría el paro a corto plazo, pero a largo plazo sería contraproducente. Ahora la masa de plusvalía a reinvertir sería mucho mayor que la inicial y para que no se quedase en efectivo, sin posibilidad de inversión, sería necesaria una mejora técnica aún mejor que la anterior. A largo plazo el problema se ha agravado. Estamos en la misma situación empeorada. El sistema benéfico de otros tiempos, debido a los cambios en la infraestructura, es ahora autodestructivo. El círculo benéfico se ha convertido en un círculo vicioso, que hay que romper de alguna forma antes de que nos destruya.
En “El Manifiesto Comunista”, Marx y Engels al hablar del socialismo pequeñoburgués indican: “… este socialismo no tiene más aspiración, que restaurar los antiguos medios de producción y de cambio, y con ellos el régimen tradicional de propiedad y la sociedad tradicional; cuando no pretende volver a encajar por la fuerza, los modernos medios de producción y de comercio, dentro del régimen de propiedad antiguo, que forzosa y necesariamente se autodestruyó mediante el progreso burgués. En uno y otro caso, peca a la par de reaccionario y de utópico.”. Cuando intentamos resolver nuestros problemas económicos mediante la investigación y desarrollo tradicionales, quizás nuestra aspiración es la de restaurar un antiguo sistema de desarrollo económico y con ello el sistema tradicional de producción capitalista, intentando meterlo por la fuerza en una nueva infraestructura en la que ya no encaja, cuando la que lo forjó se ha autodestruido forzosa y necesariamente debido al paso del tiempo. Es a la vez una aspiración imposible, reaccionara y utópica. Un fracaso asegurado.